domingo

DINOSAURIOS - RICARDO AROCENA


Reflexiones sobre la ecología, el medio ambiente, las multinacionales, la contaminación, los países desarrollados, los países dependientes, los organismos internacionales y el destino de los dinosaurios.

PRIMERA ENTREGA

El 18 de junio del 2015, el Papa Francisco se suma al reclamo mundial para preservar el medio ambiente, dando a conocer su segunda encíclica, a la que llamó Laudato si', título   tomado del Cántico de las criaturas. La comunicación papal está centrada en el planeta Tierra como lugar en el que viven los seres humanos, y en la defensa de la naturaleza; bajo el subtítulo Sobre el cuidado de la casa común, el sumo pontífice critica el consumismo y el desarrollo irresponsable y hace un alegato a favor de una acción mundial rápida y unificada “para combatir la degradación ambiental y el cambio climático”. En su inicio la encíclica reflexiona:

“1.Laudato si’, mi’ Signore” – “Alabado seas, mi Señor”, cantaba san Francisco de Asís. En ese hermoso cántico nos recordaba que nuestra casa común es también como una hermana, con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos: “Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba”. 

2. Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que “gime y sufre dolores de parto” (Rm 8,22). Olvidamos que nosotros mismos somos tierra (cf. Gn 2,7). Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura.”

Con esta circular se suma a la preocupación, porque como vaticinara otro religioso, Leonardo Boff, en consonancia con las declaraciones de una de las cumbres mundiales sobre medio ambiente, hoy por hoy no se trata de qué futuro tiene occidente, sino qué futuro tiene la humanidad, qué futuro tiene el planeta. Hacia fines de los 90 el teólogo señalaba que la civilización se movía entre dos ilusiones: “la ilusión del desarrollo infinito y la ilusión de que los recursos naturales son infinitos”, y advertía que no era posible crecer más allá de ciertos límites, porque de lo contrario “nos despeñaremos hacia un abismo o conoceremos el destino de los dinosaurios”.


HOMBRE RICO, HOMBRE POBRE

Hace años que la ONU viene denunciando que los países a los que eufemísticamente denomina “en vías de desarrollo”, están “prácticamente indefensos” ante la imposición de tecnología importada. De acuerdo a sus investigaciones bajo el rótulo de “ayuda” les venden tecnologías anticuadas, que no están a la altura de las exigencias de calidad y de seguridad ecológica exigida en los países industrializados. Estos, apoyados en su mayor productividad, se benefician de un comercio no equivalente, que les permite enriquecerse con ese tipo de mercancías, que por lo general son inapropiadas, obsoletas y nocivas en los países que son utilizadas.

Las confrontaciones entre ambos núcleos de naciones (ricas y pobres) han encontrado un apogeo en los diferentes eventos sobre medioambiente realizados a nivel internacional; por lo general los tratados referidos a los cambios climáticos, no contienen compromisos concretos para los países desarrollados, que además reniegan de cualquier consenso en el momento de redactar los acuerdos.  Terciando en el enfrentamiento, Naciones Unidas ha insistido que no es similar la contaminación ambiental producida por la exclusión y la miseria que la provocada por la riqueza y el despilfarro, pero no obtuvo mayor éxito y las políticas depredadoras en todos los casos han continuado.

La comunidad internacional, por ejemplo, viene presionando para que los países desarrollados restrinjan la emisión de dióxido de carbono, causante del “efecto invernadero”, pero en los hechos la respuesta que ha conseguido no es más que una suma de buenos propósitos. Todo esto se ha visto agravado por la ofensiva de las trasnacionales sobre el Tercer Mundo, que ha generado “graves daños”, según el organismo internacional, mayores cuanto más apartadas son las regiones de los centros poblados. Por eso en la picota está el Consejo Empresarial para el Desarrollo Sostenible (CEDS), organismo compuesto por las mayores corporaciones del mundo y expresión por lo tanto del “mayor poder económico del planeta”, según sus críticos.

Lo integran conglomerados como “Dupont de Nemours, que está radicado en EEUU y es conocido como el mayor productor mundial de gases fluocarbonados responsables de la destrucción de la capa de ozono, la Royal Dutch Shell, que produce el 3% de las emisiones que provocan el ya mencionado “efecto invernadero” y Mitsubishi que viene mostrándose como uno de los principales depredadores de las selvas tropicales.

Para muchos ambientalistas estas y otras empresas si bien se presentan como paladines en la defensa del medio ambiente y en la “lucha contra la pobreza”, en realidad están dedicadas “a la destrucción del planeta” y su presión decreta las posiciones claudicantes en materia de contaminación por parte de los países industrializados. Entre las multinacionales consideradas más peligrosas colocan a la petrolera Chevron, (que en su prontuario tiene ser responsable del asesinato de manifestantes nigerianos,); la metalúrgica De Beers; la química Pfizer; Mc Donals; Nestlé; BritshPetroleum; la Minera Vale y en particular Monsanto que destaca como creadora de alimentos genéticamente modificados, hormonas de crecimiento bobino y por el envenenamiento por agrotóxicos.

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