domingo

LAS ENSEÑANZAS DE DON JUAN (77) - CARLOS CASTANEDA



PRIMERA PARTE “LAS ENSEÑANZAS”
(Una forma yaqui de conocimiento)


Martes, 23 de marzo, 1965

La siguiente conversación tuvo lugar al otro día, después del relato de mi experiencia. Don Juan dijo:

-No se necesita gran cosa para volverse cuervo. Lo hiciste y ahora siempre lo serás.

-¿Qué pasó después de que me volví cuervo, don Juan? ¿Volé durante tres días?

-No; regresaste al caer la noche, como yo te había dicho.

-Pero, ¿cómo regresé?

-Estabas muy cansado y te dormiste. Eso es todo.

-Quiero decir, ¿volé de regreso?

-Ya te dije. Me obedeciste y regresaste a casa. Pero no te preocupes por ese asunto. No tiene importancia.

-¿Qué es importante, entonces?

-En todo el viaje hubo una sola cosa de gran valor: ¡los pájaros plateados!

-¿Qué tenían de especial? Sólo eran pájaros.

-No. Eran cuervos.

-¿Eran cuervos blancos, don Juan?

-Las plumas negras del cuervo son en realidad plateadas. Los cuervos brillan tan fuerte que las demás aves no los molestan.

-¿Por qué parecían plateadas sus plumas?

-Porque estabas viendo como un cuervo. Un ave que nos parece oscura le parece blanca a un cuervo. Las palomas blancas, por ejemplo, son rosas o azuladas para un cuervo; las gaviotas son amarillas. Ahora, trata de recordar cómo te juntaste con ellos.

Pensé en eso, pero los cuervos eran una imagen nebulosa, disociada, sin continuidad. Le dije que sólo podía recordar que sentí haber volado con ellos. Preguntó si me les había unido en el aire o en la tierra, pero yo no tenía modo de responder. Casi se enojó conmigo. Exigió que pensara en eso. Dijo:

-Todo esto vale pura madre, no es sino un sueño de loco, a menos que recuerdes correctamente.

Me esforcé por hacer memoria, pero no pude.


Sábado, 3 de abril, 1965

Hoy pensé en otra imagen de mi “sueño” sobre los cuervos plateados. Recordé haber visto una masa oscura con miradas de agujeros de alfiler. De hecho, la masa era un conglomerado de agujeritos. Ignoro por qué pensé que era blanda. Cuando estaba mirándola, tres aves volaron directamente hacia mí. Una de ellas hizo un ruido; luego las tres se hallaban junto a mí, en la tierra.

Describí la imagen a don Juan. Me preguntó de qué dirección habían venido las aves. Le dije que no me era posible determinarlo. Se impacientó bastante y me acusó de ser rígido en mi pensamiento. Dijo que muy bien podría recordar si trataba de hacerlo, y que en realidad yo tenía miedo de volverme menos rígido. Dijo que yo estaba pensando en términos de hombres y cuervos, y que no era hombre ni cuervo en el momento del que deseaba acordarme.

Me pidió recordar lo que me había dicho el cuervo. Traté de pensar en ello, pero mi mente jugaba con veintenas de cosas ajenas al asunto. No podía concentrarme.

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