por María Echeverriborda y Cecilia Espasandín*
El artículo trata de algunas
contribuciones de quienes pensaron y lucharon para cambiar la situación de
desigualdad de clase y de las mujeres. Jerarquizamos la cuestión de la relación
entre feminismo y socialismo porque nos posicionamos desde una perspectiva de
clase para pensar la subordinación de la mujer hoy. Importa traer a la memoria
parte del cúmulo de las ideas y luchas pasadas porque la crítica radical del
mundo exige la conexión con la historia, que sin dudas, no empieza con
nosotros/as.
¿Qué es el día de la Mujer? ¿Es
realmente necesario? ¿Será una concesión a las mujeres de la clase burguesa…?
¿Será nocivo para la unidad del movimiento obrero?
Estas preguntas se hacía la
revolucionaria rusa Alexandra Kollontai en 1913. Y así se respondía: “Estas
cuestiones todavía se escuchan en Rusia, aunque ya no en el extranjero. La vida
misma dio una respuesta clara y elocuente a tales preguntas”(1).
La organización de las mujeres
trabajadoras se había convertido en “una fuerza poderosa”, que se movilizaba
por el costo de vida, la seguridad de la maternidad, el trabajo infantil o la
legislación laboral, y emprendía la “lucha contra el capital”. Kollontai
entendía que la lucha de las mujeres apuntalaba la causa socialista y por eso,
era necesario avanzar en la conquista de derechos de las mujeres en la
sociedad, el Estado y la familia. El Día de la Mujer servía a la causa de la
unión de la clase trabajadora.
En este sentido, sus planteos coinciden
con la postura de Clara Zetkin, destacada activista del Partido Socialdemócrata
Alemán. Zetkin fue una de las primeras impulsoras de la organización de mujeres
a nivel internacional desde una perspectiva de clase. Ambas contribuyeron a
configurar un feminismo socialista a comienzos del siglo XX, en un contexto en
que el feminismo era identificado con el pensamiento burgués (el feminismo de
raíz ilustrada) y en que el movimiento obrero era sacudido por el avance de
posiciones reformistas en su interior (que ponían en cuestión la revolución
socialista).
¿Cómo afirmar la igualdad entre los
sexos sin ocultar la desigualdad de clases?
Ambas marxistas, retoman postulados de
Marx y Engels para la comprensión del origen de la opresión de la mujer y las
vías de emancipación. Conocían la tesis de Engels (formulada en su obra de
1891, El origen de la familia, la propiedad privada y el estado)
según la cual el surgimiento de la propiedad privada (que puso fin al comunismo
primitivo) trajo consigo la subordinación de la mujer. Para perpetuar su
herencia, el varón pasó a someter a la mujer sexualmente a través del
matrimonio monogámico (para ella), segregándola del proceso de producción y
confinándola a la esfera doméstica. Desde esta explicación
materialista-histórica, el origen de la desigualdad entre los sexos es social,
y particularmente económica (desterrando cualquier argumento biológico, por
ejemplo, aquel que justificaba la desigualdad por la naturaleza reproductiva de
la mujer).
Es con la argumentación de Engels que
Zetkin podrá polemizar con compañeros socialistas que aducían la necesidad de
alejar a las mujeres de la producción industrial. Para parte del movimiento
obrero, las condiciones de sobreexplotación de las mujeres en las fábricas
ocasionaban un descenso de los salarios (perjudicial para el conjunto de la
clase obrera), resquebrajaban sus funciones maternales y domésticas (aumento
del índice de abortos y mortalidad infantil), entre otros fenómenos que
justificaban limitar el trabajo asalariado femenino. Según decía el dirigente
socialista alemán August Bebel, “no se crea que todos los socialistas
sean emancipadores de la mujer; los hay para quienes la mujer emancipada es tan
antipática como el socialismo para los capitalistas”(2). También Kollontai
denunciaba que la clase obrera en sus inicios no había sido capaz de reconocer
la degradación social y legal que durante siglos sufriera especialmente la
mujer.
“Los trabajadores no se van a dar
cuenta inmediatamente de que en este mundo de falta de derechos y de
explotación, la mujer está oprimida no sólo como trabajadora, sino también como
madre, mujer”(3).
¿Cómo combatir el conservadurismo de
los compañeros socialistas?
Zetkin argumentará, con Engels, la
necesaria incorporación de las mujeres a la producción -junto a la abolición de
la propiedad privada- para poner fin a la desigualdad sexual. Apoyará las
reivindicaciones del movimiento feminista burgués, especialmente el derecho al
voto, bajo la justificación de que las obreras podrían luchar a la par de sus
compañeros por la conquista del poder político.
