PRIMERA
PARTE “LAS
ENSEÑANZAS”
(Una forma yaqui de conocimiento)
IX
(4)
Sábado,
26 de diciembre, 1964
Don Juan me preguntó si
había buscado a las lagartijas. Le dije que sí, pero que no pude hallarlas. Le
pregunté qué habría pasado si una de las lagartijas hubiera muerto mientras yo
la sostenía. Dijo que la muerte de una lagartija era un suceso infortunado. Si
la lagartija del hocico cosido hubiera muerto en cualquier momento, no habría
tenido objeto proseguir con la brujería. La muerte de esa lagartija también
significaría que las lagartijas en general habían retirado su amistad, y yo
tendría que abandonar el aprendizaje de los secretos de la yerba del diablo
durante un buen tiempo.
-¿Cuánto tiempo, don
Juan? -pregunté.
-Dos años o más.
-¿Qué habría pasado si
muere la otra lagartija?
-Si muere la segunda lagartija,
estás en verdadero peligro. Te quedas solo, sin guía. Si muere antes de que
empieces la brujería, puedes suspenderla, pero entonces también tienes que
dejar para siempre a la yerba del diablo. Si la lagartija muere estando en tu
hombro, ya empezada la brujería, tendrías que seguir adelante, y eso es de veras
la locura.
-¿Por qué es la locura?
-Porque en tales
condiciones nada tiene sentido. Estás solo, sin guía, viendo cosas aterradoras,
sin sentido.
-¿Qué quiere usted decir
con “cosas sin sentido”?
-Cosas que vemos por
nosotros mismos. Cosas que vemos cuando no tenemos rumbo. Significa también que
la yerba del diablo está tratando de librarse de ti, empujándote al abismo.
-¿Conoce usted a alguien
que haya experimentado eso?
-Sí. A mí me pasó eso. Sin la sabiduría de las
lagartijas, me volví loco.
-¿Qué vio usted, don
Juan?
-Un montón de pendejadas.
¿Qué otra cosa habría podido ver si no tenía rumbo?
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