domingo

CÁNTICO ESPIRITUAL (56) - SAN JUAN DE LA CRUZ


CANCIÓN 23

Cuando tú me mirabas
su gracia en mí tus ojos imprimían;
por eso me sdamabas,
y en eso merescían
los míos adorar lo que en ti vían.


DECLARACIÓN (1)

1 / Es propiedad de el amor perfecto no querer admitir ni tomar nada para sí ni atribuirse nada sino todo al Amado; que esto aun en los amores bajos lo hay, cuanto más en el de Dios, donde tanto obliga la razón. Y, por tanto, porque en las dos canciones pasadas parece se atribuía a sí alguna cosa la esposa, tal como decir que haría ella  juntamente con el Esposo las guirnaldas, y que se tejerían con el cabello de ella (lo cual es obra no de poco momento y estima), y, después, decir y gloriarse que el Esposo se había prendado de su cabello y llagado en su ojo (en lo cual también parece atribuirse a sí misma gran merecimiento), quiere ahora en la presente canción declarar su intención  y deshacer el engaño que en esto se puede entender, con cuidado y temor no se le atribuya a ella algún valor y merecimiento, y por eso se le atribuya a Dios menos de lo que se le debe y ella desea. Atribuyéndolo todo a Él y regraciándoselo juntamente, le dice que, la causa de prendarse Él de el cabello de su amor y llagarse de el ojo de su fe, fue por haber Él héchola merced de mirarla con amor, en lo cual la hizo graciosa y agradable a sí mismo, y que, por esa gracia y valor que de Él recibió, mereció su amor, y tener valor ella en sí para adorar agradablemente a su Amado y hacer obras dignas de su gracia y amor. Síguese el verso

Cuando tú me mirabas.

2 / Es a saber, con afecto de amor -porque ya dijimos que el mirar de Dios aquí es amar-

Su gracia en mí tus ojos imprimían.

3 / Por los “ojos” de el Esposo entiende aquí su Divinidad misericordiosa, la cual, inclinándose al alma con misericordia, imprime e infunde en ella su amor y gracia, con que la hermosea y levanta tanto, que la hace consorte de la Misma Divinidad. Y dice el alma, viendo la dignidad y alteza en que Dios la ha puesto:

por eso me adamabas.

4 / Adamar es amar mucho, es más que amar simplemente; es como amar duplicadamente, esto de, por dos títulos o causas. Y así, en este verso da a entender el alma los dos motivos y causas de amor que Él tiene a ella, por los cuales no sólo la amaba prendado en su cabello, mas que la adamaba prendado en su ojo. Y la causa porque Él la adamó de esta manera tan estrecha, dice ella en este verso que era porque Él quiso con mirarla darla gracia para agradarse de ella, dándole el amor de su cabello, y formándole con su caridad la de su ojo. Y así dice “por eso me adamabas”; porque poner Dios en el alma su gracia, es hacerla digna y capaz de su amor. Y así, es tanto como decir: Porque habías puesto en mí tu gracia, que eran prendas dignas de tu amor, “por eso me adamabas”; esto es, por eso me dabas más gracias. Esto es lo que dice San Juan (1, 16) que “dat gratiam pro gratia”; que quiere decir: “Da gracia por la gracia” que ha dado, que es dar más gracia; porque sin su gracia no se puede merecer su gracia.

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