domingo

LA CARRETA (42) - ENRIQUE AMORIM


XI (2)

Pero el forastero permanece mudo, serio, de pie, apoyado el codo en el pasador de madera de la ventana.

Y el recién llegado dice, entre dientes:

-Gracioso el mozo… ¿no? ¡Qué me dice!... Gracioso!

Todos clavan la mirada en el intruso. Nadie pronuncia una sola palabra, por unos instantes, hasta que uno del grupo pide al “cuentero” la repetición de la historia picaresca “del chancho colorado”…

Se trata de un gracioso relato, muy conocido en el paraje, al cual “el cuentero” le da cierto aire novedoso enriqueciéndolo con cómicas alusiones al auditorio.

“El cuentero”, sin acusar el impacto, termina el relato con un broche feliz que provoca ruidosa hilaridad.

La lluvia arrecia. Azota el vendaval. Tempestad o tormenta que traen hasta las casas a esos pájaros negros que al día siguiente, cuando el sol comienza a secar los campos inundados, desaparecen misteriosamente. Dejan impresión de mal augurio y no se los olvida jamás.

El forastero tiene apariencias de pájaro de tempestad. Al terminar una de las historias más exitosas, pregunta con sorna:

-Y, ¿quién era el comisario en ese tiempo?

El auditorio siente una ráfaga helada.

Las quitanderas, embebidas en el relato, despiertan a la realidad. El forastero aguafiestas se queda inmóvil. “El cuentero” levanta la cabeza con humildad y alza los ojos hacia la recia faz del que se expresa con burla “sobradora”. No se atreve a responder. Sin duda alguna, se le ha presentado, por primera vez, el enemigo inevitable e ignorado del “cuentero”.

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