domingo

IRMA HOESLI - MOZART: LAS CARTAS DE UN GENIO DE LA MÚSICA (32)


LAS CARTAS DE MOZART COMO ESPEJO DE SU POSICIÓN FRENTE AL MUNDO 

REALISMO (5)

Un día visita a la familia Cannabich. La hija, Rosa, no está visible por el momento. El autor no olvida de fundamentar la razón de su ausencia:

…cuando la señorita Rosa (que estaba tres cuartos más allá, ocupada con la ropa) terminó, entró y me dijo: ¿le viene a usted bien ahora?, pues era la hora de la lección. (1)

Este “por qué” que aparece en el próximo párrafo también resulta demasiado exacto, así como su motivación:

…quien también me sorprendió con una visita fue Gilowsky, el hermano de Kahterl; -¿por qué me sorprendió?-, pues, pues yo me había olvidado completamente que estaba en Viena.. (2)

Un cierto barón Buffa y un señor Von Wiedmer se abofetean en la calle. Luego cada uno toma su camino:

…este se va tranquilamente a su casa para hacerse componer un poco el peinado (pues el señor Buffa también lo agarró de los cabellos)… (3)

Hasta el cabello revuelto necesita una justificación.

Con qué minuciosidad y extensión informa de la construcción de un pianoforte de Stein:

cuando ha terminado un piso de caja de resonancia para un piano lo pone al aire, lluvia, nieve, al rayo del sol y todos los demonios, para que se parta, luego pone astillas en las rajaduras y las encola para que sea bien fuerte y sólido. Se pone muy contento cuando se raja. Uno está seguro que luego ya no puede pasarle nada. A menudo él mismo los corta y luego los encola y asegura muy bien…

Con la misma exactitud minuciosa describe las bondades del instrumento:

…cuando golpeo fuerte, levante el dedo o lo deje sobre la tecla, el tono deja de resonar al instante en que lo hice sonar. Llegue como llegue a las claves, el tono resonará siempre en seguida. No temblará, no aumentará el volumen ni disminuirá, ni dejará de sonar. En una palabra, todo es parejo… sus instrumentos tienen la especial ventaja sobre otros que están hechos con disparador. Ni uno en cien los hace así. Pero sin disparador no es posible que un pianoforte no tiemble y no resuene. Sus martillitos caen, cuando se ataca las claves, en el momento en que saltan hacia las cuerdas, se mantenga o no oprimida la clave. Cuando tiene terminado un piano así, como me dijera él mismo, se sienta y lo prueba en toda clase de pasajes, corridas y saltos, y trabaja y raspa tanto hasta que el piano lo hace todo. (4)

La atención y la prolijidad de Mozart en todas sus observaciones no sólo radican en su unión con el mundo exterior, al que contempla sin prejuicios, sino porque lo reconoce alborozado y lo encierra en el círculo de sus amores.

Si bien no todo tiene igual participación en el espíritu, presta atención hasta a lo más intrascendente. Mozart sabe que “Papageno no puede participar nunca de lo más alto, del ideal”, pero comprende “muy bien cómo se piensa y se siente como Papageno, y da forma a esta parte totalmente desde el punto de vista del protagonista”. (5)


Notas

(1) A su padre, Viena, 24-III-1781.
(2) A su padre, Viena, 8-VIII-1781, II, 115.
(3) A su padre, Augsburgo, ?-X-1777, I, 254.
(4) Abert, II, pág. 10.
(5) A su padre, Munich, , 3-I-1781, II, 56.

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