CANCIÓN 23
Cuando tú me mirabas
su gracia en mí tus ojos imprimían;
por eso me sdamabas,
y en eso merescían
los míos adorar lo que en ti vían.
DECLARACIÓN (2)
5
/
Es de notar para inteligencia de esto, que Dios, así como no ama cosa fuera de
sí, así ninguna cosa ama más bajamente que a sí, porque todo lo ama por sí y el
amor tiene la razón de el fin, y así, no ama las cosas por lo que ellas son en
sí. De donde amar Dios al alma es meterla en cierta manera en sí mismo,
igualándola consigo, y así, ama al alma en sí consigo con el mismo amor que Él
se ama. Y, por eso, en cada obra merece el alma amor de Dios, porque, puesta en
esta gracia y alteza, merece al mismo Dios en cada obra. Y por eso se sigue en
estotro verso:
y
en eso merecían.
6
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En ese favor y gracia que los ojos de tu misericordia me hicieron de levantarme
a tu amor, tuvieron valor y merecieron
los
míos adorar lo que en ti veían.
7
/
Es tanto como decir: Las potencias de mi alma, Esposo mío, merecieron levantarse
a mirarte, que antes con la miseria de su baja obra y caudal estaban caídas y
bajas -porque poder mirar el alma a Dios es hacer obras en gracia de Dios-; y
ya merecían los ojos de el alma en el adorar, porque adoraban en gracia de su
Dios; adoraban lo que ya en Él veían, alumbrados y levantados con su gracia y
favor, lo cual no veían por su ceguera y bajeza. ¿Qué era, pues, lo que ya
veían? Veían grandeza de virtudes, abundancia de suavidad, bondad inmensa, amor
y misericordia en Él, beneficios innumerables que de Él había recibido, ahora
estando en gracia, ahora cuando no lo estaba. Todo esto merecían ya adorar con
merecimiento los ojos de el alma, porque ya estaban graciosos, lo cual antes no
sólo no merecían adorarlo ni verlo, pero ni aun considerarlo, porque es grande
la crudeza y ceguera de el alma que está sin gracia.
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