La actriz del filme La quietud y la tira El Marginal 2 asegura que vivir entre sets y cámaras la hacen sentir plena, junto a sus hijos Mateo (16) y Lucero (2) y su gran amor. La maternidad, su vocación solidaria, los temas que la conmueven y su mundo íntimo.
En la
pantalla grande es la musa de uno de los directores con la narrativa
cinematográfica más potente del nuevo cine argentino, Pablo Trapero (46),
director de La quietud, que estrena
el 30 de agosto. Su magnetismo como actriz es un combo entre belleza,
profundidad, compromiso y entrega al complejo universo de un personaje. “Me
gusta mucho investigar para construir un rol, para Leonera pasé un año
visitando penales y entrevistando mujeres presas con hijos pequeños, para Carancho hice 6 meses de guardias
médicas, me gusta ir a fondo”, explica Martina Gusmán (39). Cuando conoció a su
pareja- y ahora padre de sus dos hijos- era productora. Ella tenía 23 y él 30 y
se besaron por primera vez en medio de la proyección de prensa de un film que
veían como dupla de trabajo. Como todos saben, de ese amor nacieron, además de
niños, películas inolvidables (Nacido y
cirado, Leonera, Carancho, Elefante Blanco) que llevaron al reconocimiento y el aplauso del
público local e internacional.
Premios, festivales, ser padres, amor, cocina y cotidianidad. Todo esto comparten,
y aunque no hacen todo juntos, sin duda, se potencian. La quietud es un claro
ejemplo de eso. La trama es acerca del reencuentro de dos hermanas y luego de
su estreno, irá al Festival de Venecia. No es un filme más, tan íntima como
tensa, oscura, sexual y compleja, promete quedar en la historia de ambos como
un trabajo que los marcará. Y aunque casi no hay tiempo de detenerse a
disfrutarlo por la vorágine de filmaciones nuevas en las ya están metidos,
Martina hace un espacio para explorar en el atractivo mundo que propone la
película y las delicias del propio. Bienvenidos al vasto universo de una actriz
que no deja de sorprender ¡Ni de trabajar!
Se viene
una película llena de grandes actores: Joaquín Furriel, Bérénice Bejo (la
actriz francesa nacida en Argentina de El
artista), Edgar Ramírez (actor de Versace
de la reciente temporada de American Crime Story) y Graciela Borges, ¿cómo se
vivió el rodaje?
Los vínculos son súper intensos y complejos, la locación es un personaje más,
esa estancia inmensa en apariencia calma y perfecta, la música es clave también
y mi personaje es el que pivotea con todos. Soy Mía, que al principio aparece
como vulnerable y más pasiva, pero que termina en un lugar de mucha fortaleza,
ayudando a que todos los misterios de una familia perfecta en apariencia se
empiecen a develar. El gran desafío fue interactuar con cada uno y encontrar el
vínculo con formas tan distintas y definidas cada uno. Edgar que venía de
Hollywood, Bérénice de Europa, de las nominaciones al Oscar, de ganar Globo de
Oro, Graciela Borges la diva del cine nacional, con Joaquín teníamos escenas
fuertes, trabajé como loca va (risas). Valió la pena, el director contó de una
manera muy intensa esta historia.
Estás
enamorada de ese director, ¿no?
(Risas) Es que tiene una manera de trabajar que me fascina. Estoy enamorada de
Pablo en la vida y como director. Filmamos 6 semanas y media que para él es
nada, porque suele hacerlo mínimo en 8 o 10, pero fue intenso y el resultado
creo que es impresionante. Era un momento de bache en el que todos los actores
coincidimos y fue ahora o nunca.
¿Pablo
estuvo más encima de los actores al ser tan cortos los tiempos de filmación?
Hay una
anécdota sobre eso. Nunca está en un video assist fuera de la escena, sino que
está en el lugar donde se filma, pero en una cercanía tal con los actores, que
nos pasó con Edgar que teníamos que filmar una caminata por un bosquecito, con
una steadycam (cámara que te sigue) y Pablo estaba tapado con una tela negra
para no hacer reflejo y de repente corta y pregunta qué pasaba que estábamos
por reír. Es que nos venía empujando sin darse cuenta, estaba tan metido en la
escena literal, que yo estaba haciendo fuerza para hacerle lugar a la cámara.
Nos matamos de risa y terminó conmigo diciendo sáquenme este director de cuadro
que no puedo hacer la escena. Creo que es un ejemplo de cómo él se toma sus
películas, eso trasciende y está metido en la historia, eso le da una impronta
personal, sus películas son sensoriales, se pueden percibir con los 5 sentidos,
movilizan y generan mucha empatía desde ese lugar y tiene que ver con su forma
de abarcar, construir y acercarse a lo que va a contar.
Hay
escenas jugadas, con mucho sexo ¿te cuestan?
