domingo

LECCIONES DE VIDA (112) - ELISABETH KÜBLER-ROSS Y DAVID KESSLER


LA LECCIÓN DE LA FELICIDAD (5)

EKR (5)


La pregunta “¿Por qué yo?” surge cuando nos consideramos víctimas de las circunstancias. Este sentimiento nos mantiene anclados en la infelicidad porque nos lleva a interpretar que todos los sucesos malos constituyen una afrenta personal. Cuando pensamos que todo nos ocurre a nosotros aparece el sentimiento de víctima. Existen la pérdida y la restitución, el sol y la lluvia, pero no existen por una cuestión personal hacia nosotros. Incluso que alguien nos hiera no está relacionado no está muchas veces relacionado directamente con nosotros. Cuando entendemos esto dejamos de sentirnos víctimas. Debemos recordar que nuestras emociones y nuestra realidad están determinadas por nuestros pensamientos, y no lo contrario. No somos víctimas del mundo.

Vivimos en el País del Cuando. Creemos que seremos felices cuando ciertas cosas sucedan: cuando empecemos un nuevo trabajo, cuando encontremos a la pareja adecuada, cuando nuestros hijos hayan crecido. Y nos sentimos muy decepcionados al descubrir que no nos hace felices obtener lo que esperábamos. Entonces elegimos una nueva serie de “cuandos”: cuando tengamos más antigüedad en el trabajo, cuando nazca nuestro primer bebé, cuando los hijos vayan a una buena universidad… Pero llegar a nuestros “cuando” no nos proporciona una satisfacción duradera. Debemos elegir la felicidad por encima del “cuando…”. El “cuando” es ahora. La felicidad es tan posible en las circunstancias actuales como en otras.

Muchas veces no vemos una situación como es en realidad, sino bajo la luz del concepto de cómo debería ser. Cuando proyectamos nuestras expectativas en las circunstancias negamos la verdad y no percibimos más que ilusiones. Ver la verdad es saber que, suceda lo que suceda, el universo se mueve en dirección correcta. Es decir, nosotros podemos desviarnos del camino, pero nuestro destino nunca lo hace. Los sucesos de nuestra vida serán buenos o malos, pero el mundo es programado para obtener unos resultados y guiarnos hacia nuestras lecciones. El mundo está diseñado para conducirnos hacia la alegría, no para alejarnos de ella, aunque a veces creamos que las cosas se mueven en la dirección equivocada. No existe ningún problema ni situación que Dios no pueda manejar. Y lo mismo podemos decir de nosotros.

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