domingo

CÁNTICO ESPIRITUAL (19) - SAN JUAN DE LA CRUZ


9 / Como si dijera: pero allende de lo que me llagan estas criaturas en las mil gracias que me dan a entender de ti, es tal un no sé qué se siente quedar por decir, y una cosa que se conoce quedar por descubrir, y un subido rastro que se descubre al alma de Dios quedándose por rastrear, y un altísimo entender de Dios que no se sabe decir (que por eso lo llama uno “no sé qué”), que, si lo otro que entiendo me llaga y hiere de amor, esto que no acabo de entender, de que altamente siento, me mata. Eso acaece a veces a las almas que están ya aprovechadas, a las cuales hace Dios merced de dar en lo que oyen, o ven, o entienden -y a veces sin eso y sin esotro- una subida noticia en la que se le da a entender o sentir alteza de Dios y grandeza; y en aquel sentir siente tan alto de Dios, que entiende claro se queda el todo por entender acabadamente, es muy subido entender. Y así una de las grandes mercedes que en esta vida hace Dios en un alma por vía de paso, es darla claramente a entender y sentir tan altamente de Dios, que entiende claro que no se puede entender ni sentir de el todo; porque es, en alguna manera, al modo de los que ven en el cielo, donde los que más conocen entienden más distintamente lo infinito que les queda por entender; porque aquellos que menos le ven son a los cuales no les parece tan distintamente lo que les queda por ver como a los que más ven.

10 / Eso creo que no lo acabará bien de entender el que no lo hubiere experimentado. Pero el alma que lo experimenta, como ve que se le queda por entender aquello de que altamente siente, llámalo “un no sé qué”; porque así como no se entiende, así tampoco se sabe decir, aunque (como he dicho) se sabe sentir. Por eso dice que le “quedan” las criaturas “balbuciendo”, porque no lo acaban de dar a entender; que eso quiere decir “balbucir”, que es el hablar de los niños, que es no acertar a decir y dar a entender qué hay que decir.

11 / También acerca de las demás criaturas acaecen al alma algunas ilustraciones al modo como habemos dicho, aunque no siempre tan subidas, cuando Dios hace merced al alma de abrirle la noticia y el sentido de el espíritu en ellas; las cuales parecen están dando a entender grandezas de Dios, que no acaban de dar a entender, y es como que van a dar a entender y se queda por entender, y así es “un no sé qué que quedan balbuciendo”.

Y así, el alma va adelante con su querella, y habla con la vida de su alma en la siguiente canción, diciendo:

CANCIÓN 8.ª

Mas ¿cómo perseveras,
¡oh vida, no viviendo donde vives?
y haciendo por que mueras
las flechas que recibes
de lo que del Amado en ti concibes?

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