DECLARACIÓN (5)
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Es de saber que hasta que el alma llegue a este estado de perfección de que
vamos hablando, aunque más espiritual sea, siempre le queda algún ganadillo de
apetitos y gustillos y otras imperfecciones suyas, ahora naturales, ahora
espirituales, tras de que se anda procurando apacentarlos en seguirlos y
cumplirlos. Porque acerca de el entendimiento suelen quedarles algunas
imperfecciones de apetitos de saber cosas; acerca de la voluntad, se dejan
llevar de algunos gustillos y apetitos propios, ahora en lo temporal, como
poseer algunas cosillas y asirse más a unas que a otras, y algunas
presunciones, estimaciones y puntillos en que miran y otras cosillas, que
todavía huelen y saben a mundo; ahora acerca de lo natural, como en comida,
bebida, gustar de esto más que de aquello, y escoger y querer lo mejor; ahora
también acerca de lo espiritual, como querer gustos de Dios, y otras
impertinencias que nunca se acabarían de decir, que suelen tener los
espirituales aun no perfectos; y acerca de la memoria, muchas variedades y
cuidados y advertencias impertinentes que los llevan al alma tras de sí.
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Tienen también acerca de las cuatro pasiones de el alma, a veces, muchas
esperanzas, gozos, dolores y temores inútiles, tras de que les va el ánima. Y
de este ganado ya dicho, unos tienen más y otros menos, tras de que se andan
todavía siguiéndolo, hasta que, entrándose a beber en esta interior bodega, lo
pierden todo, quedando (como habemos dicho) hechos todos en amor; en la cual
más fácilmente se consumen estos ganados de imperfecciones de el alma que el
orín y moho de los metales en el fuego. Y así, se siente ya libre el alma de
todas aquellas niñerías de gustillos y disgustillos e impertinencias tras que
se andaba, de manera que pueda bien decir: “El ganado perdí que antes seguía.”
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