Al igual que Zetkin, Kollontai
defenderá la organización autónoma de las mujeres al interior de la clase
trabajadora. Son las propias mujeres las que deberán liderar la toma de
conciencia femenina sobre la lucha socialista. Recalcará la diferencia radical
entre las organizaciones femeninas socialistas y las feministas burguesas.
“¿Cuál es el objetivo de las feministas
burguesas? Conseguir los mismos avances, el mismo poder, los mismos derechos en
la sociedad capitalista que poseen ahora sus maridos, padres y hermanos. ¿Cuál
es el objetivo de las obreras socialistas? Abolir todo tipo de privilegios que
deriven del nacimiento o de la riqueza. A la mujer obrera le es indiferente si
su patrón es un hombre o una mujer”(4).
Sin embargo, la oposición entre las
mujeres burguesas y las mujeres obreras, que tan explícitamente se manifiesta
en la esfera del trabajo, tiende a desdibujarse cuando Kollontai trata otros
ámbitos. Sostiene que, al mismo tiempo que las mujeres obreras luchan por la
“causa común de la clase”, demandan “otras necesidades como mujeres,
como dueñas de casa y como madres”(5). Así aparecen las mujeres en su común
condición de madres y esposas. Propio de la época en la que escribe, Kollontai
constata la división sexual del trabajo y la maternidad de manera naturalizada.
Como explica De Miguel, “no será hasta el feminismo de los años 70 del
siglo XX cuando se llegue a cuestionar de raíz la división sexual del trabajo”(6).
Pero cuando la oposición entre
burguesas y obreras tiende a diluirse en los escritos de Kollontai es cuando
aborda las relaciones personales entre los sexos. En el plano de la
subjetividad femenina, encuentra una tendencia común a la dependencia moral y
sentimental respecto al varón. Mediante los personajes femeninos de literatura
rusa, ilustra el mundo de tragedias personales que transita la mujer en general
(celos, soledad, renunciamiento a sí), presidida por la necesidad primordial de
amar o ser amada.
“Hasta ahora el contenido fundamental de
la vida de la mayoría de las heroínas se reducía a los sentimientos de amor. Si
una mujer no amaba, la vida se le aparecía tan vacía como su corazón”(7).
Kollontai afirma que “la fuerza
de la sociedad burguesa que oprime a la mujer es una parte de la gran
contradicción social entre el capital y el trabajo”(8). Al mismo tiempo que
destaca que el movimiento feminista proletario es parte integrante del
movimiento obrero, desarrolla el tipo de revolución que la emancipación de las
mujeres exige, dando centralidad al problema de las relaciones sexuales y
amorosas.
Las transformaciones sociales
necesarias para la emancipación social deben abarcar todas las manifestaciones
de la vida: es necesaria la revolución de las costumbres, el desarrollo de una
nueva moral y la construcción de nuevas formas de relaciones afectivas. El
estudio de Kollontai sobre la problemática del amor, resulta sumamente
revelador de las potencialidades revolucionarias de una época. El tema del amor
libre, o la búsqueda de nuevas formas de relación sexual más satisfactorias,
era uno de los debates del período. Con base en la teoría social de Marx,
Kollontai entiende que la revolución de las relaciones sociales de producción
tiene que caminar junto a la revolución de la vida cotidiana.
Mediante el análisis concreto de las
normas morales que han regulado la vida sexual y amorosa en las distintas
etapas de la humanidad, Kollontai revela que el amor no es sólo una fuerza
biológica: en su esencia, el amor es un sentimiento de carácter profundamente
social que forma parte indispensable de la cultura de cada época.
“El amor no es de modo alguno un asunto
privado, que interesa únicamente a dos corazones aislados, mas, por el
contrario, el amor supone un principio de unión de un valor incalculable para
la colectividad”(9).
La intención de Kollontai es mostrar
que las formas de unión intersexual de su tiempo no sirven al enriquecimiento
de la psicología humana y que la clase obrera debe dar mayor importancia a este
problema. La centralidad política que Kollontai da a la lucha de clases no le
impide denunciar las condiciones de subsunción en que se encuentran las mujeres
con respecto a los hombres en la vida personal. Analiza el matrimonio legal
basado en la indisolubilidad que lo caracterizaba a principios del siglo XX y
en la idea de propiedad absoluta entre los cónyuges. Con respecto a la unión
libre planteada como alternativa al matrimonio legal, piensa que también
contiene profundos obstáculos porque está imbuida de la subjetividad burguesa fundada
en la propiedad privada.
