domingo

CÁNTICO ESPIRITUAL (48) - SAN JUAN DE LA CRUZ


DECLARACIÓN (1)

1 / Por cuanto en la canción pasada ha dicho el alma, o por mejor decir, la esposa, que se dio toda al Esposo sin dejar nada para sí, dice ahora en esta el modo y la manera que tiene en cumplirlo, diciendo que ya está su alma y cuerpo y potencias y toda su habilidad empleada, ya no en cosas que a ella le tocan, sino en las que son de servicio de su Esposo; y que, por eso, ya no anda buscando su próxima ganancia, ni se anda tras sus gustos, ni tampoco se ocupa en otras cosas y tratos extraños y ajenos de Dios; y que aun con el mismo Dios ya no tiene otro estilo de manera de trato sino ejercicio de amor, por cuanto ha ya trocado y mudado todo su primero trato en amor, según ahora se dirá.

Mi alma se ha empleado.

2 / En decir que el alma suya “se ha empleado”, da a entender la entrega que hizo a su Amado de sí en aquella unión de amor, donde quedó ya su alma, con todas sus potencias, entendimiento, voluntad y memoria, dedicada y mancipada al servicio de Él, empleando el entendimiento en entender las cosas que son más de su servicio para hacerlas, y su voluntad en amar todo lo que a Dios agrada y en todas las cosas aficionar la voluntad a Dios, y la memoria en el cuidado de lo que es de su servicio y lo que más le ha de agradar. Y dice más:

y todo mi caudal en su servicio.

3 / Por todo su caudal entiende aquí todo lo que pertenece a la parte negativa de la alma, la cual dice que está empleada en su servicio también como la parte razonal o espiritual que acabamos de decir en el verso pasado; y en esta parte sensitiva se incluye el cuerpo con todos sus sentidos y potencias, así interiores como exteriores. Entiéndese también en este verso toda la habilidad natural y razonal (como habemos dicho), los apetitos naturales y espirituales y el demás caudal de el alma; todo lo cual dice que está ya empleado en su servicio. Porque el cuerpo trata ya según Dios; los sentidos interiores y exteriores rige y gobierna según Dios, y a Él endereza las acciones de ellos; y las cuatro pasiones todas las tiene ceñidas también a Dios, porque no se goza sino de Dios, ni tiene esperanza sino en Dios, ni teme sino a Dios, ni se duele sino según Dios, y también sus apetitos van sólo a Dios, y todos sus cuidados.

4 / Todo este caudal de tal manera está ya empleado en Dios, que, aun sin advertencia de el alma, todas las partes que habemos dicho de este caudal en los primeros movimientos se inclinan a obrar en Dios y por Dios; porque el entendimiento, la voluntad y la memoria se van luego a Dios, y los afectos, los sentidos, los deseos y apetitos, la esperanza, el gozo y luego todo el caudal de prima instancia se inclinan a Dios, aunque, como digo, no advierta el alma que obra por Dios. De donde esta alma muy frecuentemente obra por Dios, y entiende en Él y en sus cosas, sin pensar ni acordarse de lo que hace por Él, porque el uso y hábito que en la tal manera de proceder ya tiene le hace carecer de la advertencia y cuidado, y aun de los actos fervorosos que a los principios de el obrar solía tener. Y porque ya está todo este caudal empleado en Dios de la manera dicha, de necesidad ha de tener el alma también lo que dice en el verso siguiente, es a saber:

ya no guardo ganado.

5 / Que es tanto como decir: ya no me ando tras mis gustos y apetitos, porque, habiéndolos puesto en Dios y dado a Él, ya no los apacienta ni guarda para sí el alma. Y no sólo dice que “ya no guarda ganado”, pero dice más:

ni ya tengo otro oficio.

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