LA LUZ MALA
Hombre perseguido por la
disgracia, aura que dice, Cualretazo Asusto, el casau con Ignorada Siete, la
menor de las Siete, que era sonámbula, roncadora, friolenta y disconfiada.
Asigún Cualretazo, lo
pior que tenía era lo de friolenta. Dormían con un brasero abajo del catre.
Cuando la china dentraba a tiritar, había que atarlo al catre. Y con todo.
Una güelta, de nochecita,
cuando Cualretazo diba llegando a las casas, mira así, pa abajo del ombú, y
como agachadita taba la luz mala. El caballo pegó una espantada. Cualretazo se
dio de patas contra el suelo y salió a la disparada pal rancho. Pasó las dos
trancas, arrimó el ropero a la ventana y se quedó mirando por la rendija pal
lau del ombú. La luz mala se había ido. Esa noche el que temblaba en el catre
era Cualretazo. Cada sacudón que dos por tres la mujer volaba pal suelo.
Asustau el hombre.
Pa la otra noche,
Cualretazo dio un rodeo al rancho, pa no pasar por el ombú, justo que la luz
mala taba del lau del chiquero e los chanchos.
Fue verla, apiarse y
salir carpiendo pa las casas. Le chicotiaban los talones en el lomo. Llegó,
trancó, comió y se acostó.
Pa la medianoche
Cualretazo taba sin pegar un ojo, cuando la mujer salió a sonambuliar un poco
como era costumbre. Él no le dijo nada pa no asustarla, pero a lo que ella dejó
la puerta abierta va la luz mala y se le planta adentro del rancho. ¡Un julepe
aquel crestiano! Amaneció con la cabeza envuelta en un poncho.
Al otro día cayó por el
boliche El Resorte. Taban la Duvija, el tape Olmedo, Bugambilio Hito, Demente
Sosiego, el pardo Santiago y Extranjero Propio, el menor, mamaus por unanimidá.
Con los ojos pa dentro e
no dormir, Cualretazo contó lo de la luz mala, que taba como aquerenciada, que
le caía todas las noches por las casas y que ahora hasta dentraba si hallaba
puerta abierta.
-Si es de dentrar -dijo
el tape Olmedo- le dentra por cualquier rendija, porque luz mala es lo que
tiene, no va a decir a mí. Lo que hay que hacer -siguió el tape- es atracarle
sin asco.
Antes que se hiciera
noche, Cualretazo enderezó pa las casas muy priocupau. Llegó y se encerró con
una bruta estaca de ucalito.
En el boliche, el tape
seguía cavilando sobre la luz mala, hasta que en una dijo que al hombre había
que darle una mano, porque se ve que era medio chambón pa la custiones de
aparecidos, y que no entendía una nadita e luces malas.
Se tomó otro litrito e
vino y salió pal rancho e Cualretazo. Antes de llegar ató el matungo, medio
lejote, y siguió tranquiando.
Pasó por el ombú, dio la
güelta por el chiquero, y cuando duebla así, ve clarito a la luz mala contra la
boca del pozo. El tape se persinó (que mamau como estaba casi se saca un ojo),
echó mano al cuchillo y le llevó la carga. Le largó un planchazo, y la luz mala
lo cuerpió pa este lau. Le hizo un dentre de punta y la luz mala reculó, que el
tape casi se va de cabeza al pozo. En una la luz mala le hizo frente y se
trenzaron, rodaron por el suelo bufando los dos, sin darse un resuello. La luz
mala se agrandaba y lo quería como envolver, pero el tape Olmedo no la
facilitaba pa que no lo encandilara. En una el tape logró zafar, la luz mala le
saltó, él le quitó el cuerpo, y ella cayó derechito en el pozo. Olmedo de apuro
le puso la tapa. Abajo se oyó como una cosa que salpicaba.
A lo oscuro, el tape tantió
una piedra y se sentó a descansar. Armó un tabaco y se quedó pitando pa
calmarse.
En el rancho, Cualretazo
había sentido el ruido. Agarró coraje, agarró la estaca, salió, vio la luz del
pucho del tape, creyó que era la luz mala y le ha pegau tal paliza que Olmedo
no tuvo ni tiempo pa esplicarle.
Por una rendija e la
tapa, la luz mala salió del pozo. Empapada, disparó por entre los pastos hasta
perderse atrás de una lomita.
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