Hugo Giovanetti Viola
Primera edición: Caracol al Galope, 1999.
Primera edición WEB: elMontevideano Laboratorio de Artes, 2016.
UNDÉCIMA PUERTA: SOTERRADEZ (2)
Mucho gusto, Patrona de la Garra Celeste y el Aura del León -se presentó murguísticamente Isabelino Pena, apenas el jadeo de Yemanjá y el tintineo de las pulseras de Ray resonaron atrás mío.
-AURA sí que nos jodimos -largó una carcajadita desganada la diosa. -Otro pa enchalecar. Aunque me caés simpático. Vo, Pelado: ¿cómo te fue con el agua tenebrosa, al final? ¿Hay Exá o no hay Exá en este queco de Abita?
No quise contestarle para no darme vuelta.
-Ma qué Exá -hizo cascabelear el pulseraje Ray. -Lo salvó el colorete del pelotudo de Espínola, que cree que va a aguantarle la tacada a la nada con los destelladores octogonales. Fue puro orto, patrona.
-Pero PURO!!!! -ladró Yemanjá. -Y POR HOY NO HABLES MÁS PORQUE ME RAJO UN ORTOGONAL Y DESAPARECÉS COMO LOS RUSOS ROJOS!!!!
El detective festejó la parada de carro con una risotada-estornudo-atorón y al final preguntó:
-¿Y qué vendría a ser el queco de Abita, patrona? Disculpe la ignorancia.
-Abita vendría a ser el Comandante en Jefe del Ejército de las Gárgolas Fiscalizadoras -ironicé, manoteando los cigarrillos que había dejado al lado de su whisky.
-Che, respetá -cacareó la diosa. -¿Vos te creés que el Mudo Jefe iba a bancar botones en el Ortolimpo, rapaz?
-Los fiscales son peores -porfié. -Son diablos puros.
Lo único que recibí por respuesta fue un cascabeleo de Ray.
-Perdón, señor De Deus -se sonó poderosamente la nariz Isabelino Pena. -¿Le molestaría precisarme si existe algún grado de parentesco entre usted y el ex-amigo perro de Espínola apodado Tomatito? Porque De Deus no hay muchos.
Ray volvió a sacudir las pulseras ofídicas pero no dijo nada.
-Che, enano de jardín: pero vos resultaste un detective en serio -coqueteó la diosa. -Voy a tener que invitarlos con un caballito, a ver si el peladín de la justicia se nos desencocora.
-Ya nos vamos -gruñí. -Manolo nos está esperando hace rato en el museo.
-Perá, varón. Perá -se decidió a tutearme el detective. -Digamé, doña Yema: ¿usted por casualidad no sabe dónde puedo encontrar a Tomatito después de tantos años?
Entonces acepté que hasta los personajes de Los recovecos de Manuel Miguel se me iban de las manos y durante unos segundos me sentí ilevantablemente muerto.
-CHE: ¿PERO QUE ESTÁN ESPERANDO PARA TRAERME LA NAFTA? -protestó Yemanjá con timbre de sirena. Y demoró en agregar -Lo último que supe del Tomatito es que seguía garrapateándole la sangre a los rusos. Se ve que ese aprendió a chupar la vena con bolches o sin bolches.
-¿Y quién le contó eso, si se puede saber?
-Mi Secretaria General y hembra de compañía. ¿Quién va a ser? La principal adoradora del polifocalístico.
En ese momento escuché los pasos del mozo que traía la botella de White Horse y pensé en escaparme por la puerta del costado para no ver a Ray. Pero me fue imposible eludir la batalla.
Y cuando enfoco uno de los ventanales que dan hacia la calle San José veo los lentes de Ray espejando una espesura irradiada por las altas entrañas del Edificio Independencia y comprendo que el alma de Manolo acaba de interponerse como un filtro-envoltorio entre la insipidez del crepúsculo y mi desesperación. Y el último gran rojo que derrama desde la antigua Casa de Gobierno parece rubricar: ”La ponencia del sol entre la sangre / dice que cada vuelo reverdecerá. / La golondrina entre la noche blanca / grita que todo roble resucitará. / La sentencia del mundo entre las islas / dice que cada vela permanecerá.
-Nos tenemos que ir -agarré del brazo al detective, y le mostré los dientes a Yemanjá para advertirle: -Otro día conversamos. Pero sin chofer, por favor. Huele a slip de zorrino.
-Brindo por eso -sacudió su gran escote moka la diosa. -Me hubieras avisado que andabas arrugado, rapaz.
Y se tiró un pedo-misil apuntando hacia Ray y el chofer-gárgola se invisibilizó con más velocidad que la promesa del Hombre Nuevo en la propaganda marxista
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