CANCIÓN
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DECLARACIÓN
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Como si dijera: “que voy de vuelo” de la carne, para que me los comuniques
fuera de ella, siendo ellos la causa de hacerme volar fuera de la carne. Y para
que entendamos mejor qué vuelo sea este, es de notar que (como habemos dicho)
en aquella visitación de Espíritu divino es arrebatando con gran fuerza el de
la alma a comunicar con el Espíritu, y destituye al cuerpo y deja de sentir en
él y de tener en él sus acciones, porque las tiene en Dios. Que por eso dijo
San Pablo que en aquel rapto suyo “no sabía si” estaba su alma recibiéndole “en
el cuerpo o fuera del cuerpo” (2 Cor. 12,2). Y no por eso se ha de entender que
destituye y desampara el alma al cuerpo
de la vida natural, sino que no tiene sus acciones en él. Y esta es la causa
por qué en estos raptos y vuelos se queda el cuerpo sin sentido y, aunque le
hagan cosa de grandísimo dolor, no siente porque no es como otros traspasos y
desmayos naturales, que con el dolor vuelve en sí. Y esto sentimientos tienen
en estas visitas los que no han aun llegado a estado de perfección, sino que
van camino en estado de aprovechados; porque los que han llegado, ya tienen
toda la comunicación hecha en paz y suave amor y cesan estos arrobamientos, que
eran comunicaciones que disponían para la total comunicación.
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Lugar era este conveniente para tratar de las diferencias de raptos y éxtasis y
otros arrobamientos y sutiles vuelos de espíritu que a los espirituales suelen
acaecer. Mas, porque mi intento no es sino declarar brevemente estas canciones,
como en el prólogo prometí, quedarse
ha para quien mejor lo sepa tratar que yo, y porque también la bienaventurada
Teresa de Jesús, nuestra madre, dejó escritas de estas cosas de espíritu
admirablemente, las cuales espero en Dios saldrán presto impresas a luz. Lo que
aquí, pues, el alma dice de el vuelo, hace de entender por arrobamiento y
éxtasis de el espíritu a Dios. Y dícele luego el Amado:
Vuélvete,
paloma.
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De muy buena gana se iba el alma del cuerpo en aquel vuelo espiritual, pensando
que se le acababa ya la vida y que pudiera gozarse con su Esposo para siempre y
quedarse al descubierto con él; mas atajole el Esposo el paso, diciendo: “Vuélvete,
paloma”, como si dijera: Paloma, en el vuelo y ligero que llevas de
contemplación , y en el amor con que ardes, y simplicidad con que vas -porque
estas propiedades tiene la paloma-, vuélvete de ese vuelo alto en que pretendes
llegar a poseerme de veras, que aun no es llegado ese tiempo de tan alto
conocimiento, y acomódate a este más bajo que yo ahora te comunico en este tu
exceso, y es:
que
el ciervo vulnerado…
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Compárase el Esposo al ciervo, porque aquí por el ciervo entiende a sí mesmo. Y
es de saber que la propiedad de el ciervo es subirse a los lugares altos, y
cuando está herido vase con gran prisa a buscar refrigerio a las aguas frías y,
si oye quejar a la consorte y siente que está herida, luego se va con ella y la
regala y la acaricia. Y así hace ahora el Esposo, porque, viendo a la esposa
herida de su amor, él también al gemido de ella viene herido de el amor de
ella; porque en los enamorados la herida de uno es de entrambos y un mismo
sentimiento tienen los dos. Y así, es como si dijera: Vuélvete, esposa mía, a
mí, que, si llagada vas de amor por mí, yo también (como el ciervo) vengo en
esta tu llaga llagado a ti, que soy como el ciervo. Y también en asomar por lo
alto, que por eso dice:
por
el otero asoma,
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