“¿Acaso la psicología del hombre de hoy
está realmente dispuesta a admitir el principio del amor libre? ¿Y los celos,
que arañan incluso a los espíritus mejores? ¿Y ese sentimiento, tan hondamente
enraizado, del derecho de propiedad no sólo sobre el propio cuerpo, sino
también sobre el amor del compañero? ¿Y la incapacidad de inclinarse con
simpatía ante una manifestación de la individualidad de la otra persona, la
costumbre bien de ‘dominar’ al ser amado o bien hacerse su esclavo? ¿Y ese
sentimiento amargo, mortalmente amargo de abandono y de infinita soledad que se
apodera de uno cuando el ser amado ya no os quiere y os deja?”(10).
Kollontai critica hondamente la
concepción del amor en la ideología burguesa que “tiene como base la
desigualdad de derechos entre los sexos en las relaciones sexuales, que está
basado en la dependencia de la mujer con respecto al hombre, en la vanidad o
insensibilidad del hombre, lo que ahoga necesariamente toda posibilidad de
experimentar un sentimiento de camaradería”(11). La dependencia material y
afectiva que las mujeres tienen en las relaciones amorosas coloca la necesidad
de forjar una mujer nueva en oposición a los rasgos de la mujer pasada, que
estaba confinada al papel de esposa. La mujer nueva tiene una diferente
concepción de mundo y distintas formas de actuación: trae sus propias
exigencias en relación con la vida, afirma su personalidad, protesta contra la
múltiple esclavitud de la mujer bajo la familia, el Estado y la sociedad de clases.
Kollontai propone una forma de relación
amorosa que se corresponde con la nueva forma de sociedad que el socialismo se
proyecta construir: el amor camaradería. Si la ideología burguesa
infundió que todo sentimiento de amor debe estar fundamentado en un principio
de propiedad sobre el cuerpo y el alma del cónyuge, la moral proletaria tiene
otro ideal de relación amorosa que deberá asentarse “en el
reconocimiento de los derechos recíprocos en el arte de saber respetar,
inclusive en el amor, la personalidad del otro, en un firme apoyo mutuo y en la
comunidad de aspiraciones colectivas”(12). Este nuevo tipo de amor que
impulsa la mujer nueva debe estar basado en i) la igualdad, eliminando la
auto-suficiencia masculina y la sumisión de la individualidad a la mujer; ii)
en el reconocimiento mutuo de derechos, desapareciendo el sentimiento de
propiedad y iii) en la sensibilidad fraternal recíproca entendida como el arte
de asimilar y comprender el trabajo psíquico que se realiza en el alma del ser
amado, lo que la sociedad burguesa exige sólo a las mujeres.
¿Cómo se relaciona, entonces, la lucha
de clases con la lucha por la liberación de la mujer?
Afirma Kollontai que “la lucha
por la liberación de la mujer es parte integrante de la propia lucha de clases”(13).
La posibilidad de la emancipación de las mujeres está unida a la posibilidad de
la emancipación del trabajo.
Esta afirmación no subestima la
necesidad de una lucha específica contra la subordinación de las mujeres. Pero,
para la revolucionaria rusa, la efectiva emancipación de las mujeres no puede
lograrse sin superarse la explotación del trabajo basado en la propiedad
privada.
La lucha de las mujeres por la
emancipación no se subordina a los objetivos socialistas de emancipación humana
porque la solución al complicado problema de las relaciones amorosas entre las
personas, “sólo es posible, mediante una reeducación fundamental de
nuestra psicología”. Y la posibilidad de reeducar nuestra psicología, es
decir de cambiar las concepciones y prácticas vinculadas con las relaciones
sexuales y afectivas entre las mujeres y varones, “sólo es posible con
una transformación de todas las bases sociales que condicionan el contenido
moral de la humanidad”.
Kollontai polemiza con sus compañeros
socialistas que planteaban que el asunto de las relaciones sexuales era un
aspecto de la “superestructura” y que sostenían que no había que abordarlo
hasta que no se transformase la base económica de la sociedad. Afirma:
“precisamente porque la crisis sexual
no ataca sólo a los intereses de ‘quienes todo lo poseen’, precisamente porque
estos problemas sexuales afectan también a una clase social tan extensa como el
proletariado de nuestros tiempos, es incomprensible e imperdonable que esta
cuestión vital, esencialmente violenta y trágica, sea considerada con tanta
indiferencia. Entre las múltiples consignas fundamentales que la clase obrera
debe tener en cuenta en su lucha para la conquista de la sociedad futura, tiene
que incluirse necesariamente la de establecer relaciones sexuales más sanas y
que, por tanto, hagan más feliz a la humanidad”(15).
