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EL HÉROE DE LAS MIL CARAS (24) - JOSEPH CAMPBELL


2 / LA NEGATIVA AL LLAMADO (4)

La introversión voluntaria, de hecho, es uno de los recursos clásicos del genio creador y puede emplearse como un recurso deliberado. Lleva las energías psíquicas a lo profundo y activa el continente perdido de las imágenes infantiles inconscientes y arquetípicas. El resultado, por supuesto, puede ser una desintegración más o menos completa de la conciencia (neurosis, psicosis; la fuga de la hechizada Dafne), pero por otra, si la personalidad es capaz de absorber e integrar las nuevas fuerzas se habrá experimentado un grado casi de sobrehumano de autoconciencia y de control dominante. Este es un principio básico de las disciplinas hindúes del yoga. Ha sido también el camino de muchos espíritus creadores de Occidente. (25) No puede describirse cabalmente como una respuesta a una llamada específica. Es más bien una negativa deliberada y aterradora a dar otra respuesta que no sea la más honda, la más alta y la más rica a la demanda todavía desconocida de un vacío interior en espera; una especie de golpe total, o rechazo a los términos que ofrece la vida, como resultado de lo cual una fuerza transformadora lleva el problema a un plano de nuevas magnitudes, donde repentina y finalmente se resuelve.

Este es el aspecto del problema del héroe ilustrado en la maravillosa aventura de las Mil y una noches del príncipe Kamaru-Seman y la princesa Budur. El príncipe, joven y hermoso, el único hijo del rey Sharamán de Persia, rechazaba persistentemente las repetidas sugestiones, peticiones, demandas y finalmente mandatos de su padre, de que actuara en forma normal y tomara una esposa. La primera vez que le planteó la cuestión al joven respondió: “Has de saber ¡ye padre mío! Que a mí el matrimonio no me ofrece ningún atractivo. Pues sobre sus engaños y perfidias muchos libros he leído y muchos dichos he oído. Como el poeta dijo:

Si deseáis saber cómo las hembras son,
preguntádmelo a mí, que en ello soy doctor.
Y yo os digo que, en cuanto al hombre le blanquea
el pelo y en su bolso se acaban las monedas,
huyen de él las mujeres cual de la peste negra.

Y dijo también otro poeta:

Déjate de mujeres y conságrate a Alá;
el mozo que a las hembras sin freno se abandona,
prepárase una vida llena de malestar.
Que son tales las hembras, que al más pintado engañan
por más listo que sea; pues ellas lo son más.

Y luego en prosa llana, díjole el joven a su padre: ‘Desde ahora te digo, padre mío, que jamás consentiré en casarme y a ello nunca me avendré, aunque la copa de la muerte me dieran a beber.”

Cuando el sultán Shahramán oyó estas palabras de su hijo la luz se convirtió en tinieblas ante sus ojos y se llenó de desconsuelo; pero por el gran amor que le tenía no quiso repetir sus deseos ni se indignó, sino que le mostró toda clase de bondades.

Después de un año, el padre repitió su pregunta, pero el joven persistió en su negativa con otros versos de los poetas. Entonces el rey consultó a su visir. “¡Ye monarca glorioso! -respondiole el visir-. Lo que yo creo ahora deber aconsejarte es que aguardes a que pase otro año, en el cual no has de insistir sobre el tema matrimonial, y cuando ese año sea cumplido y pienses hablarle otra vez de casorio a tu hijo, no lo hagas a solas con él, sino en presencia de toda la corte regia, delante de toda la asamblea de emires y visires, y no en secreto como hasta aquí hiciste.”

Cuando llegó el momento, sin embargo, y el rey Shahraman dio su mandato en presencia de la corte, el príncipe inclino la cabeza un momento, luego la levantó en dirección a su padre y movido por locura juvenil y por ignorancia infantil, replicó: “Ya te he dicho, padre mío, que estoy decidido a no casarme jamás, aunque el cáliz de la muerte hubiera de apurar. Y he de decirte con franqueza que eres hombre de muchos años y de juicio escaso, pues ya antes ahora me pediste dos veces que accediese a tomar esposa y ambas te respondí lo mismo que hoy te acabo de decir. ¡Así que, por lo visto, chocheas y no vales ni para gobernar una piara de ovejas!” Así diciendo, Kamaru-a-Semán descruzó las manos de detrás de su espalda y se levantó las mangas hasta arriba de los codos ante su padre, porque estaba furioso y dijo muchas otras palabras a su señor, sin saber lo que decía en la confusión de su espíritu.


Notas

(25) Véase Otto Rank, Art and Artist, traducción de Charles Francis Atkinson (Nueva York, Alfred A. Knopf, Inc, 1943), pp. 40-41. “Si comparamos el tipo neurótico con el creador es evidente que el primero sufre de un control excesivo en su vida impulsiva… Ambos se distinguen fundamentalmente del tipo medio, que se acepta a sí mismo tal como es, por la tendencia a ejercitar su voluntad en reformarse a sí mismo. Hay, sin embargo, la siguiente diferencia: que el neurótico, al rehacer voluntariamente su ego, no pasa por encima del trabajo destructivo preliminar y por lo tanto, es incapaz de apartar el proceso creativo completo de su propia persona y de transferirlo a una abstracción ideológica. El artista creador también empieza… con la recreación de sí mismo que resulta de un ego ideológicamente construido (pero en su caso) este ego está en la posición en que puede trasladar la fuerza de voluntad creadora de su propia persona a representaciones ideológicas de esa persona y, por lo tanto, darle objetividad. Debe admitirse que este proceso está limitado al individuo mismo, y no sólo a sus aspectos constructivos sino a los destructivos. Eso explica por qué es difícil que cualquier trabajo creador salga adelante en crisis mórbidas de naturaleza ‘neurótica’.

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