María Urruzola, periodista, fue refugiada política durante diez años en Francia, donde comenzó su carrera en la agencia de noticias AFP, en el servicio para América Latina. Tras el regreso a Uruguay en 1985, trabajó durante catorce años en el semanario Brecha, y se especializó en periodismo de investigación y político. Colaboró en múltiples publicaciones nacionales y extranjeras, en espacios radiales y en programas de televisión. También hizo periodismo digital en el portal Montevideo.com y en la revista Antílope de Chile. Fue docente de la Escuela de Cine (ECU) de Cinemateca, en el área de investigación para documental. Su primer libro El Huevo de la Serpiente (1992), es una investigación periodística novelada y fue llevada al cine bajo el título “En la puta vida”. También fue llevado al cine un artículo suyo, Sólo una mujer (1988), bajo el título “La historia casi verdadera de Pepita la Pistolera”. Desde 2007 a 2010 fue Directora de Información y Comunicación del Ministerio de Desarrollo Social de Uruguay, y en 2010 Directora de Información y Comunicación de la IM.
Hemisferio Izquierdo (HI): ¿Por qué
decidiste investigar el tráfico de mujeres uruguayas hacia Italia en los 90?
¿Qué vinculación con el tema habías tenido hasta ese momento?
María Urruzola (MU): Dos o tres
años antes de la denuncia de Milán (1992), yo había empezado a investigar el
tema de la prostitución en Uruguay. Era un tema tabú, y por supuesto totalmente
marginal para un semanario político de izquierda. También había abordado el
tema del acoso sexual y del abuso hospitalario con jóvenes mujeres pobres. De
alguna manera eran temas que involucraban a las más débiles dentro de los
débiles. Investigando sobre la prostitución recibí testimonios de mujeres que
viajaban a Italia, pero solo eran fragmentarios, y de mujeres que ya habían
vuelto. Es decir: cuando me contactó un colega periodista de Italia para
hablarme del juicio en Milán, yo sabía bastante del fenómeno, aunque ni la
centésima parte de lo que luego encontré.
¿Qué relación estableciste con la
policía italiana durante el desarrollo de tu investigación? ¿Y con “la joven de
Milán”?
La policía italiana (los Carabinieri)
estaba viviendo en ese momento la misma transformación que está viviendo ahora
la policía uruguaya, al deber investigar dirigida por fiscales. Al mismo tiempo
que Italia había hecho una reforma judicial parecida a la nuestra actual, había
creado un cuerpo especial de “policía judicial”. Con uno de esos equipos, que
era reputado como uno de los mejores de Milán, fue que me encontré al llegar.
Ese mismo año comenzó allí, en la misma ciudad y en el mismo Palacio de
Justicia, la operación que terminaría siendo llamada “Mani Pulite”, dirigida
por el fiscal Di Pietro, que en un efecto dominó terminaría con todo el sistema
político tradicional de Italia.
El encuentro con la joven de Milán fue
el encuentro de dos universos, o mejor dicho de dos mujeres jóvenes que vivían
en dos universos totalmente ajenos. Seguramente fue también el encuentro de dos
mujeres especiales, cada una en su estilo. Ella estaba desahuciada, y
necesitaba imperiosamente una solución, y yo creía -y creo- que el periodismo
es una forma de servicio social, y que lo periodistas no pueden no involucrase
en los dramas que investigan. Frente a frente, y a solas, hicimos un pacto de
confianza, que fue lo que hizo posible esa historia bastante poco probable.
¿Cómo operaban los proxenetas uruguayos
en Italia? ¿De qué forma reclutaban a las mujeres acá? ¿Quiénes cooperaban con
ellos para sacarlas del país?
Las mujeres eran -y son- reclutadas en
ciertos ambientes -clubes de deporte, carnaval, salas de baile de barrio, etc-,
por hombres que se dedican a eso: reclutadores. En general el mecanismo es el
“enamoramiento” y la promesa de una vida diferente, aún para aquellas que saben
que deben ejercer la prostitución. Les venden que en Europa van a ganar
fortunas, que son respetadas, y que en poco tiempo podrán ahorrar lo necesario
para comprarse una casa o poner un negocio. Ese es el sueño. Esas mujeres son
sacadas con etapas intermedias, y luego llevadas a ciudades en Europa donde
quedan aisladas y esclavas de un sistema rígido, y en el que las calles son
“territorios” en disputa entre las diferentes mafias (eslavos, del propio país,
latinoamericanos) y sobre todo propiedad de los hombres. Ninguna mujer puede
trabajar por la libre en ese sistema. Todo ello es imposible sin la cooperación
de agentes de viaje, policías, abogados, funcionarios de migración, documentos
falsos, etc.
¿Cuáles fueron los resultados del
juicio? ¿Qué ocurrió con las mujeres que habían sido explotadas sexualmente?
¿Volviste a tener noticias al respecto?
Hubo dos juicios: uno en Milán, en el
que 21 uruguayos fueron condenados por proxenetismo y asociación para
delinquir, a penas que fueron la más grave de 14 años y de allí para abajo.
Todos ellos fueron liberados y algunos caminan por las calles de nuestra ciudad
y festejan la victoria de su murga en el Carnaval. Las mujeres quedaron
libradas a sí mismas, porque la prostitución no es delito ni en Uruguay ni en
Italia, aunque supongo que en aquel momento rápidamente deben haber sido
“encuadradas” por los proxenetas que sobrevivieron a la policía italiana. En
Italia del año 92, cazar proxenetas uruguayos no era una tarea prestigiosa. El
sistema judicial italiano tenía otras prioridades.
El juicio en Uruguay -iniciado a raíz
de mi denuncia- concluyó con el procesamiento y posterior condena del jefe y
subjefe de Interpol (por omisión a los deberes funcionales de su cargo), de
Jorge Martinez, dueño de la agencia de viajes del mismo nombre (por asistencia
a la asociación para delinquir), de dos proxenetas que hacían de reclutadores
acá, y con el procesamiento y posterior sobreseimiento del abogado penalista
Víctor Della Valle, que fue quien medió entre los proxenetas y la policía
uruguaya de Interpol, para que -gracias a un pago de mucha plata- no enviara
información a sus colegas de Italia.
Luego de pasados más de veinte años de
tu trabajo, ¿cómo ves el fenómeno de la trata de mujeres para fines de explotación
sexual en el Uruguay actual?, ¿ha habido avances, retrocesos, continuidades?
El fenómeno del tráfico de mujeres ha
ido en aumento en el mundo entero, y Uruguay ha pasado de ser un país de
exportación de mujeres a uno de recepción, tránsito y exportación (por acá
pasan argentinas, y acá traen a salvadoreñas y peruanas, por ejemplo). Si bien
al mismo tiempo el Estado ha tomado conciencia de la situación y ha firmado
convenios internacionales y aprobado leyes nacionales de lucha contra el
tráfico de personas, los recursos disponibles y las políticas implementadas
siempre van detrás del fenómeno, que crece y muta más rápidamente. Creo que el
principal avance ha sido cultural: la sociedad aceptó que eso existe, lo
entendió y ya no se engaña al respecto, como sucedía hasta 1992, cuando se
creía que el tráfico de mujeres era asunto de otros países (Puerto Rico,
Brasil, Colombia).
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