PRIMERA
PARTE “LAS
ENSEÑANZAS”
(Una forma yaqui de conocimiento)
(Una forma yaqui de conocimiento)
Martes,
23 de marzo, 1965
La siguiente conversación
tuvo lugar al otro día, después del relato de mi experiencia. Don Juan dijo:
-No se necesita gran cosa
para volverse cuervo. Lo hiciste y ahora siempre lo serás.
-¿Qué pasó después de que
me volví cuervo, don Juan? ¿Volé durante tres días?
-No; regresaste al caer
la noche, como yo te había dicho.
-Pero, ¿cómo regresé?
-Estabas muy cansado y te
dormiste. Eso es todo.
-Quiero decir, ¿volé de
regreso?
-Ya te dije. Me
obedeciste y regresaste a casa. Pero no te preocupes por ese asunto. No tiene
importancia.
-¿Qué es importante,
entonces?
-En todo el viaje hubo
una sola cosa de gran valor: ¡los pájaros plateados!
-¿Qué tenían de especial?
Sólo eran pájaros.
-No. Eran cuervos.
-¿Eran cuervos blancos,
don Juan?
-Las plumas negras del
cuervo son en realidad plateadas. Los cuervos brillan tan fuerte que las demás
aves no los molestan.
-¿Por qué parecían
plateadas sus plumas?
-Porque estabas viendo
como un cuervo. Un ave que nos parece oscura le parece blanca a un cuervo. Las
palomas blancas, por ejemplo, son rosas o azuladas para un cuervo; las gaviotas
son amarillas. Ahora, trata de recordar cómo te juntaste con ellos.
Pensé en eso, pero los
cuervos eran una imagen nebulosa, disociada, sin continuidad. Le dije que sólo
podía recordar que sentí haber volado con ellos. Preguntó si me les había unido
en el aire o en la tierra, pero yo no tenía modo de responder. Casi se enojó
conmigo. Exigió que pensara en eso. Dijo:
-Todo esto vale pura
madre, no es sino un sueño de loco, a menos que recuerdes correctamente.
Me esforcé por hacer
memoria, pero no pude.
Sábado,
3 de abril, 1965
Hoy pensé en otra imagen
de mi “sueño” sobre los cuervos plateados. Recordé haber visto una masa oscura
con miradas de agujeros de alfiler. De hecho, la masa era un conglomerado de
agujeritos. Ignoro por qué pensé que era blanda. Cuando estaba mirándola, tres
aves volaron directamente hacia mí. Una de ellas hizo un ruido; luego las tres
se hallaban junto a mí, en la tierra.
Describí la imagen a don
Juan. Me preguntó de qué dirección habían venido las aves. Le dije que no me
era posible determinarlo. Se impacientó bastante y me acusó de ser rígido en mi
pensamiento. Dijo que muy bien podría recordar si trataba de hacerlo, y que en
realidad yo tenía miedo de volverme menos rígido. Dijo que yo estaba pensando
en términos de hombres y cuervos, y que no era hombre ni cuervo en el momento
del que deseaba acordarme.
Me pidió recordar lo que
me había dicho el cuervo. Traté de pensar en ello, pero mi mente jugaba con
veintenas de cosas ajenas al asunto. No podía concentrarme.
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