FUNCIÓN REVOLUCIONARIA DEL
PENSAMIENTO (3)
Nuestra táctica
criticista y destructiva debe marchar unida inseparablemente a una profesión de
fe constructiva, derivada científica y objetivamente de la historia. Nuestra
lucha contra el orden social vigente entraña, según la dialéctica materialista,
un movimiento, tácito y necesario, hacia la substitución de ese orden por otro
nuevo. Revolucionariamente, los conceptos de destrucción y construcción son
inseparables.
* * *
Este nuevo orden social,
que ha de reemplazar al actual, no es otro que el orden comunista o socialista.
El puente entre ambos mundos: la dictadura proletaria.
Citemos a propósito unas palabras del
manifiesto de la Unión de Escritores Revolucionarios: “una crisis económica
inaudita -dice ese documento- quebranta al mundo capitalista. El número de los
parados pasa de 50 millones y continúa aumentando. Multitud de desocupados y de
hambrientos desfilan delante de inmensos depósitos rebosantes de víveres y un
puñado de hombres de finanzas, que dictan su arbitraria voluntad a la sociedad
capitalista, emplea como combustible de sus locomotoras las cosechas de los
campos, arroja el trigo, y el café y el azúcar al mar, quema enormes cantidades
de lana y algodón, a fin de mantener a la altura de sus intereses personales la
tasa de sus beneficios, único motor de la economía capitalista. Los salarios de
la clase obrera y de los campesinos pobres, así como de los trabajadores
intelectuales, caen con una rapidez catastrófica. El espectro del hambre, un
porvenir desesperado y sin salida bajo el régimen capitalista, he aquí la
realidad y el horizonte de las masas trabajadoras”.
“La cultura burguesa está
en plena decadencia. El espíritu imperialista ha infectado la literatura y el
arte. Para nublar la conciencia de las masas y salvar así su hegemonía de clase,
la burguesía se ve obligada a embridar el progreso de la ciencia y a retardar
el desenvolvimiento cultural de la humanidad. Declarando la guerra a su pasado
la burguesía busca un sostén en su alianza con la Iglesia católica, resucita
las teorías místicas y feudales de la Edad Media, para enmascarar con el velo
del oscurantismo su mortal descomposición”.
“Las potencias
imperialistas observan con un sentimiento de espanto y rechinando los dientes,
este movimiento histórico incomprensible para ellas y que decide
definitivamente el destino del capitalismo. Las potencias imperialistas
quieren, por eso, ahogar en sangre semejante movimiento salvador de la
humanidad”.
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