¿Cómo construir un psicoanálisis contemporáneo, abierto a los
intercambios con otras disciplinas y al desafío que impone cada coyuntura
sociocultural? En mi libro, Encrucijadas del psicoanálisis (*),
insisto en que es necesario que éste se actualice para no perder vigencia.
La clínica actual supone lidiar no sólo con enfermedades, sino con el
sufrimiento (el evitable y el inevitable). ¿Quiénes nos consultan?
Generalizaré: personas con incertidumbre sobre las fronteras entre el yo y los
otros; con fluctuaciones intensas en la autoestima; con vulnerabilidad a
las heridas narcisistas; con gran dependencia de los otros o
imposibilidad de establecer relaciones significativas; con intensas angustias y
temores; con apatía, con trastornos del sueño y del apetito, con desesperanza,
con hipocondría, con crisis de ideales y valores y con
multiplicidad de síntomas corporales.
El sufrimiento es una experiencia que confronta a una persona con la
pérdida, el rechazo, la decepción que le impone alguien significativo, una
actividad o ciertas pérdidas o traumas. El sufrimiento es una necesidad porque
obliga a reconocer la diferencia entre realidad y fantasía. Y es un
riesgo porque el sujeto, ante el exceso de sufrimiento, puede
desapegarse de aquello que lo causa empobreciendo sus relaciones y su vida
misma.
Una cuota de sufrimiento es inherente al vivir y soportable sin
terapias y sin pastillas. Cuando la cuota se vuelve excesiva -por
la duración, por la intensidad- recurrimos a respuestas elementales para
atenuarla y -si pudiéramos- borrarla. La gente hoy tiene el sufrimiento
paradójico de no querer sufrir ni lo indispensable.
La moral y la felicidad, que estaban reñidas, hoy son carne y uña. Lo
moral, lo que está bien, es ser feliz. Hemos pasado de valorar el
deber a valorar los placeres. En vez de abnegación, escapismo; en vez de
privacidad, violencia mediática y frivolidad. La dictadura de la euforia
sumerge en la vergüenza a los sufren. El hombre actual sufre por no
querer sufrir. Quiere anestesia en la vida cotidiana. Simples
dificultades las considera sufrimientos. Sin embargo, reconozcamos que una
dificultad sólo es preocupante cuando se pasa de la raya sea por la duración,
sea por la intensidad.
"Conviértase en su mejor amigo", "Piense en
positivo"... Por cualquier medio hay que "tener onda",
ser divertidos. Se nos muere alguien querido, nos rechaza alguien que
nos importa, alguien hace algo que nos decepciona... Todas pérdidas. Pero
también son pérdidas ser despedidos del empleo, quebrar en una empresa... Eso
duele. Es un dolor sano, que a veces se intenta extirpar con
distintos psicofármacos, con alcohol o con otras conductas de evasión.
Tenemos derecho a tener un techo, a evitar la intemperie. Otra cosa es
que un adulto pretenda la protección que se le da al niño. El infantilismo combina
una exigencia de seguridad con una avidez sin límites y evita cualquier
obligación. Mi infancia desgraciada, mi madre "castradora", mi padre
ausente... Al demostrar que el ser humano es movido por fuerzas que conoce pero
también por fuerzas que no conoce (lo inconsciente) el psicoanálisis
proporcionó a cada cual una batería de pretextos para victimizarse.
Hay corrientes filosóficas y psicológicas que no quieren hablar de
conflicto. Pero el conflicto no es ni bueno ni malo. El conflicto es.
El conflicto no es una pelea callejera que pudo haberse evitado. El conflicto
es inevitable. El vegetal lucha para vivir, para no ser destruido por el clima,
por los animales. El hombre para no ser destruido por sí mismo, por los otros o
por ciertas vicisitudes propias de la vida.
El análisis de los condicionamientos sociales sobre la historia
individual aporta un esclarecimiento particular sobre los conflictos
"personales". Permite deslindar los elementos de una historia propia
y los que comparte con aquellos que han vivido situaciones similares. Todos
vivimos en un cóctel cuyos ingredientes son contradicciones sociales,
psicológicas, culturales y familiares.
Las normas morales cambian de una sociedad a otra. Son muchos los que
repiten que ya no hay valores. Que toda la cultura moderna se ha encaminado
hacia el nihilismo. El nihilismo es precisamente esta "falta de
fundamento". Es un hecho que no existe ni existió una sociedad sin
valores. Esos valores, conforman la sociedad y la subjetividad.
Ahora hay familias ampliadas, nucleares, monoparentales, homosexuales,
etc., y familias típicas (típicas de antes) y personas que extrañan la
"familia tradicional" y a veces son intolerantes con las otras.
Caídos los dogmas, tenemos que conformarnos con creencias, convencimientos, fe,
teorías, hipótesis y opiniones. Y disfrutar de ellos y soportar que a veces no
sepamos a qué atenernos.
Frente al estallido de las normas tradicionales, el individuo no cuenta
con una guía univoca. Se le exige ser exitoso en diversos registros: físico,
estético, sexual, psicológico, profesional, social, etc. En un mundo
fascinado por el éxito, el rendimiento y la excelencia, hay tensiones fuertes
entre las metas y los logros y ello implica sufrimientos diversos.
Algo falla en esta exigencia que necesita drogas diversas, anabólicos,
bebidas energizantes. Los duelos masivos y traumas hacen zozobrar vínculos,
identidades y proyectos personales y colectivos. Si ustedes quieren eludir
estas crisis, tendrán que encerrarse en un bunker al que no llegue el afuera,
sus turbulencias diversas, sus duelos masivos. Hemos vivido "dentro"
de esa crisis multidimensional (política, social, económica y ética) que
nos asedia en las últimas décadas. La autoestima y la identidad se resquebrajan
cuando la sociedad "maltrata" al sujeto.
Los pacientes, fragmentados por los especialistas, aumentan la
hipocondría y van, nómades, de consulta en consulta. Nómades y
escépticos. No creen en ningún tratamiento pero los prueban todos:
homeopatía, acupuntura, hipnosis y alopatía. Pero no es imposible encontrar al
profesional que dialoga. Será la oportunidad de hablar de su padecer e
inscribirlo en la trama de una historia personal.
(*) Las encrucijadas actuales del psicoanálisis (Fondo
de Cultura Económica)
Luis Hornstein es médico, psiquiatra y psicoanalista. Es presidente de la
Fundación para el Estudio del Psicoanálisis (FUNDEP). Fue director del Centro
de Estudios Psicoanalíticos de Caracas desde 1979 hasta 1983, junto a Mauricio
Goldenberg. Premio Konex de Platino 2006 por su labor en psicoanálisis. Es
autor de Teoría de las ideologías y psicoanálisis (1973); Introducción
al psicoanálisis (1983); Cura psicoanalítica y sublimación (1988); Práctica
Psicoanalítica e historia (1993); Narcisismo (2000); Intersubjetividad
y clínica (2003); y Las depresiones (2006), Autoestima
e Identidad. Narcisismo y valores sociales (FCE, 2011).
(infobae / 15-8-2018)
(infobae / 15-8-2018)
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