ARTURO SERGIO VISCA: PRÓLOGO (3)
HISTORIA DE UNA NOVELA EXCEPCIONAL
EL PROCESO DE GESTACIÓN (3)
Se debe señalar ahora que el fragmento publicado en Escritura no presenta variantes en relación con estos manuscritos,
reproduciendo fielmente el más elaborado de ellos. No está demás indicar, que,
en el más antiguo de los manuscritos, el que, evidentemente, es la versión manuscrita primaria, figura un capítulo,
El asunto se complica, no incluido en
lo publicado en Escritura, pero, en
cambio, falta el capitulillo final de lo allí publicado. Conviene destacar que El asunto se complica es antecedente del
capítulo IV, La Partida del Sargento
Cimarrón. La cuarta forma asumida
por el Don Juan, el Zorro está
constituída por todo lo escrito durante el verano de 1947 y el invierno de
1948, que, como ya se ha dicho, forma la cuarta
isla de escritura y comprende la casi totalidad de la novela tal como ahora
se la publica. La primera, la segunda y la tercera formas asumidas por Don Juan,
el Zorro evidencian que hay entre ellas una notoria continuidad en la
concepción estética y narrativa, no obstante las diferencias que entre sí se
presentan, porque la concepción estética y narrativa que rige la elaboración de
esas tres formas se va afinando
progresivamente pero sin que se produzca un cambio realmente sustancial. Este
cambio sí se produce en la cuarta forma de
la novela en relación con las tres anteriores. Los nexos que vinculan a estas
con aquella existen, sí, pero son muy tenues. Tan tenues, que el Don Juan, el Zorro visible en la cuarta forma es totalmente otro del que
se hace ostensible en las tres primeras. Y esto es así porque el autor ha
variado sustancialmente la perspectiva estético-narrativa desde la cual
enfrenta a su creación. Para hacer evidentes las diferencias sustanciales que
se dan entre esta cuarta forma asumida
por Don Juan, el Zorro y las tres
anteriores, sólo es necesario destacar, entre muchos, tres rasgos
caracterizantes de la misma. Primer rasgo.
En su cuarta forma, la novela
sólo guarda una muy lejana relación, tanto en lo anecdótico como en lo que a
los personajes se refiere, con las narraciones populares que tienen como
protagonista al zorro. En efecto: tanto la línea
argumental (acción centralizadora) como el entramado anecdótico (conjunto de situaciones o episodios) son,
salvo algún detalle secundario, invención exclusiva del autor; los personajes,
al contrario de lo que ocurre en los cuentos populares con el zorro
protagonista, se desanimalizan y, con
todo rigor, del animal sólo conservan el nombre -la Mulita, el Avestruz, el
Peludo, etc.- y algún rasgo que sirve para la caracterización -ya como seres
humanos- de los agonistas (la picardía del zorro, la timidez de la mulita, la
ferocidad del tigre, el hábito latrocinante de la comadreja…). Esta desanimalización de los animales, o humanización de los mismos, supone,
notoriamente, un cambio total en la perspectiva narrativa de la cuarta forma con relación a las tres anteriores,
en las cuales los personajes conservan bien acentuadamente algunos de sus
rasgos animales (la cigüeña y el teru-teru vuelan, el zorro mata y devora a un
corderito mamón, la mulita conserva su “caparazón
humilde y parda”, etc.) mezclados con otros que los humanizan también muy
acentuadamente. Esta incongruencia -aunque puede ser, como en las fábulas
populares, estéticamente válida- desaparece en la cuarta forma. En ella, solamente el caballo mantiene íntegramente
su animalidad. Era necesario que así fuera para acentuar la humanización de los otros animales que,
sin el caballo como medio locomotriz, hubieran perdido en gran parte su
condición “gaucha”. Además, y según
le oí decir más de una vez al autor, la natural condición del caballo debía ser
respetada porque “había sido uno de los
héroes de nuestra independencia”. Segundo rasgo. En la cuarta forma, el lenguaje no copia las deformaciones fonéticas del
habla popular campesina rioplatense, ni cuando narra directamente el autor ni
cuando dialogan los personajes. Deliberadamente, sin embargo, el autor procura,
y logra, que la escritura de su novela mantenga, en todo momento, acentuada entonación oral. Tercer rasgo. Cuando en octubre de 1947, publicó el autor un
fragmento de su novela en Escritura,
se anunció, como ya se ha señalado, que la novela total se publicaría al año
siguiente. En ese momento, lo escrito se reducía a lo publicado en la revista
citada más algunas páginas no incluidas en esa publicación. La confianza del
autor en que publicaría la novela en 1948 no era, sin embargo, infundada,
porque el Don Juan, el Zorro que el
autor proyectaba publicar en el citado año, estaba concebido como una novela no
muy extensa y compuesta por capitulillos breves como los del fragmento
publicado en Escritura. Era, pues,
posible completar en pocos meses lo que ya el autor tenía escrito. Pero es justamente
tras la publicación de ese fragmento que el autor cambia la concepción
estético-narrativa a emplear para la composición de su novela. Y ese cambio apareja
este otro: la novela ahora concebida sería una novela muy extensa. Así lo
documenta una anotación manuscrita del autor, en la que, tras realizar
cuidadosos cálculos, contando los espacios de cada línea y las líneas de cada
página, estima que la novela tendría unas 700 páginas impresas de acuerdo a las
características gráficas de la tercera edición (Montevideo, Arca, 1969) de Sombras sobre la tierra. A este
propósito, anota lo siguiente: “Habría
que publicarla (el Don Juan, el Zorro) en 2 partes. Como en las viejas novelas
populares del siglo pasado. Lo que sería muy lindo. Hasta por lo que de popular
mantiene la novela en sus primeros planos, desde el principio al fin; hasta por
lo accesible al lector más inocente, igual, por esto, a los lectores de
aquellas obras”.
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