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JULIO CÉSAR CASTRO (JUCECA) - LA VUELTA DE DON VERÍDICO (13)


MATE CUADRADO

Pero más estraño que Sosegate Quinteto pa tomar mate, difícilmente.

Sosegate era el mayor de los Quinteto, que eran seis, casau con Bolereana Tizona, que le decían “La muñeca” porque el marido se la sacó en una rifa.

Hombre de mal carácter, si de noche roncaba cuando estaba durmiendo, él mismo se chistaba de mala manera. Antipático, que nunca se pudo afeitar con navaja porque cuando se veía en el espejo se daba vuelta la cara.

A los perros los dejaba hacer fiestas nada más que cuando cumplían un año. Al que movía la cola antes de la fecha le pasaba flor de capina.

Los caballos que tenía eran todos mala cara, cosa que al montar le hicieran juego. Tuvo un pioncito y un día le dijo:

-Tené cuidau mocoso al acercarte a la overa, no sea cosa que esconda la leche.

Lo despidió el mesmo día porque el muchachito le preguntó:

-¿Adónde?

Una tardecita, preparó mate, y con el termo abajo del brazo enderezó pal boliche El Resorte. Fusilando muna damajuanita de vino, taban la Duvija, el tape Olmedo. Alérgico Folleto, Elaborado Tilingo, el pardo Santiago, y Rosadito Verdoso comiendo higos. Echado en la puerta mirando la puesta e sol, el barcino.

Sosegate Quintero dentro, no saludó, y se acodó al mostrador. En lugar de pedir una copa se puso a tomar mate. El pardo Santiago se lo quedó mirando curioso, porque el hombre amargueaba en un mate cuadrado. El pardo se le arrimó un poquito, y vio que en cada rincón el mate tenía un número, del uno al cuatro.

Cuando Sosegate empezaba a tomar mate, ponía la bombilla en el número uno. Cuando iba por los quince mates, ponía la segunda. A los cuarenta mates ponía la tercera, y cuando el mate taba muy lavau la cuarte le entraba sola. Era mate con cuarta automática

El pardo Santiago lo estuvo mirando un buen rato, como con ganas de hablarle, pero el hombre no daba lugar. Se mandó medio litro de tinto pa agarrar coraje, y fue y lo encaró:

-Usté desculpe, vecino -le dijo-, pero hagamé el servicio de invitarme con un amargo, cosa de cambiarle el paladar al vino.

Sosegate Quintero, de muy mala gana le cebó un mate. Cuando se lo dio, taba en primera. El pardo Santiago lo agarró, miró al tape Olmedo, y el tape apenas si le hizo una seña con el pucho.

El pardo le pegó una chupada al mate y puso la bombilla en segunda. Le pegó otra bruta chupada y le puso tercera, le encajó otra chupada que le hizo roncar el fondo, le revolvió la bombilla y cuando entró la cuarta solita, tiró el mate por la ventana pa fuera y lo reventó contra un ucalito. Sosegate Quintero, malísimo, quiso protestar, pero el pardo lo paró en seco.

-Desculpe vecino, pero se quedó sin freno.

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