CANCIÓN 21
De
flores y esmeraldas,
en
las frescas mañanas escogidas,
haremos
las guirnaldas
en
tu amor florecidas
y
en un cabello mío entretejidas.
DECLARACIÓN
(3)
7
/
La flor que tienen las obras y virtudes es la gracia y virtud que de el amor de
Dios tienen, sin el cual no solamente no estarían florecidas, pero todas ellas
serían secas y sin valor delante de Dios, aunque humanamente fuesen perfectas.
Pero, porque Él da su gracia y amor, son las obras florecidas en su amor.
Y
en un cabello mío entretejidas.
8
/
Este cabello suyo es su voluntad de ella y amor que tiene al Amado; el cual
amor tiene y hace el oficio que el hilo de la guirnalda, porque, así como el
hilo enlaza y ase las flores en la guirnalda, así el amor de la alma enlaza y
ase las virtudes en el alma y las sustenta en ella. Porque, como dice San
Pablo, “es la caridad el vínculo y atadura de la perfección! (Col. 3,14). De
manera que en este amor de el alma están las virtudes y dones sobrenaturales
tan necesariamente asidos que, si quebrase -faltando a Dios- luego se
desasirían todas las virtudes y faltarían de el alma, así como, quebrado el
hilo en la guirnalda, se caerían las flores. De manera que no basta que Dios
nos tenga amor para darnos virtudes, sino que también nosotros se la tengamos a
Él para recibirlas y conservarlas. Dice “un cabello” solo, y no muchos cabellos,
para dar a entender que ya su voluntad está sola en Él, desasida de todos los
demás cabellos, que son los extraños y ajenos amores. En lo cual se encaresce
bien el valor y precio de estas guirnaldas de virtudes, porque cuando el amor
está único y sólido en Dios (cual aquí ella dice), también las virtudes están
perfectas y acabadas y florecidas mucho en el amor de Dios, porque entonces es
el amor que Él tiene al alma inestimable, según el alma da a entender en la
siguiente canción.
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