domingo

9 AVENTURAS DE MADAME B / especial desde Canadá


BÉNÉDICTE FROISSART (TEXTOS)

MYLÈNE PRATT (ILUSTRACIONES)

Traducción al español: Lil Bidart y Hugo Giovanetti Viola

1ª edición en francés: Éditions Les 400 coups / 2002
1ª edición en español: elMontevideano Laboratorio de Artes / 2018


PRÓLOGO PARA ESTA EDICIÓN


LOS TESOROS DE LA GRAN MADRE

Hugo Giovanetti Viola

El formato de esta serie publicada en Canadá por Éditions Les 400 coups inscribe a los 9 minirelatos de Bénédicte Froissart -dialécticamente ilustrados por el regocijante talento de Mylène Pratt- en esa especie de sub-género que denominamos literatura infantil o literatura para niños, pero en este caso nos encontramos frente a un enclave simbólico universalista que subyace debajo de la mera intención docente o recreativa.

Y esta profundidad proviene de un insólito florecimiento del arquetipo de la Gran Madre que encarna el personaje de Madame B (casi siempre complementada sanchescamente por su gato Fripon): una metaheroína tan difícil de olvidar como el legendario petit prince que vivió su iluminatio desespinando a una rosa.

En este caso, la rosa de la que se hace responsable Madame B a cualquier costo, es la vida misma, cotidiana y eterna, tangible e inefable.

Y su invencibilidad y su obsesión por desocultar tesoros de incandescencia mística la emparentan con Mary Poppins, la gran deshollinadora de corazones, aunque la misión de Madame B trasciende la magia hipnótica de una niñera voladora para constituirse en un referente numínico habitado por la mismísima gracia de Notre Dame.

Entre 1973 y 1974 la arquitectura divina quiso que paseáramos de vez en cuando por el Quartier Latin con la entonces adolescente creadora de Madame B, y el platónico amor que aprendimos a regarlanos me cambió la vida para siempre.

Porque el avitralado resplandor de Bénédicte Froissart me enseñó a darle el alma al prójimo incondicionalmente, además de sentir que me iba transformando poco a poco en el Hijo de aquella infanta triste.

Yo tenía 25 años y ella 15, y en este momento ya hace casi medio siglo que esta mujer-muchacha sigue guiándome hacia ese montañoso paisaje interior donde sólo se adora.

Pero Ella ya no está triste.

Y la orfebrería con la que pule la ilogicidad cuántica de su minimalismo irradia una compulsión tan enjoyada y festejante que convence a cualquiera de que somos capaces de ordenar cualquier paisaje, para hablarlo en García Lorca.

Es por eso que hasta en un Gran Prix automovilístico el horizonte se depura para coronar con un arcoiris la radiante llegada de Madame B.


Y el gato Fripon sonríe.



PRIMERA ENTREGA




MADAME B EN LA PISCINA

¡Qué calor! Madame B decide ir a refrescarse a la piscina.

Pone en su bolso: su sombrilla, su periódico, su calderín, su caña de pescar, sus botas, sus patas de rana, su snorkel, su lancha a motor y sus galletitas.

Fripon, el gato bandido, la sigue con su traje de buzo, una escafandra y un submarino.

Al llegar al borde de la piscina, Madame B se pone los lentes para inspeccionar mejor lo que está pasando.

Nada interesante por el momento. Madame B puede instalarse tranquila antes de sumergirse.

Nadando de pecho o de espalda sobrepasa tan rápidamente a los otros nadadores, que los desalienta un poco.

Muy fresca, Madame B sale del agua, agarra su calderín y da la vuelta a la piscina, recuperando un traje de baño y al pequeño Benjamín que no sabe nadar.

Pero Madame B siempre necesita vivir en acción. Por lo tanto, se sumerge a explorar las profundidades de la piscina.

Entonces descubre, oculto entre las algas y las plantas acuáticas, un secreto absolutamente desconocido.

Una montaña de tesoros que titilan, refulgen y fosforecen.

Madame B vuelve a la superficie muy decidida a compartir su descubrimiento.

Prepara su submarino, invita a algunos niños y se sumerge frente a los ojos asombrados de los guardavidas.

Cuando cada uno ha visitado las profundidades de la piscina y contemplado el resplandor de los tesoros, Madame B recoge su sombrilla, su submarino, sus galletitas y su lancha a motor.

La piscina, con Madame B, se vuelve más hermosa que el más grande de los mares salados.

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