domingo

EL HÉROE DE LAS MIL CARAS (37) - JOSEPH CAMPBELL


1 / EL CAMINO DE LAS PRUEBAS (2)

Un antiguo viajero que se aventuró entre los lapones nos ha dejado una descripción vívida de la terrorífica acción de uno de estos extraños emisarios del reino de la muerte. (2) Ya que el otro mundo es el lugar de la noche eterna, el ceremonial del shamán debe tener lugar después del anochecer. Los amigos y vecinos se reúnen en la choza sombría y débilmente alumbrada del paciente y siguen atentamente las gesticulaciones del hechicero. Primero conjura a los espíritus ayudantes; estos llegan, invisibles para todos menos para él. Dos mujeres, vestidas para el ceremonial pero sin cinturones y llevando tocas de lino, un hombre sin toca y sin cinturón, y una joven no adulta, son sus asistentes. El shamán se descubre la cabeza, se suelta el cinturón y los cordones de los zapatos, se cubre la cara con las manos y empieza a girar en variados círculos. Repentinamente, con gestos muy violentos, grita: “¡Equipad al reno! ¡Listo para embarcarse!” Toma un hacha y empieza a golpearse con ella cerca de las rodillas y la mueve en dirección a las tres mujeres. Saca del fuego leños ardiendo con sus manos desnudas, pasa tres veces alrededor de cada una de las mujeres y finalmente cae, “como un muerto”. Durante todo ese tiempo a nadie se le permite tocarlo. Mientras reposa en trance, debe ser vigilado tan estrechamente que ni una mosca debe posarse encima de él. Su espíritu ha partido y ve las montañas sagradas, con los dioses que las habitan. Las mujeres que lo atienden cuchichean una con la otra tratando de adivinar en qué parte del mundo se encuentra ahora. (3) Si mencionan la montaña en que se encuentra, el shamán mueve una mano o un pie. Por fin empieza a volver en sí. Con voz baja y débil dice las palabras que ha escuchado en el otro mundo. Las mujeres empiezan a cantar. El shamán despierta lentamente, declarando la causa de la enfermedad y la forma de sacrificio que debe hacerse. Entonces anuncia la cantidad de tiempo que tomará el paciente para sanar.

“En su laboriosa jornada -dice otro observador-, el shamán tiene que encontrar y vencer cierto número de obstáculos diferentes (pudak) que no son siempre fáciles de superar. Después de haber avanzado por bosques oscuros y ásperas masas de montañas, en donde de vez en cuando encuentra los huesos de otros shamanes y de los animales en que han montado y que se supone han muerto en el camino, llega a una abertura en el suelo. Los estados más difíciles de la aventura empiezan ahora, cuando las profundidades del mundo subterráneo y sus manifestaciones extraordinarias se abren ante él… Después de haber tranquilizado a los guardianes del reino de los muertos y de haber pasado sus numerosos peligros, llega al fin ante el Señor del Otro Mundo, Erlik en persona. Los últimos ataques del shamán son horriblemente difíciles, pero si él es suficientemente hábil puede calmar a los monstruos con promesas de lujosas ofrendas. Este momento del diálogo con Erlik es la crisis del ceremonial. El shamán pasa al éxtasis.” (4)

Notas

(2) Knud Leem, Beskrivelse over Finmarkens Lapper (Conpenhague, 1767), pp. 475-478. Se encuentra una traducción al inglés en el libro de John Pinkerton, A general Collection of the Best and Most Interesting Voyages and Travels in all Parts of the World (Londres, 1808), Vol. I, pp. 477-478.
(3) Las mujeres pueden no ser capaces de localizar la posición del shamán en el otro mundo, caso en el cual el espíritu de él puede no retornar a su cuerpo. También puede suceder que el espíritu errante de un enemigo shamán lo rete a luchar o lo aparte de su camino. (E. J. Jessen, Afhanding om de Norske Finners og Lappers Hedenske Religion, p. 31. Este trabajo está incluido en el volume de Leem, op. cit., como apéndice con diferente paginación.)
(4) Uno Harva, Die religiösen Vorstellungen der altaischen Völker (“Folklore Fellows Comunications”, Nº 125, Helsinki, 1938), pp. 558-559; siguiendo el libro de G. N. Potanin, Pcherki shevero-zapodnoy Mongolii.

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