domingo

CONFIESO QUE HE MORIDO (18) - HUGO GIOVANETTI VIOLA


primera edición WEB

DOS: LA REPÚBLICA DE LOS PINGÜINOS (2)
(el corralito secreto de los nuevos mafiosos)


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Isabelino Pena pidió para hablar con el Inspector Comisario:

-De parte de Peter Sellers. Dígale que me batieron otra corazonada. Yo me entiendo, señorita.

-Sí -demorá en jadear el bigotón, con perentoriedad de canario muy bruto.

-Picó otro bagre-sapi, Inspector. ¿ya hay informe forense?

-Primero el bagre-sapo.

-Los observadores vallejiano-dylanianos opinan que en la Barra hubo otra vendetta levantó un fulgor eufórico el viejito en dirección a Mariana.

-Cómpreles chocolate, Hombre Nuevo. Renzo tenía una bala en la nuca: se ve que los agarraron cuando acababa de violarla y estrangularla.

Y cuelga con una grosería incapaz de disimular un repique piadoso.

-Clavado -empezó a freír berenjenas la mujer. -Una vez en lo de Mimí colgaron a un marido con dos balas adentro. Es para que se caguen arriba.

Entonces me asomo a oler la frescura estrellada de la plaza y murmuro:

-¿Nadie les avisó que Los redentores de Liverpool no se cagan arriba, matoncitos?

Después sonó el teléfono y Pablo apareció corriendo y liquidó la conversación con tres monosílabos.

-Era la secretaria del Bin Laden -informa manoteando los championes. -Nos esperan en Casamar.

-¿Te vas a ir sin comer? -se atigró la mujer de encías color riñón.

-Tomá doscientos para la nafta y no me hinches -le tira un Figari y saca un video de la biblioteca el querube.

-Y eso queeeeés -estornudo rugientemente Isabelino Pena.

-Un documento que me consiguió Perales en los archivos del cable. Y agarrate porque ahora sí se nos viene la tormenta mágica.


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Isabelino Pena señaló la videtoteca del Sultán y puntualizó:

-El Che Guevara no era un mandamás. Estaba tan arcangélicamente loco como Don Quijote pero lo asumía. Y en Bolivia le escribió un poema a Jesús.

-A mí lo que me interesan son los huevos -juna el estante lleno de boinas con estrellitas el soberano de Casamar. -Lo único que tenía arriba cuando lo agarraron eran fierros y huevos duros.

-Por algo lo tenemos en la bandera de San Lorenzo -se acomodó la melena medieval el Bambino. -Okey, señores. Queríamos comunicarles que el director permite que supervisen el rodaje. Pasado mañana largamos.

-¿Pero cómo vamos a supervisar el rodaje sin conocer el guión? -se emperra Pablo.

-Lo que pasa es que el guión fue asesorado por esa mina que ustedes puteareon toda en La farándula -demoró en componer una risa-yelmo el porteño. -La Federica Finkbein.

-Bárbaro -me persigno. -El evangelio según el Sinedrin. Debe ser más satánico que el de Saramago.

-Yo creo que es objetivo -se paró con la paciencia congelada el Sultán. -Lo leyó bastante gente y hay unanimidad.

-Y yo creo que tendríamos que ver juntos el video de la crucifixión de mi verdadero padre, por lo menos -escarba en la mochila el querube. -No me digan que Federica nunca se los mostró.

-Bomba -se agazapó Cardetti. -Dale ahora mismo.

-¿Lo quieren ver aquí o en el anfiteatro?

-Aquí -le rebrilla una serenidad peor que la del Bin Laden al soberano de Casamar. -Yo ni siquiera sabía que existía.


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Isabelino Pena ordenó:

-Ponelo otra vez, Pato.

El botija rebobina y Leonardo Regusci vuelve a aparecer cantando totalmente desnudo y con la estrellera, hasta que al final del Andante se le ponen los ojos en blanco y grita:

-Mamá. Ya encontré la paloma.

-Si inventás esta historia no te la creé ni Spielberg -se entusiasmó el porteño.

Después Jesús de Punta del Este se sienta a acariciar un perfil invisible mientras la gente revienta de risa y Mariana Ventura entra corriendo a llevárselo del escenario.

-Murió a los dos días. Catatónico -apaga el aparato Pablo. -La joda fue que Federica lo contrató para actuar en una fiesta nudista de las que organizaba Johnny Vilar pero no le avisó que los demás no iban a estar desnudos.

-Sí. Se le fue la mano -apenas pudo disimular una placidez sangrienta el Sultán. -¿Pero cómo iba a calcular que Leonardo podía zarparse tanto? Y además le pagó veinte mil dólares por dos canciones.

-Pero el man era un uno -reconoció el porteño. -Aunque estuviera más pirado que el Che y el Quijote juntos.

-Pirado tu madrina -tengo necesidad de emborracharme por primera vez en lo que va de la novela. -Los Hombres Nuevos saben que son hijos del Espíritu Santo.

-Okey -le contrabandeó una muequita el Bambino al Sultán. -Lo importante es que hagamos una historieta como la gente con todo este bolonqui.

-Ni bolonqui ni show -se pone colorado el querube.

-Mito resignificado -se paró el soberano de Casamar. -Entertaining solidario y chau globalización mediocrizante.

-Hay dos actores que quisieran conocer a tu madre -le fríe la píldora el porteño a Pablo mientras atravesamos el mismísimo escenario de la crucifixión, ahora transformado en anfiteatro. -¿Puede ser?

-Cuando quieran. Pero ojo que la entrada al rancho del dragón cuesta un Santa Teresa tinto. Por cabeza, seguro. Y mirá que subió a 36.50.


32

Isabelino Pena puso en el fogón las cajas de vino que llevaron los actores y llamó a Mariana.

-Pero qué me contursi -les dedica una humareda la mujer-matorral. -Cuando cuente en el sanatorio que los que me cagaron la siesta fueron ustedes van a terminar van a terminar pidiéndome un autógrafo a mí.

El seductor treintón ya entrecano y la muchacha muy parecida a Shirley festejaron eufóricamente la salida: Pablo trajo tres vasos y dos tazones y brindaron por Jesús de Punta del Este.

-Miren que yo también los juno bastante -se despereza con un incurable agatunamiento prostibulario Mariana. -Porque en la enfermería ves televisión o ves televisión. ¿No se aburren de hacer caca?

El detective miró a Pablo acomodándose el jopo y el actor reaccionó con gracia de torero:

-Nos molestan las diarreas, nomás.

-¿Y esas telenovelas que hacen poniendo jetas de inteligentes para no parecerse a los merzas venezolanos no son diarrea, Peteco? Mirá: si agarraste el papel de Leonardo Regusci yendrías que aprenderte a echarle un polvo invisible a esta pobre minita que se cree la Angeline Jolie. A ella y a todo el mundo -manotea otro Nevada y yo aplasto el que está en el cenicero. -Eso es arte, peteco. Y lo demás ya sabés lo que es.

Entonces la muchacha murmuró:

-Y yo qué hago.

-Vos tenés que sacarte la sábana de arriba y volar como la palomita de Picasso -me sondea con menos odio que amor la mujer-locomotora. -Y te aviso que yo no pude ni voy a poder nunca. Y pensar que cuando era chica y pasaban los ciclistas nos matábamos de risa haciéndole burlas al camión de los rezagados.

-No entiendo lo de la sábana.

-Esperá que te muestro. Y no te sueñes que es un problema de ovarios: porque lo que precisamos para zafar de allí son huevos, priti guman. Y si no preguntale a la Julia Roberts. O a la Teresa de Calcuta, que parecía una comadreja macho.

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