Kollontai enfatiza que “la
experiencia de la historia enseña que la elaboración de la ideología de un
grupo social, y consecuentemente de la moral sexual también, se realiza durante
el proceso mismo de la lucha de este grupo contra las fuerzas sociales
adversas”(16). Es en el enfrentamiento de la sociedad capitalista, en el
propio proceso de lucha de la clase trabajadora, en el que se va forjando una
nueva concepción de mundo y nuevas formas de relaciones entre mujeres y
varones.
* Docentes del Departamento de
Trabajo Social de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la
República e integrantes del Grupo de Estudios del Trabajo.
Notas
1) Kollontai, Alexandra. El Día de la
Mujer. En: Alexandra Kollontai; Clara Zetkin, Vladimir Ilich Ulianov. La
revolución sexual y la revolución socialista. São Jorge del-Rei: Estudos
Vermelhos edición digital, 2009, p. 3.
2) Bebel en: De Miguel, Ana. La
articulación del feminismo y el socialismo: el conflicto clase-género. En:
Amorós, C.; De Miguel, A. (eds.) Teoría feminista: de la Ilustración a la
globalización. Tomo I. Madrid: Minerva Edición digital, 2014, p. 173
3) Kollontai, Alexandra. El Día de la
Mujer. En: Alexandra Kollontai; Clara Zetkin, Vladimir Ilich Ulianov. La
revolución sexual y la revolución socialista. São Jorge del-Rei: Estudos
Vermelhos edición digital, 2009, p. 4.
4) Kollontai, Alexandra. El Día de la
Mujer. En: Alexandra Kollontai; Clara Zetkin, Vladimir Ilich Ulianov. La
revolución sexual y la revolución socialista. São Jorge del-Rei: Estudos
Vermelhos edición digital, 2009, p. 5.
5) Kollontai, Alexandra. El Día de la
Mujer. En: Alexandra Kollontai; Clara Zetkin, Vladimir Ilich Ulianov. La
revolución sexual y la revolución socialista. São Jorge del-Rei: Estudos
Vermelhos edición digital, 2009, p. 4.
6) De Miguel, Ana. La articulación
del feminismo y el socialismo: el conflicto clase-género. En: Amorós, C.; De
Miguel, A. (eds.) Teoría feminista: de la Ilustración a la globalización. Tomo
I. Madrid: Minerva Edición digital, 2014, p. 16.
7) Kollontai en: De Miguel, Ana. La articulación
del feminismo y el socialismo: el conflicto clase-género. En: Amorós, C.; De
Miguel, A. (eds.) Teoría feminista: de la Ilustración a la globalización. Tomo
I. Madrid: Minerva Edición digital, 2014, p. 22.
8) Kollontai, Alexandra. Catorce
Conferencias en la Universidad Sverdlov de Leningrado 1921: mujer, economía y
sociedad. Buenos Aires: Editorial Cienflores,2014, p. 141.
9) Kollontai, Alexandra. [online]. A
nova mulher e a moral sexual.
https://nucleodegenero.files.wordpress.com/2010/03/o-amor-e-a-nova-moral.pdf.
[acceso 26/4/2018].
10) Kollontai en: De Miguel, Ana. La
articulación del feminismo y el socialismo: el conflicto clase-género. En:
Amorós, C.; De Miguel, A. (eds.) Teoría feminista: de la Ilustración a la
globalización. Tomo I. Madrid: Minerva Edición digital, 2014, p. 36,37.
11) Kollontai, Alexandra. [online]. A
nova mulher e a moral sexual.
https://nucleodegenero.files.wordpress.com/2010/03/o-amor-e-a-nova-moral.pdf.
[acceso 26/4/2018].
12) Kollontai, Alexandra. A nova
mulher e a moral sexual.
https://nucleodegenero.files.wordpress.com/2010/03/o-amor-e-a-nova-moral.pdf
13) Kollontai, Alexandra. Catorce
Conferencias en la Universidad Sverdlov de Leningrado 1921: mujer, economía y
sociedad. Buenos Aires: Editorial Cienflores,2014, p. 159.
14) Kollontai, Alexandra. [online].
El amor y la nueva moral. https://nucleodegenero.files.wordpress.com/2010/03/o-amor-e-a-nova-moral.pdf[acceso 26/4/2018].
15) Kollontai, Alexandra. [online].
Las relaciones sexuales y la lucha de
clases. https://www.marxists.org/espanol/kollontai/1911/001.htm. [acceso
26/4/2018].
16) Kollontai, Alexandra. Las
relaciones sexuales y la lucha de clases.
https://www.marxists.org/espanol/kollontai/1911/001.htm
(HEMISFERIO IZQUIERDO / 12-4-2018)
(HEMISFERIO IZQUIERDO / 12-4-2018)
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