Definir a la vida a
partir del aborto; a un cheto desde la polémica PIT CNT-TECHO; a la izquierda y
al bullying, todo bajo el halo de una frase lapidaria: “Pensar es necesario”.
Publicado por Criatura, el filósofo Sandino Nuñez creó un diccionario “para
tiempos estúpidos” y nos cuenta por qué.
Con sarcasmo y
muchas veces violenta ironía, las agudas observaciones aquí reunidas no evaden
el humor para ayudarse a nombrar varias de las nuevas constelaciones que
brillan en el panorama social contemporáneo", señala la contratapa
del Breve diccionariopara tiempos estúpidos. Observaciones oscuras sobre ontología pagana de Sandino Núñez,
publicado por Criatura Editora, que ya puede conseguirse en librerías.
Las definiciones se
conjugan en este diccionario-libro-de-ensayos. Un diccionario del tiempo
presente, donde el aborto se define a través de la palabra Vida;
donde Porno sirve para definir la creación del Partido de la Concertación
o, mejor dicho, para abordar a una izquierda que "en el baile electoral ya
ha dejado de ser izquierda, pornográficamente, y le reprocha al adversario su
propia pérdida de identidad". Un diccionario que se preocupa por el coaching
ontológico y porque los militantes dejaron de ser así, para refugiarse
en activismos light, encarnados por emprendedores y
personas proactivas.
Sesenta
definiciones que proponen repensar términos como masa, intelectual, violencia,
transmisión, represión, seguridad, otro.
Uypress entrevistó
al autor bajo sus condiciones: a través de correo electrónico.
-¿Por qué escribir
un diccionario? ¿Sólo para ordenar los textos "alfabéticamente", como
señala en el Prólogo, o hay otros motivos en la elección de este formato?
Esa es una de las
claves de la lectura de estos textos: la forma de organización, lo que los
retóricos llamaban la dispositio. La organización-diccionario
indica una voluntad de jugar, de mostrar humor o cierta distancia irónica con
respecto a lo dicho. La neutra seriedad del diccionario que no deja de prometer
definiciones o tecnicismos, contra el oscuro estilo ideológico, crítico y
político (y hasta editorialista, llegado el caso) de los textos. La seriedad
formal del diccionario está ahí para que el golpe de la gravedad conceptual de
lo dicho no sea demasiado fuerte. Atraer al lector con la consigna de "lo
divertido". Por otro lado, entiendo que el formato diccionario es un
buen gadget para dar a entender que si no hacemos algo contra
los rituales póstumos de la democracia liberal ilimitada lo único que nos va a
quedar, como dice el Cartaphilus de Borges, son palabras. Palabras usadas,
asignificantes, duras como el hueso mismo del sonido: empoderar,
estigmatizar, bullying, tolerancia, desarrollo, valores, límites,
seguridad.
¿Cuál fue el
criterio para la selección de las palabras que define en su diccionario?
Únicamente la
tentación de criticar la ontología chata y pagana de mercado que asoma detrás
de ciertos vocablos y ciertos modos de decir. ¿Por qué nos alineamos todos, de
pronto, en forma tan aproblemática y a veces entusiasta, detrás de consignas
como la seguridad, el acoso del otro, la tolerancia, los valores perdidos,
etc.? ¿Es que no sabemos lo que hacemos pero igual lo hacemos, para recordar la
famosa fórmula de Marx para la ideología? Algo de eso hay. Pero hay diferentes
estatutos en ese "no saber". Claramente se puede distinguir un
"no saber" que es del tipo "ah, pero qué tonto he sido: creí que
hacía una cosa pero estoy haciendo otra", de otro no saber, mucho más
infantil y profundamente incrustado, que es del orden del no saber que no sé,
como seguir rituales de corrección, por ejemplo, sentirme bueno porque observo
algún ritual filantrópico, o militante y participativo porque levanto un cartel
que dice "bring back our girls", o un gran luchador social porque
digo "no a la discriminación", etc. A señalar este tipo de no saber
es que están consagrados los textos del Diccionario.
¿Qué significa hoy
hablar de "estupidez"? ¿Cómo describiría estos "tiempos
estúpidos" en los que estamos viviendo?
Precisamente, en la
respuesta anterior queda trazada esta respuesta. La distancia que hay entre
el no saber porque algo enmascara y justifica lo que estoy
haciendo (mal) y ese otro no saber que es un no saber
que no sé, y que tiene que ver más bien con fetichismo y ritualística, es
la misma que hay entre ideología y estupidez. Por eso podría decirse, hasta
cierto punto, que la lógica cultural del capitalismo contemporáneo es más de
estupidez que de ideología. Ahora bien. El entusiasmo con una especie de
"analítica de la estupidez" parece situarse peligrosamente cerca del
virtuosismo aristocrático de aquel que se siente meramente indignado por estar
viviendo en un tiempo estúpido, y se dedica a denunciarlo graciosamente,
jugando con el beneficio de pensar que los lectores van a entender
inmediatamente que quien dice algo sobre la estupidez que lo rodea no es
estúpido. A mí me interesa la estupidez como un asunto teóricamente importante:
la estupidez está en centro de nuestras dificultades para una teoría del sujeto
político. La estupidez es una resistencia ciega y automática a la política:
todos nacemos estúpidos, pero todos nacemos con la potencia de dejar de serlo.
