domingo

NOCHE OSCURA (60) - SAN JUAN DE LA CRUZ


DE LA NOCHE OSCURA, TRÁTASE DE LA MÁS ÍNTIMA PURGACIÓN, QUE ES LA SEGUNDA NOCHE (PASIVA) DEL ESPÍRITU.

CAPÍTULO 20 (2)

Pónese los otros cinco grados de amor

El nono grado de amor hace arder al alma con suavidad. Este grado es el de los perfectos, los cuales arden ya en Dios suavemente; porque este ardor suave y deleitoso les causa el Espíritu Santo por razón de la unión que tienen con Dios. Por esto dice San Gregorio de los Apóstoles que, cuando el Espíritu Santo visiblemente vino sobre ellos, que interiormente ardieron por amor suavemente.

De los bienes y riquezas de Dios que el alma goza en este grado no se puede hablar; porque si de ella se escribiesen muchos libros, quedaría lo más por decir. Del cual, por esto y porque después diremos alguna cosa, aquí no digo más sino que de este se sigue el décimo y último grado de esta escala de amor, que ya no es de esta vida.

5 / El décimo y último grado de esta escala secreta de amor hace al alma asimilarse totalmente a Dios, por razón de la clara visión de Dios que luego posee inmediatamente el alma, que, habiendo llegado en esta vida al nono grado, sale de la carne. Porque estos -pocos que son-, por cuanto ya por el amor están purgadísimos, no entran en el purgatorio. De donde San Mateo dice: Beati mundo corde, quoniam ipsi Deum videbunt (5,8). Y, como decimos, esta visión es la causa de la similitud total del alma con Dios, porque así lo dice San Juan, diciendo: Sabemos que seremos semejantes a Él (1 Io. 3,2); no porque el alma se hará tan capaz como Dios, porque eso es imposible, sino porque todo lo que ella es se hará semejante a Dios; por lo cual se llamará, y lo será, Dios por participación.

6 / Esta es la escala secreta que aquí dice el alma -aunque ya en estos grados de arriba no es muy secreta para el alma-, porque mucho se le descubre el amor por los grandes efectos que en ella hace. Mas, ya no hay cosa para el alma encubierta, por razón de la total asimilación. De donde nuestro Salvador dice: En aquel día, ninguna cosa me preguntaréis (o. 16,23); pero hasta este día todavía, aunque el alma más alta vaya, le queda algo encubierto, y tanto cuanto le falta para la asimilación total con la divina esencia.

De esta manera, por esta TEOLOGÍA MÍSTICA y amor secreto, se ve el alma saliendo de todas las cosas y de sí misma y subiendo a Dios. Porque el amor es asimilado al fuego, que siempre sube hacia arriba, con apetito de engolfarse en el centro de su esfera.

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