1
Aquella tarde cual si fuera un espanto repentino
me dejó con las manos encendidas
de estrellas solitarias
las nubes bañaban el trigo
de sus crenchas y acariciaban el dolor del rocío
cuando el viento desnudaba alguna copla
me nacían desde las venas luces perdidas
en la piel de un canto
y las voces que se estrellan en la sed
escupen el oro que florecerá
en el mar de su risa.
2
Mis manos muerden las voces del sol
gritan con el dolor del mármol
y acarician los versos que laten
en mis entrañas
Mi voz palpita
llora en el silencio de una flor
que me abriga de las sombras
y se ahoga en el viento de tus ojos
las estrellas que canto silenciarán las espinas
y perfumarán el llanto del cielo
en el eterno resplandor que despierta
la sed de tu nombre
estos versos desnudarán
los pájaros del alma.
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