jueves

UN DISCO HEROICO DE LAURO GARCÍA


ACOMPASANDO PASOS EN LA NIEBLA

Hugo Giovanetti Viola

La aparición de Pasos en la niebla, el tardío primer disco del cantautor Lauro García (Uruguay, 1966) demuestra una vez más que la generación surgida en el comienzo del aquelarre histórico posmodernista (y posdictatorial en nuestro país) puede, si se lo propone, conectarse con la mejor historia musical de una cultura uruguaiensis (para hablarlo en Julio Herrera y Reissig y Saúl Ibargoyen al mismo tiempo) hoy tan asustantemente amenazada por el reinado macabro del Gran Cambalache.

Al igual que un misterio por desvelar, un lugar por descubrir o unos ojos por abrir, la massa confusa es la substancia original, la materia, adaptable, mutable, que tras un proceso creativo se convierte en la obra, nos explica el análisis de la prospectiva paracélsica: En alquimia es la materia prima, equiparable al residuo que no se puede o no es fácil aprovechar, o que se deja de utilizar por descuido, que se coloca en un recipiente hermético para realizar el proceso que tras las operaciones necesarias transforma la massa confusa en oro, el nacimiento del alma. Después de pasar por las manos de la persona creadora consigue el final buscado, la preciada obra llena de belleza y trascendencia.

Y eso es lo que logra Lauro García, a lo largo de diez temas de su total autoría (con la excepción de una letra aportada por Osvaldo Bovino) donde encontramos una surtidísima fusión de reggae, funky, ska, bossa, hip hop, candombe, blues, milonga, rocanrol y hasta bebop, ensamblando textos que saben instalar lo inevitable de nuestro tiempo (Jung dixit) en la imprescindible universalidad de los arquetipos que permiten que haya hipnosis investigativa al servicio del adviento del Hombre Nuevo y no pasatiempismo pelotudo fabricado para figurar en el paupérrimo y calamitoso circo de los Premios Grafitti que digita el establishment.

Tengo unos pobres poemas, recita casi rezando el trovador en el último tema de esta verdadera mestización artiguense más manierista que barroca y más agónica que festiva: empobrecidos versos hilvanados / no buscan la opinión de quien los lee / sólo son intención / palabras evocando sonidos / trasnochando sucesos / Son imagen maquillada / toma fugaz, infinitesimal, aislada / sentimientos en el fluir de la conciencia, / son una burla… / ¿eternidad en el tiempo? / catálogo de tintes en el atardecer, en el cielo / Son árbol que se planta frente al viento / son voluntad / piedras son en la corriente / son el intento de resonar en otros / son vibración que vuelve amplificada / acompasando pasos en la niebla.

Y resulta imprescindible aclarar que nada funcionaría con la gracia de profundidad estructural que ilumina este disco sin el extraordinario correlato dialéctico del saxofón de Gabriel Barros, que sabe generar una proliferación arcoírica inclusiva tanto del perseguidor cortazariano como del rústico filtraje ricotero que es puro río marrón.

Personalmente, me enteré de la existencia de Pasos en la niebla a través de la lectura facebookera de una reseña aparecida en un semanario con nombrete culturoso donde lo único que se valoraba era la portada elegida por Lauro García para presentar su hazaña.

El acriticismo pos-posmo sigue campeando gozosamente en la toldería de Tontovideo.

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