domingo

LECCIONES DE VIDA (94) - ELISABETH KÜBLER-ROSS Y DAVID KESSLER


12 / LA LECCIÓN DE LA RENDICIÓN (2)

EKR (2)

Dale, un hombre de mediana edad que padecía una cardiopatía, nos dijo

“Si he vivido hasta ahora con buena salud es porque he sido capaz de rendirme.

“Hace años aprendí que si no nos rendimos empeoramos las cosas. Al principio creía que rendirse constituía una contradicción. ¿Cómo podría rendirme, relajarme y vivir con tranquilidad si sabía que padecía una cardiopatía grave y podía morir en cualquier momento? ¿Cómo podía relajarme ante una situación tan difícil? ¿Y de qué forma me ayudaría a hacerlo? Entonces sentí la presencia de mi padre. Falleció hace años, pero todavía lo siento en el corazón y el alma de vez en cuando.

“Mi padre era una buena persona. Murió de cáncer, aunque estuvo a punto de hacerlo unos años antes debido al alcoholismo. Perdió empleos a causa de la bebida y le ocasionó graves problemas a mi madre. Necesitaba ayuda para salvar su vida, pero cuando alguien se está muriendo a causa de la bebida, con frecuencia sólo vemos que bebe y olvidamos que se muere. Además, nada podía cambiar hasta que admitiera que tenía un problema y se rindiera a un poder superior. Tenía que aceptar que era un alcohólico; si no, no podría dejar la bebida.

“Al final, se unió a Alcohólicos Anónimos y eso cambió su vida. Fue a estudiar psicología a la UCLA y se dedicó a asesorar a los presos. Fue capaz de ayudarlos mucho porque sabía lo que era necesitar ayuda, sobre todo para rendirse y aceptar.

“Cuando murió, cientos de personas asistieron al funeral. Eran personas que le querían y a las que había podido ayudar no porque se hubiera dado por vencido, sino porque se había rendido. Yo estaba orgulloso de él. Después comprendí que la lección que él había aprendido también podía aplicármela a mí mismo. Tenía que relajarme a pesar del diagnóstico de cardiopatía. Tenía que rendirme a la realidad. Tenía que abandonar la negación y dejar de luchar contra lo invencible. Yo no podía elegir entre padecer la cardiopatía o no padecerla: mi enfermedad era un hecho incuestionable. Si me rendía, recuperaría la paz y la calidad de vida.”

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