ARTURO SERGIO VISCA: PRÓLOGO (3)
HISTORIA DE UNA NOVELA EXCEPCIONAL
EL PROCESO DE GESTACIÓN (1)
En reportaje titulado Confesiones
Francisco Espínola, realizado por Juan Carlos Alles y publicado en Mundo Uruguayo (Montevideo, 14 / XII /
1933, año XV, Nº 773), el reporteado formuló la siguiente afirmación: “(…) Don
Juan, el Zorro, está todavía por la
mitad, a pesar de que en el año 28, Crítica de Buenos Aires, que publicó tres capítulos, me telegrafió urgiéndome
la terminación y adquiriendo los derechos que yo mismo fijara”. Los tres
capítulos mencionados en las líneas que anteceden son los primeros fragmentos
que el autor hizo conocer de su novela. En 1968, fueron publicados los tres
capítulos de la misma que integran la edición de CEDAL. Estos capítulos son los
últimos que el autor dio a conocer públicamente. Cuatro décadas transcurren,
pues, desde la publicación inicial hasta la última. Durante esas cuatro
décadas, a la que es preciso agregar el lustro que transcurre de 1968 a 1973,
año en que fallece el escritor, este se refirió, en reiteradas ocasiones, a su
novela “en preparación” y hasta fijó,
en más de una oportunidad, la fecha aproximada en que la misma sería publicada.
Se ha visto ya, líneas más arriba, la mención que de su novela hace el narrador
en el reportaje de Juan Carlos Alles. Transcribiré a continuación algunas otras
menciones.
En carta a Emilio Oribe, datada en San José el 1º de julio de 1927,
comunica que “hay, además, una novela que
está hace tiempo por la mitad y que no he tocado preocupado en otras cosas”.
Otra mención a Don Juan, el Zorro aparece
en una carta dirigida conjuntamente a Santiago Dossetti y a Juan José Morosoli
y datada en Montevideo, diciembre de 1936 (esto es: aproximadamente tres años
después del reportaje de Alles y ocho después de la carta a Emilio Oribe).
Escribe Espínola en esa carta: “El Don
Juan, el Zorro, que debió terminarse en noviembre, pero que fue abandonado para
atender a otras cosas, irá a Chile, para “Ercilla”, cuyo director me escribió y
quiere editar toda mi obra”. Un año más tarde, cuando el autor publica su
drama-pantomima La fuga en el espejo (Montevideo,
Editorial “Alba”, 1937), en la nómina de obras en preparación, y próximas a aparecer,
figura el todavía inédito Don Juan, el
Zorro. Diez años más tarde, tal como se documenta en el inciso c) del
parágrafo 2, el autor vuelve a anunciar la inminente publicación de su novela.
Finalmente, y aparte de otros testimonios que sería imposible registrar, en la
contratapa de lo publicado por CEDAL, se dice: “Obra largamente esperada, Don Juan, el Zorro es un gran empeño de Francisco Espínola y presumiblemente su
culminación como escritor. Los tres fragmentos que ahora publicamos forman
parte de una novela más extensa y de aparición inminente. Su calidad literaria
confirma el sitio que su labor ya ocupa en la historia de la literatura
uruguaya”. A pesar del nuevo anuncio de “inminente aparición” que se registra en las líneas transcriptas, en
1973, cuando muere el escritor, la novela continuaba aun sin publicar. Y,
además, inconclusa. Pero, y los testimonios que quedan registrados así lo
evidencian, el autor no abandonó nunca el proyecto de concluir y publicar su Don Juan, el Zorro. Cabe preguntarse,
entonces, cómo en el curso de tantos años no culminó ese proyecto tan
largamente sostenido.
Una respuesta taxativa a esa pregunta, es, sin duda, imposible, porque ella
supondría entrar en el misterio de una vida humana. Y esto, notoriamente, no
está al alcance de nadie. Pero sí es posible una respuesta aproximativa. Y es
esta: el autor puso siempre más empeño en pensar
y contar oralmente su Don Juan, el
Zorro, que en escribirlo. El
tiempo empleado, efectivamente empleado,
por el autor en escribir su novela
fue desproporcionadamente breve en relación con el empleado en pensarla y contarla oralmente. El tiempo
empleado en escribirla sólo abarcó
unos pocos meses a lo largo de los cuarenta y cinco años que van de 1928 a
1973. Esos pocos meses podrían ser categorizados como breves islas de escritura en un mar de oralidad. No es difícil fundamentar
esta afirmación. En defecto: estas islas
de escritura son sólo cuatro y cada una de ellas abarca un período no muy
extenso de tiempo. La primera se ubica en en el año 1928, cuando escribe las 36
páginas a que se ha hecho referencia hacia el final del incos b) del parágrafo
2. Esas 36 páginas, que son la mitad de
la novela aludida en la carta a Emilio Oribe, fueron escritas en unas pocas
semanas. Hasta 1933, el Don Juan, el
Zorro permaneció tal como estaba en 1928. Así lo testimonia el reportaje de
Alles antes citado. Una segunda isla de
escritura se ubica en 1935. A partir de enero del año citado, comenzó
Espínola a colaborar en “la revista para
los hogares argentinos”, suplemento semanal del diario Crítica, de Buenos Aires. Durante varios meses, Espínola publica en
ese suplemento una colaboración semanal con narraciones que, aun sin llegar a
constituir una novela, están articulados entre sí porque algunos personajes
figuran en todas y porque algunas de ellas se relacionan anecdóticamente. Los
personajes permanentes -todos del medio rural- son don Basualdo, la Toribia, el
negro Tizón, el Mellizo Juan y el gurí Serapito. Pues bien: tres de estas
colaboraciones constituyen la segunda isla
de escritura. En ellas, en efecto, el viejo don Basualdo narra, a pedido de
Serapito, algunas aventuras de Don Juan, el Zorro. El carácter semanal de las
colaboraciones, que el autor mantuvo ininterrumpidamente evidencian que esta
segunda isla de escritura está
constituída por el tiempo empleado en redactar los manuscritos a que se hace
referencia en el apartado 3 al comentar el capítulo I, La mala acción del Peludo. Esta tercera isla de escritura tiene que haber sido necesariamente muy breve,
porque en esos manuscritos el autor se limita a recoger, desglosado de su
contexto narrativo y con la mínima variante que se indicará más adelante, lo
narrado por don Basualdo en las colaboraciones de Crítica. No es posible establecer con certeza la ubicación temporal
de la tercera etapa. Puede ubicarse, aunque sin certeza, en el año 1936,
constituyendo la mitad de la novela que, según lo expresado en carta a Dossetti
y Morosoli, planeaba enviar a la editorial “Ercilla”,
de Chile. La cuarta isla de escritura se
ubica en el verano de 1947 y parte del invierno de 1948. Es cuando el autor escribe
casi todo de lo que es el cuerpo novelesco fundamental que se recoge en esta
edición. La ubicación temporal de esta cuarta y última isla de escritura y su extensión son absolutamente seguras, ya que
están fundamentadas en las reiteradas manifestaciones orales del autor. Después
de lo escrito en 1947-48, nada más de su Don
Juan, el Zorro escribió el autor, aunque, eso sí, se dedicó pertinazmente a
corregir lo escrito, en busca de una perfección sin duda imposible, y a hacer
anotaciones y redactar esbozos de escenas destinadas a concluir su novela.
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