CANCIONES 29 Y 30
A
las aves ligeras,
leones,
ciervos, gamos saltadores,
montes,
valles, riberas.
aguas,
aires, ardores,
y
miedos en las noches veladores:
Por
las amenas liras
y
canto de serenas, os conjuro
que
cesen vuestras iras
y
no toquéis al muro,
por
que la esposa duerma más seguro.
DECLARACIÓN
(1)
1
/
Prosigue el Esposo y da a entender en estas dos canciones cómo por medio de las
amenas liras -que aquí significan la suavidad de que goza ordinariamente en
este estado-y también en el canto de serenas- que significa el deleite que en
el alma siempre tiene-, acaba de poner fin y remate a todas las operaciones y
pasiones de el alma que antes la eran algún impedimento y sinsabor para el
pacífico gusto y suavidad, las cuales dice aquí que son las digresiones de la
fantasía imaginativa, las cuales conjura que cesen; y también pone en razón a
las potencias naturales, que son irascible y concupiscible, que antes algún
tanto la afligían. Y también por medio de estas liras y canto da a entender
cómo en este estado se ponen en perfección y medio de obra (según se puede en
esta vida) las tres potencias de el alma, que son entendimiento, voluntad y
memoria; y también se contiene cómo las cuatro pasiones de la ánima, que son
dolor, esperanza, gozo y temor, se mitigan y ponen en razón por medio de la
satisfacción que el alma tiene, significada por las amenas liras y canto de
serenas, como luego diremos. Todos los cuales inconvenientes quiere Dios que
cesen, por que el alma más a gusto y sin ninguna interpolación goce de el
deleite, paz y suavidad de esta unión.
A
las aves ligeras.
2
/
Llama “aves ligeras” a las digresiones de la imaginativa, que son ligeras y
sutiles en volar a una parte y a otra; las cuales, cuando la voluntad está
gozando en quietud de la comunicación sabrosa de el Amado, suelen hacerle
sinsabor y apagalle el gusto con sus vuelos sutiles. A las cuales dice el
Esposo que las conjura “por las amenas liras”, etc.; 3esto es, que, pues ya la suavidad y deleite de el alma es tan
abundante y frecuente y fuerte que ellas no lo podían impedir, como antes
solían (por no haber llegado a tanto), que cesen sus inquietos vuelos, ímpetus
y excesos. Lo cual se ha de entender así en las demás partes que habemos de
declarar aquí, como son:
leones,
ciervos, gamos saltadores.
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