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TIEMPOS POSMODERNOS (5) - RICARDO AROCENA


Apuntes sobre la soledad, la comunicación, la incomunicación, la modernidad, la posmodernidad, la sociedad de la información, la penetración cultural y el imperialismo

“Qué tiempos serán los que vivimos,
que hay que defender lo obvio”.

Bertolt Brecht


MI TIO DE AMÉRICA

A escala internacional son alrededor de 100 los grupos empresariales más transnacionalizados según la ONU. Asistimos a una concentración monopólica a nivel mundial, que trae consigo la militarización de la economía y por ende también de la política. Escribía Marta Harnecker al respecto que “El fenómeno de la globalización del capital se traduce también en cambios en la configuración del poder. Este está actualmente en manos de una élite ubicada en los países más avanzados y dirigida por Estados Unidos. Tanto el poder político como económico tienden a gravitar hacia estos grupos ligados al capital financiero transnacional y la economía global.”

Para imponerse precisan de democracias tuteladas, en las que ejercen un control extremo los medios de comunicación, que  como “aparatos ideológicos” operan condicionando la producción social, estableciendo hegemonías ideológicas e imponiendo nuevas formas lingüísticas con las que manejan la subjetividad del receptor.

Un avance innovador como Internet por un lado ha permitido a las grandes empresas operar de nuevas maneras y por otro ha generado la ilusión en la opinión pública de que existe una efectiva democratización de la información. El mundo parece interconectado… sin embargo, no todo es color rosa. Según Osvaldo León, Director General de la Agencia Latinoamericana de Información (ALAI),  “cada vez más se incrementa la amenaza de que los espacios desarrollados puedan ser arrebatados por grandes oligopolios que, con inversiones que solo ellos pueden realizar, han emprendido un enfrentamiento sin contemplaciones, como lo ilustra el caso Microsoft. Así, mientras por un lado la lógica del mercado pugna por imponerse en la Red, poniendo en entredicho su naturaleza universal, pues los indicios apuntan al establecimiento de subredes de carácter empresarial privado; por otro, desde los centros de poder político, se busca establecer regulaciones para establecer cortapisas al carácter abierto que hasta ahora ha marcado su desarrollo.”

Y agrega en su artículo La revolución digital: “Incluso bajo este formato universal y abierto, las indagaciones sobre la red de redes hablan de un incremento de las disparidades. En un cable difundido por Mexis (25/07/99), se reporta que un estudio realizado por la Administración Nacional de las Telecomunicaciones y la Información de los Estados Unidos, "reveló que la desigualdad de los diversos estratos sociales de dicho país se ha acentuado durante los últimos años gracias a Internet". El Informe sobre Desarrollo Humano 1999 del PNUD, por su parte, destaca: "Las barreras geográficas a la comunicación pueden haber caído, pero una nueva barrera ha surgido, una barrera invisible que, fiel a su nombre, es como una telaraña mundial, que abraza a los conectados y de manera silenciosa-casi imperceptible- excluye a los demás".  El 88% de los conectados se encuentra en los países industrializados, cuyo número total de habitantes representa menos del 15% de la población mundial; a Norteamérica, que tiene el 5% de ésta, le corresponde el 50% de los usuarios del Internet.”


ALGUIEN TE ESTÁ MIRANDO

Como parte de la ofensiva cultural, sobre los pueblos ha caído una verdadera ofensiva terminológica, que desvirtúa y confunde. Por ejemplo prácticamente no hay trabajo académico o periodístico que, de ser necesario, no haga referencia al concepto de "globalización", de dudosa validez científica.

Refiriéndose al tema escribe el historiador Renán Vega en su trabajo “Las nuevas expresiones del Imperialismo en el mundo actual”,  que asistimos a una "macdonalización del lenguaje, que supone que las palabras de uso corriente y cotidiano, así como los conceptos y categorías centrales de las ciencias sociales simplemente reproduzcan en sus respectivos idiomas nacionales los términos empleados en los Estados Unidos y que se han difundido e impuesto por todo el mundo en las últimas décadas".

"Eso se puede ver con denominaciones como las de estudios poscoloniales, estudios culturales, libertad de comercio, libertad empresarial y ahora terrorismo, armas de destrucción masiva, fundamentalismo y otros vocablos propios de un lenguaje colateral que proporciona claves lingüísticas y simbólicas para justificar la guerra, la destrucción de países, la recolonización, el saqueo de recursos, es decir, la dominación imperialista".

Y agregamos nosotros: los propios conceptos de izquierda y derecha, de socialismo, nacionalismo, populismo, comunismo, etc.,  son resignificados en forma sutilmente despectiva, por ejemplo asignándoseles el término “post”, mientras que poderosos empresarios transnacionales son presentados como “auténticos revolucionarios” y el retorno al Medioevo en materia de políticas laborales, como una necesaria “flexibilización”.

A la trata del lenguaje habría que sumarle, según el periodista Ignacio Ramonet que en “esta era de la ‘post-verdad’, la práctica de la mentira, del fraude intelectual y del engaño descarado no es sancionado por ninguna consecuencia negativa, ni en términos de credibilidad, ni de imagen. Todo vale, todo sirve en esta ‘era del relativismo post-factual’, y ni siquiera los hechos o los datos más objetivos son tomados en consideración. Tampoco se acepta el argumento (…) del complot, de la conjura, de la conspiración. De antemano, el nuevo discurso mediático dominante denuncia y ridiculiza el “pretendido complotismo” como un inaceptable argumento de una “vieja narrativa” que no es de recibo...”

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