No son escenas fáciles, pero es más fácil porque el director es Pablo, porque
sé que él me va a cuidar más que nadie. Es cierto que hay mucho sexo porque
creo que hay algo de lo contenido que se expresa en la sexualidad de cada
personaje. Es como una forma de comunicación, y todos logran mostrar un perfil
diferente. También hay algo de la intimidad entre ellas que no se puede jugar
de otra forma que sublimando en otro objeto sexual o en los juegos que son
parte de su vínculo. No spoilemos.
Es una
producción con Francia ¿cómo surge el proyecto?
Con Bérénice Bejo nos conocimos en Cannes en un festival en el que yo estaba
como jurado, ella ganó con El artista,
que la dirigía su marido Michel Hazanavicius. Nosotras somos parecidas
físicamente, más que con mi hermana real de hecho, y entonces el chiste era
cuándo hacíamos una película nosotras como hermanas. Esto fue en el 2009. Pero
un día, los sueños se hacen realidad.
Graciela
hace de tu madre terrible ¿cómo lograron eso?
La adoro, siempre decíamos que teníamos que hacer de madre e hija y mirá lo que
nos tocó, pero bueno, ella decía: No voy a poder ser mala con vos. Pero decían
acción y era la más horrible en un segundo (risas).
¿Nunca se
pelean con Pablo?
¡Un montón! Creo que la fórmula es mirar la big picture. Es verdad que amamos
el mismo universo del arte audiovisual y eso lo facilita, no hay que explicar
nada, lo vivimos juntos y así lo compartimos, aparte de todo lo otro que
tenemos en común. Los dos amamos cocinar, de hecho nos disputamos quién hace la
cena. Sin embargo, pasamos miles de crisis, distintos momentos, también hay un
crecimiento y una búsqueda individual, como personas, como padres y es un
acompañarse, saber que no todo es idilio pero que nos seguimos eligiendo,
apoyando. Una pareja es un trabajo de locos. Pero vale la pena y la vida que
tenemos es algo para disfrutar.
Con todo
lo que hacés, aparte de ser madre de dos de edades bien distintas, estudias
psicología, ¿por qué?
Para nutrir mi actriz y porque tengo ganas de hacer cosas relacionadas con lo
social, no sólo en el mundo de la ficción sino en lo concreto lo cotidiano. Me
gusta la psicología comunitaria, trabajo activamente para la Fundación Sí de
Manuel Lozano. Soy referente de una de las zonas que trabaja con gente en
situación de calle y ayudo en proyectos para conseguir donaciones.
Sos como
Ema en El Marginal…
Algo así, a veces un poquito se tocan realidad y ficción. La quietud la terminé un sábado, el lunes empecé con El Marginal 2, que es como la precuela
de cómo se conformó la pena que vimos en la primera parte. Por supuesto, se
viene la 3 muy pronto… es un producto muy lindo que adoro hacer.
¿Cómo ves el feminismo, el debate por la legalización del aborto, te interesa?
Sí claro.
Estamos frente a un cambio muy fuerte de paradigma relacionado con la mujer y
me parece que se requiere un empoderamiento grande, que es necesario y tiene
que suceder, después encuentra su propio equilibrio, ahora es un momento de
efervescencia y ebullición, que apoyo y avalo. Y en eso me parece que la mujer
tiene derecho a hacer con su cuerpo lo que quiera, aunque yo en lo personal
siento que no abortaría, creo que hay que empujar la legalizacion. No va a
aumentar la cantidad de abortos por eso. Ni la detendrá. Sólo será más seguro.
¿Cómo
haces con un hijo en la secundaria y otra en sala de dos?
Me organizo, disfruto mucho de mi trabajo y mucho de mis hijos. Estar con ellos
es todo lo que me hace feliz. Mateo está en un momento de despliegue, lo
acompaño, a veces no puedo creer que pongo en redes una foto y las chicas me
dicen hola suegra. Se calman todas. Y Luerito es la princesa mimada de la casa,
el padre está embonado, el hermano también, yo ya no tengo la estructura que
quizás tuve en mi primera etapa como mamá primeriza y me relajo, la disfruto a
full. Si quiere dormir en mi cama que duerma, seguro no va a hacerlo hasta los
16. Aprovecho mientras pueda.
Tan
lindos que les salen los hijos y las pelis, ¿planean ser padres de vuelta?
Me angustia tanto pensar que no voy a tener más hijos que no lo pienso, por
ahora no, pero no quiero descartarlo. Filmar ojalá lo hagamos muchos años más,
yo igual creo que no será para siempre, en algún momento me dedicaré a mi otra
pasión que es mi vocación social. Mientras tanto, lo disfruto y lo vivo a
pleno.
(LUZ / 30-7-2018)
(LUZ / 30-7-2018)
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