domingo

URUGUAY CAMPEÓN SUDAMERICANO SUB 20


PURIFICARSE

Hugo Giovanetti Viola

Empiezo a escribir esta paginita 5 minutos después del cierre de la transmisión en Quito y sintiéndome milagrosamente hermanado con una comunidad que nació en el Campamento del Ayuí, gracias a una nueva hazaña futbolera.

Hacía 36 años que los juveniles celestes no conquistaban un título sudamericano y este sábado la cosa pintaba realmente brava, a pesar de que nos alcanzaba con un empate para salir primeros.

Pero el miércoles pasado los venezolanos nos pintaron la cara y hoy teníamos que enfrentar al local en la altura y lo cierto es que en la opinión callejera se palpaba muchísimo más descreimiento que confianza, a pesar de que el acorralamiento suele ser un factor muy propicio para que se nos verticalice el arquetipo artiguista y ahí no nos jode nadie.

Nuestro técnico, Fabián Coito, ya es un hombre que tiene mucha experiencia en la conducción de planteles juveniles y le ha tocado morder el polvo varias veces, aunque en los últimos Juegos Panamericanos nos llevamos la medalla de oro.

Y hoy uno de los periodistas enviados a Quito comentó que durante los tres últimos días el plantel trabajó mucho el tema de la resiliencia, que Google define como la capacidad de los seres humanos para adaptarse positivamente a situaciones adversas, agregando enseguida: Sin embargo, el concepto ha experimentado importantes cambios desde la década del 60. En un principio, se interpretó como una condición innata, luego se enfocó en los factores no sólo individuales, sino también familiares, comunitarios y, actualmente, culturales. Los investigadores del siglo XXI entienden la resiliencia como un proceso comunitario y cultural, que responde a tres modelos que la explican: un modelo “compensatorio”, otro “de protección” y por último uno “de desafío”.

¿Pero cuál era el desafío? ¿Ganar el campeonato? Pienso que no: pienso que la patriada psíquica era purificarse de la desesperanza endémica que nos inculca un sistema desespiritualizado desde 1830 hasta la fecha, y retomar la fe fundacional que nos exige amar incondicionalmente a los sueños posibles y no utópicos.

Y estos botijas que dieron una nueva vuelta olímpica celeste se mueven en un ambiente corrompido por el gran capital y les es muy difícil no jugar obsesionados por el eventual alza de sus cotizaciones en el mercado de pases.

Purificarse, entonces, significaba ensimismarse y entregarse con la blindada pureza del Negro Jefe, lo que significa decir: sintiéndose responsables de las alegrías y las tristezas de su pueblo.

No existe otra manera.

Y el dificilísimo campeonato que acaba de obtenerse fue festejado por el plantel y el cuerpo técnico con una alegría que llenó a las poluidas pantallitas uruguayas (y mundiales) de unas invencibles ganas de vivir que jamás percibimos en las tan pomposas como fallutas giras gubernamentales destinadas a colocar nuestra producción en un mundo manipulado por transnacionales genocidas.

Porque hoy la selección sub 20 no batalló para venderle una imagen a nadie.

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