El capitalismo contemporáneo opera una máquina de eficacia deslumbrante: nos
deja ser estúpidos, porque al fin y al cabo todos tenemos derecho a ser
estúpidos. Así, en esa comodidad y ese conformismo, no puede surgir esa
potencia de ser otra cosa que estúpidos.
El semiólogo Walter
Mignolo estuvo de visita recientemente en Montevideo. Durante una conferencia en la Facultad de Humanidades hizo referencia a que el
consumismo "nos distrae de pensar". En la definición de
"Vida", usted finaliza dicho texto con la frase "Pensar es
necesario". ¿Qué puntos de contacto ve entre las palabras de Mignolo y su
reflexión?
"El consumismo
nos distrae de pensar". Dicho así me parece difícil estar en desacuerdo.
Es un juicio infinito muy pobremente determinado. Por otra parte, no conozco
bien el trabajo de Mignolo, y lo poco que he leído no me convoca gran cosa.
"Ya sabemos
que estos no son buenos tiempos para la política (...)" afirma en la
definición de "Totalitarismo". Más adelante señala: "No ha
habido un solo acto político en este gobierno que no sea un circo de
intenciones que siempre se muestran pusilánimes, entorpecidas o amonestadas por
el fetiche acuerdista, negociador o consensual (...)" (p.125),
mientras que en la definición de "Izquierda" retoma
una frase del expresidente Tabaré Vázquez, para luego afirmar que la izquierda
es una palabra "deteriorada". ¿Cómo ve el escenario político actual,
la negativa del precandidato del FA de "girar hacia la izquierda"
(¿qué implicaría también eso, no?), y su reiteración de la propuesta de tener
un nuevo gobierno "progresista"?
No podemos seguir
viviendo en la desmentida. La izquierda encarna la utopía capitalista
contemporánea en forma mucho más eficaz que la derecha, en la que ya nos gusta
pensar una especie de excedente doctrinario que no se lleva bien con el
capitalismo liberal, democrático, pragmático, etc. La fórmula de [el
vicepresidente Danilo] Astori (aunque vieja) de que "lo que la derecha no
entiende es que luchar contra la pobreza es luchar por el desarrollo"
resume el brillante cinismo de la izquierda institucional uruguaya hoy. Lo que
la derecha no entiende es lo que la izquierda ya ha entendido muy bien: la
pobreza es lo que obstaculiza los buenos negocios del capitalista. Habrá que
reinyectarle capital entonces. La derecha se mantendrá en su dogmatismo
doctrinario neoliberal, estúpido y pasado de moda: cuidar los gastos fiscales,
achicar el Estado, barrer con los programas sociales, dejar que patrones y
obreros hagan sus acuerdos salariales sin la intervención del Estado, etc.
Mientras que la izquierda tecno ya es decididamente posneoliberal, introduce
formas humanas de reciclaje de la pobreza, y mientras esa forma le sirva al
capital y a su ontología práctica inmanente de desarrollo, producción y
comercio, es obvio que el romance entre el capitalismo y la izquierda va a
continuar. Los empresarios se van a seguir riendo de los chistes de Mujica, aunque
no los entiendan o aunque eso no haya sido un chiste. Así, lo desconcertante es
pedirle a la izquierda un giro a la izquierda. ¿Alguien espera realmente una
revolución política desde el artefacto institucional partidario de la
democracia liberal? Otro síntoma de que la estupidez le ganó a la ideología.
Sobre 'Prohibido
Pensar'
Cuéntenos la
propuesta de Prohibido Pensar, esta nueva revista por
suscripción, financiada por los propios lectores.
Es precisamente
eso. Una publicación bimestral colectiva con formato de libro. Somos un grupo
de personas que entiende que es necesario (y que todavía es posible) escribir,
pensar, criticar, problematizar y enrarecer ideológicamente el aire del Uruguay
actual. No es un proyecto cultural y tampoco un "emprendimiento"
destinado a inventar una alternativa independiente a los carriles habituales
para este tipo de cosas. Es una idea y una praxis. Si queremos que algo del
orden de lo crítico-ideológico sobreviva tenemos que inventar por fuerza un
procedimiento alternativo que abata los costos ordinarios. Pero la idea no debe
confundirse con el procedimiento. El procedimiento, que no es en absoluto
novedoso, de que las suscripciones anticipadas permitan ir financiando el
número siguiente, no debería llamar la atención. Por eso quiero poner el acento
en eso de "proyecto crítico-ideológico" y no emprendimiento
indie o alternativo, etc.
¿Cómo va la
suscripción y recepción del primer número?
Razonablemente
bien. Entre ejemplares distribuidos a suscriptores y ejemplares vendidos (que
no son tantos) ya andamos cerca de los seiscientos. Eso nos da cierta
tranquilidad para proyectar por lo menos en un año la vida de la publicación.
¿Qué temas abordan
y/o consideran necesario abordar en la revista?
El primer número
(que ya salió y está en la calle: se puede comprar en Librería Lautrèamont, en
Maldonado y Pablo de María) está dedicado al asunto de la Lucha de
Clases; el segundo (que esperamos que salga a fines de junio) hablará
de Capitalismos de Izquierda; el tercero sobre Escrituras y
se planteará el tema de las condiciones de posibilidad de la producción
intelectual.
Es claro que lo
pesado y sustancioso de estos asuntos no es un azar o un capricho.
MONTEVIDEO (Uypress* / 28-5-2014)
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