EL CRUCE DEL PRIMER UMBRAL (5)
El lector debe saber que
el príncipe Cinco Armas se refería al Arma del Conocimiento que estaba dentro
de él. Este joven héroe no era otro que el futuro Buddha, en una reencarnación
anterior. (51)
“Lo que dice este joven
es cierto -pensó el ogro, aterrorizado con el miedo a la muerte-. Del cuerpo de
este hombre león mi estómago no podría digerir ni un fragmento de carne del
tamaño de un frijol. ¿Lo dejaré ir?” Y dejó ir al príncipe Cinco Armas. El
Futuro Buddha le predicó la Doctrina, lo dominó, lo enseñó a renunciar y luego
lo transformó en el espíritu que debía recibir las ofrendas del bosque. Después
de amonestar al ogro para que fuera prudente, el joven partió y a la entrada
del bosque contó su historia a los seres humanos; luego siguió su camino. (52)
Como símbolo del mundo al
que nos mantienen aferrados los cinco sentidos y que no pueden hacerse a un
lado por las acciones de los órganos físico, Cabello Pegajoso fue vencido sólo
cuando el Futuro Buddha, desposeído de las cinco armas de su nombre momentáneo
y carácter físico, recurrió a la sexta arma, invisible y sin nombre, el trueno
divino, el conocimiento del principio trascendente, que está detrás del reino
fenoménico de los nombres y de las formas. Entonces cambió la situación. No
permaneció atrapado sino que fue libertado; porque pudo recordar que ser era
ser libre siempre. La fuerza del monstruo fenomenológico desapareció y aprendió
a renunciar. Habiendo aprendido a renunciar se convirtió en divino, un espíritu
que tiene derecho a recibir ofrendas, o sea como es el mundo mismo una vez que
se conoce, no en el sentido final, sino como un mero nombre y la forma de lo
que trasciende, pero que abarca en forma inmanente todos los nombres y las
formas.
La “muralla del Paraíso”
que esconde a Dios de los ojos humanos, ha sido descrita por Nicolás de Cusa
como constituida por la “coincidencia de los contrarios”; la puerta está vigilada
por “el más alto espíritu de la razón que impide la entrada hasta que ha sido
dominado.” (53) Las parejas de contrarios (ser y no ser, la vida y la muerte,
la belleza y la fealdad, el bien y el mal y todas las otras polaridades que
atan las facultades a la esperanza y al temor y ligan los órganos de la acción
a los actos de defensa y de adquisición) son las rocas que chocan (Simplégades)
y destruyen al viajero, pero entre las cuales los héroes siempre pasan. Este es
un motivo conocido por todo el mundo. Los griegos lo asociaban con dos islas rocosas
del mar Euxino, que chocaban una contra otra, empujadas por los vientos, pero
Jasón, en el Argos, navegó entre ellas, y desde ese momento han permanecido
separadas. (54) Los Héroes Gemelos de la leyenda Návajo fueron advertidos del
mismo obstáculo por la Mujer Araña; protegidos sin embargo por el polen,
símbolo del camino, y por las plumas de águila arrancadas por un pájaro del sol
vivo, pudieron superarlo. (55)
Como el humo de ofrenda
que se eleva a través de la puerta del sol, así va el héroe, liberado de su ego,
a través de las paredes del mundo, deja el ego atrapado por el del Cabello
Pegajoso y sigue adelante.
Notas
(51) El trueno (vajra) es uno de los símbolos
principales de la iconografía budista, y significa la fuerza espiritual del
estado de Buddha (iluminación indestructible) que sacude las realidades
ilusorias del mundo. Lo absoluto o Adi Buddha está representado en las imágenes
del Tibet como, Vajra-Dhara (tibetano: Dorje-Chang),
“Sostenedor del rayo adamantino”.
En las figuras de los
dioses que han venido de la antigua Mesopotamia (Sumeria, Acadia, Babilonia y
Asiri) el trueno, en la misma forma que el vajra, es un elemento conspicuo; de ellos
lo heredó Zeus.
Sabemos también que entre
los pueblos guerreros primitivos, hablan de sus armas como truenos. Sicut in coelo et in terra; el guerrero
iniciado es un agente de la voluntad divina, su adiestramiento no consiste
solamente en habilidades manuales, sino también en las espirituales. La magia
(que es la fuerza sobrenatural del trueno) como también la fuerza física y el
veneno químico, da energía letal a sus golpes. Un maestro consumado no requiere
ningún arma física; es suficiente con la fuerza de su palabra mágica.
La parábola del príncipe
Cinco Armas ilustra este tema. Pero también enseña que el que confía o se
enorgullece de sus características empíricas o meramente físicas está
completamente perdido. “Aquí tenemos el retrato de un héroe -escribe el Dr.
Coomaraswamy- que entra en la experiencia estética (los ‘cinco puntos’ son los
cinco sentidos), pero que es capaz por una superioridad moral intrínseca, de
libertarse a sí mismo y de libertar a otros”. (Journal os American Folklore, 57, 1944, p. 129).
(52) Jataka, 55: I, 272-275. Adaptado, ligeramente abreviado de la
traducción de Eugene Watson Burlingame, op.
cit., pp. 41-44. Reproducido con autorización de Yale University Press,
editores.
(53) Nicolás de Cusa, De Visiones Dei, 9:11, citado por Ananda K. Coomaraswamy, “On the
One and Only Transmigrant” (Supllement to
the Journal of the American Oriental Society, abril-junio, 1944), p. 25.
(54) Ovidio, Metamorfosis, VII, 62; XV, 338.
(55) Supra, p. 71.
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