domingo

NOCHE OSCURA (57) - SAN JUAN DE LA CRUZ


LIBRO SEGUNDO

DE LA NOCHE OSCURA, TRÁTASE DE LA MÁS ÍNTIMA PURGACIÓN, QUE ES LA SEGUNDA NOCHE (PASIVA) DEL ESPÍRITU.

CAPÍTULO 19 (1)

Comienza a explicar los diez grados de la escala mística de amor divino según San Bernardo y Santo Tomás - Pónese los cinco primeros.

Decimos, pues, que los grados de esta escala de amor por donde el alma de uno en otro va subiendo a Dios son diez.

1 / El primer grado de amor hace enfermar al alma provechosamente. En este grado de amor habla la Esposa cuando dice: Conjúroos, hijas de Jerusalén, que, si encontráredes a mi Amado, le digáis que estoy enferma de amores (Cant. 5,8). Pero esta enfermedad no es para muerte, sino para gloria de Dios (Io. 11,44), porque en esta enfermedad desfallece el alma al pecado y a todas las cosas que no son de Dios por el mismo Dios, como David testifica diciendo: Desfalleció mi alma, esto es, acerca de todas las cosas a tu salud (Ps. 142,7). Porque, así como en el enfermo pierde el apetito y gusto de todos los manjares y muda el color primero, así también en este grado de amor pierde el alma el gusto y apetito de todas las cosas, y muda como amante el color y accidente de la vida pasada. Esta enfermedad no cae en ella el alma si de arriba no le envían el exceso de calor, según se da a entender por este verso de David que dice: Pluviam voluntariam segregabis, Deus, haereditati tuae, et infirmata est (Ps. 67,10), etc.

Esta enfermedad y desfallecimiento a todas las cosas, que es el principio y primer grado para ir a Dios, bien lo habemos dado a entender arriba cuando dijimos la aniquilación en la que se ve el alma cuando comienza a entrar en esta escala de purgación contemplativa, cuando en ninguna cosa puede hallar gusto, arrimo, ni consuelo ni asiento. Por lo cual, de este grado luego va comenzando a subir al segundo grado, y es:

2 / El segundo (grado) hace al alma buscar sin cesar. De donde, cuando la Esposa dice que, buscándole de noche en su lecho (cuando según el primer grado de amor estaba desfallecida), y no le halló, dijo: Levantarme he y buscaré al que ama mi alma (Cant. 3,2). Lo cual, como decimos, el alma hace sin cesar, como lo aconseja David diciendo Buscad siempre la cara de Dios (Ps. 104,4) y, buscándole en todas las cosas, en ninguna reparar hasta hallarle. Como la Esposa que, en preguntando por él a las guardas, luego pasó y las dejó (Cant. 3,4). María Magdalena ni aun en los ángeles del sepulcro reparó (Io 20,14).

Aquí, en este grado, tan solícita anda el alma, que en todas las cosas busca al Amado. En todo cuanto piensa, luego piensa en el Amado; en cuanto habla, en cuantos negocios se ofrecen, luego es hablar y tratar del Amado; cuando come, cuando duerme, cuando vela, cuando hace cualquier cosa, todo su cuidado es en el Amado, según arriba queda dicho en las ansias de amor.

Aquí, como va ya el alma convalesciendo y cobrando fuerzas en el amor de este segundo grado, luego comienza a subir al tercero por medio de algún grado de nueva purgación en la Noche, como después diremos; el cual hace en el alma los efectos siguientes.

3 / El tercer grado de la escala amorosa es el que hace al alma obrar y la pone calor para no faltar. De esto dice el real profeta que bienaventurado el varón que teme al Señor, porque sus mandamientos acudicia obrar mucho (Ps. 11,1). Donde, si el temor, por ser hijo del amor, le hace esta obra de codicia, ¿qué hará el mismo amor? En este grado, las obras grandes por el Amado tiene por pequeñas, las muchas por pocas, el largo tiempo en que le sirve por corto, por el incendio de amor en que ya va ardiendo. Como a Jacob, que, con haberle hecho servir siete años sobre otros siete, le parecían pocos por la grandeza del amor (Gen. 29,20). Pues si el amor con Jacob, por ser de criatura, tanto podía, ¿qué podrá el del Criador cuando en este tercer grado se apodera del alma? Tiene el alma aquí, por el grande amor que tiene a Dios, grandes lástimas y penas de lo poco que hace por Dios; y si le fuese lícito deshacerse mil veces por Él, estaría consolado. Por eso se tiene por inútil en todo cuanto hace, y le parece vive de balde.

Nácele aquí otro efecto admirable, y es que se tiene por más mala averiguadamente para consigo que todas las otras almas. Lo uno, porque le va el amor enseñando lo que merece Dios; y lo otro, porque, como las obras que aquí hace Dios son muchas, y todas las conoce por faltas e imperfectas, de todas saca confusión y pena, conociendo tan baja manera de obrar por un tan alto Señor. En este tercer grado, muy lejos va el alma de tener vanagloria o presunción y de condenar a los otros. Estos solícitos efectos causa en el alma -con otros muchos a este talle- este tercer grado; y por eso en él cobra ánimo y fuerzas para subir hasta el cuarto, que es el que se sigue.

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