CANCIÓN 27
Entrado
se ha la esposa
en
el ameno huerto deseado,
y
a su sabor reposa,
el
cuello reclinado
sobre
los dulces brazos de el Amado.
.
DECLARACIÓN
(1)
.
1
/
Habiendo ya el alma puesto diligencia en que las raposas se cazasen y el cierzo
se fuese, que eran estorbos e inconvenientes que impedían el acabado deleite de
el estado de el matrimonio espiritual; y también habiendo invocado y alcanzado
el aire de el Espíritu Santo (como en las dos precedentes canciones ha hecho),
el cual es propia disposición e instrumento para la perfección de el tal
estado, resta ahora tratar de él en esta canción, en la cual habla el Esposo
llamando ya esposa a la alma. Y dice dos cosas: la una es decir cómo ya,
después de haber salido victoriosa, ha llegado a este estado deleitoso de el
matrimonio espiritual, que él y ella tanto habían deseado; y la segunda es
contar las propiedades de el dicho estado, de las cuales el alma goza ya en él,
como son reposar a su sabor y tener el cuello reclinado sobre los dulces brazos
de el Amado, según ahora iremos declarando.
Entrado
se ha la esposa.
2
/
Para declarar el orden de estas canciones más abiertamente y dar a entender el
que ordinariamente lleva el alma hasta venir a este estado de matrimonio
espiritual, que es el más alto de que ahora (con ayuda de Dios) habemos de
hablar, al cual ha venido ya el alma, es de notar que primero se ejercitó en
los trabajos y amarguras de la mortificación y en la meditación, que al principio dijo el alma desde la primera
canción hasta aquella que dice: “Mil gracias derramando”, y después pasó por
las penas y estrechos de amor que en el suceso de las canciones ha ido
contando, hasta que dice: “Apártalos, Amado.” Y allende de esto, después cuenta
haber recibido grandes comunicaciones y muchas visitas de su Amado, en que se
ha ido perficionando y enterando en el amor de Él; tanto, que, pasando de todas
las cosas y de sí misma, se entregó a Él por amor de unión en desposorio
espiritual, en que, como ya desposada, ha recibido de le Esposo grandes dones y
joyas, como ha cantado desde la canción donde se hizo este divino desposorio,
que dice: “Apártalos, Amado” (en que se hizo el desposorio) espiritual (de cuyas propiedades ha ido
tratando hasta aquí), donde el Esposo hace mención de él, y por eso se trata
aquí de sus propiedades en esta, hasta esta de ahora, que comienza: “Entrado
se ha la esposa”, donde restaba ya hacer el Esposo
mención del dicho matrimonio espiritual entre la dicha alma y el Hijo de
Dios, Esposo suyo; el cual es mucho más que el desposorio, porque es una
transformación en el Amado, en que se entregan ambas las partes por total
posesión de la una a la otra como consumada unión de amor, cual se puede en
esta vida en que está el alma hecha divina y Dios por participación, en cuanto
se puede en esta vida. Y así, pienso que
este estado nunca es sin confirmación en gracia, porque se confirma la fe de
ambas partes confirmándose aquí la de Dios en el alma; y así es el más alto
estado que en esta vida se puede llegar. Porque, así como en la consumación de
el matrimonio carnal son dos en una carne, como dice la divina Escritura (Gen.
2,24), así también, consumado este espiritual matrimonio entre Dios y el alma,
son dos naturalezas en un espíritu y amor de Dios; bien así como cuando la luz de la estrella o de la
candela se junta y une con el sol, ya el que luce no es la estrella ni la
candela, sino el sol, teniendo en sí difundidas las otras luces. Y de este estado
habla en el presente verso el Esposo, diciendo: “Entrado se ha la esposa”, es a
saber, de todo lo temporal y de todo lo natural y de todas las afecciones y
modos y maneras espirituales, dejadas aparte y olvidadas todas las tentaciones,
turbaciones, penas, solicitud, y cuidados, transformada en este alto abrazo.
Por lo cual se sigue el verso siguiente, es a saber:
en
el ameno huerto deseado.

























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