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/ LA NEGATIVA AL LLAMADO (4)
La introversión
voluntaria, de hecho, es uno de los recursos clásicos del genio creador y puede
emplearse como un recurso deliberado. Lleva las energías psíquicas a lo
profundo y activa el continente perdido de las imágenes infantiles
inconscientes y arquetípicas. El resultado, por supuesto, puede ser una
desintegración más o menos completa de la conciencia (neurosis, psicosis; la
fuga de la hechizada Dafne), pero por otra, si la personalidad es capaz de
absorber e integrar las nuevas fuerzas se habrá experimentado un grado casi de
sobrehumano de autoconciencia y de control dominante. Este es un principio
básico de las disciplinas hindúes del yoga. Ha sido también el camino de muchos
espíritus creadores de Occidente. (25) No puede describirse cabalmente como una
respuesta a una llamada específica. Es más bien una negativa deliberada y
aterradora a dar otra respuesta que no sea la más honda, la más alta y la más
rica a la demanda todavía desconocida de un vacío interior en espera; una
especie de golpe total, o rechazo a los términos que ofrece la vida, como
resultado de lo cual una fuerza transformadora lleva el problema a un plano de
nuevas magnitudes, donde repentina y finalmente se resuelve.
Este es el aspecto del
problema del héroe ilustrado en la maravillosa aventura de las Mil y una noches del príncipe
Kamaru-Seman y la princesa Budur. El príncipe, joven y hermoso, el único hijo
del rey Sharamán de Persia, rechazaba persistentemente las repetidas
sugestiones, peticiones, demandas y finalmente mandatos de su padre, de que
actuara en forma normal y tomara una esposa. La primera vez que le planteó la
cuestión al joven respondió: “Has de saber ¡ye
padre mío! Que a mí el matrimonio no me ofrece ningún atractivo. Pues sobre
sus engaños y perfidias muchos libros he leído y muchos dichos he oído. Como el
poeta dijo:
Si
deseáis saber cómo las hembras son,
preguntádmelo
a mí, que en ello soy doctor.
Y
yo os digo que, en cuanto al hombre le blanquea
el
pelo y en su bolso se acaban las monedas,
huyen
de él las mujeres cual de la peste negra.
Y dijo también otro
poeta:
Déjate
de mujeres y conságrate a Alá;
el
mozo que a las hembras sin freno se abandona,
prepárase
una vida llena de malestar.
Que
son tales las hembras, que al más pintado engañan
por
más listo que sea; pues ellas lo son más.
Y luego en prosa llana,
díjole el joven a su padre: ‘Desde ahora te digo, padre mío, que jamás
consentiré en casarme y a ello nunca me avendré, aunque la copa de la muerte me
dieran a beber.”
Cuando el sultán
Shahramán oyó estas palabras de su hijo la luz se convirtió en tinieblas ante
sus ojos y se llenó de desconsuelo; pero por el gran amor que le tenía no quiso
repetir sus deseos ni se indignó, sino que le mostró toda clase de bondades.
Después de un año, el padre
repitió su pregunta, pero el joven persistió en su negativa con otros versos de
los poetas. Entonces el rey consultó a su visir. “¡Ye monarca glorioso! -respondiole el visir-. Lo que yo creo ahora
deber aconsejarte es que aguardes a que pase otro año, en el cual no has de
insistir sobre el tema matrimonial, y cuando ese año sea cumplido y pienses
hablarle otra vez de casorio a tu hijo, no lo hagas a solas con él, sino en
presencia de toda la corte regia, delante de toda la asamblea de emires y
visires, y no en secreto como hasta aquí hiciste.”
Cuando llegó el momento,
sin embargo, y el rey Shahraman dio su mandato en presencia de la corte, el príncipe
inclino la cabeza un momento, luego la levantó en dirección a su padre y movido
por locura juvenil y por ignorancia infantil, replicó: “Ya te he dicho, padre
mío, que estoy decidido a no casarme jamás, aunque el cáliz de la muerte
hubiera de apurar. Y he de decirte con franqueza que eres hombre de muchos años
y de juicio escaso, pues ya antes ahora me pediste dos veces que accediese a
tomar esposa y ambas te respondí lo mismo que hoy te acabo de decir. ¡Así que,
por lo visto, chocheas y no vales ni para gobernar una piara de ovejas!” Así
diciendo, Kamaru-a-Semán descruzó las manos de detrás de su espalda y se
levantó las mangas hasta arriba de los codos ante su padre, porque estaba
furioso y dijo muchas otras palabras a su señor, sin saber lo que decía en la
confusión de su espíritu.
Notas
(25) Véase Otto Rank, Art and Artist, traducción de Charles Francis Atkinson (Nueva York,
Alfred A. Knopf, Inc, 1943), pp. 40-41. “Si comparamos el tipo
neurótico con el creador es evidente que el primero sufre de un control
excesivo en su vida impulsiva… Ambos se distinguen fundamentalmente del tipo
medio, que se acepta a sí mismo tal como es, por la tendencia a ejercitar su
voluntad en reformarse a sí mismo. Hay, sin embargo, la siguiente diferencia:
que el neurótico, al rehacer voluntariamente su ego, no pasa por encima del
trabajo destructivo preliminar y por lo tanto, es incapaz de apartar el proceso
creativo completo de su propia persona y de transferirlo a una abstracción
ideológica. El artista creador también empieza… con la recreación de sí mismo
que resulta de un ego ideológicamente construido (pero en su caso) este ego está
en la posición en que puede trasladar la fuerza de voluntad creadora de su
propia persona a representaciones ideológicas de esa persona y, por lo tanto,
darle objetividad. Debe admitirse que este proceso está limitado al individuo
mismo, y no sólo a sus aspectos constructivos sino a los destructivos. Eso
explica por qué es difícil que cualquier trabajo creador salga adelante en crisis
mórbidas de naturaleza ‘neurótica’.
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