PRIMERA ENTREGA
A lo largo del curso de Historia de la música III realizado con la Prof. Cecilia Mauttoni trabajamos el desarrollo de diferentes corrientes vanguardistas del siglo XX. Nos resultó interesante, además de conocerlas, poder problematizarlas y reflexionar acerca de la concepción de arte detrás de ellas. Lo que nos lleva a preguntarnos a qué concepción de arte se contraponen dichas vanguardias, y así llegar a delinear una concepción propia. En nuestro trabajo nos enfocaremos específicamente en la música aleatoria y el serialismo integral, y en dilucidar su concepción -si es que la hay-.
El serialismo integral deriva del dodecafonismo. Mientras este último señaliza solamente las alturas de sonido, el serialismo integral se plantea señalizar todos los parámetros del sonido, en pos de romper aun más con la tradición de la música tonal.
La música aleatoria busca despojarse de todo tipo de pautas que condicionen la ejecución de la obra musical, la cual se fundamenta en la improvisación.
Más allá de que son sistemas o métodos diferentes, el resultado musical del serialismo y la música aleatoria son muchas veces parecidos, y esto nos hace pensar que están íntimamente relacionados, tal vez por una concepción artística en común.
Vemos que en ambas corrientes el método creativo tiene una fuerte carga racional, a pesar de que se expresa de diferentes maneras. En el serialismo la racionalidad se presenta en el empleo estricto de un método. Y en la música aleatoria, paradojalmente, el racionalismo está presente en la consigna general de no respetar criterios preexistentes, lo cual supone un ejercicio netamente intelectual.
Otra característica de la concepción de arte que hay detrás de estas corrientes es la idea de que cualquier objeto extraído de la cotidianeidad, por sí mismo y sin ser transformado, pueda ser arte con la sola intención del artista de que lo sea. “Como dijo Vostell ‘La vida puede ser arte y el arte puede ser vida’” (1).
Esto implica por un lado la existencia de un discurso explicativo que le dé un sentido a la obra de arte, y por otro que la asignación de significado a la obra se dé en forma unilateral por parte del espectador y unidireccional, desde agentes externos hacia la obra. Es decir, el espectador recibe el discurso explicativo y luego se enfrenta a la obra (ya sea plástica, musical, literaria, audiovisual o performática) y le asigna significado, pero puede no existir diálogo previo entre la obra y el espectador:
“De este modo, la importancia va desplazándose del objeto al sujeto. La reflexión no se sitúa tanto en el terreno de la obra como en el espacio de la percepción. En las obras cagianas el objeto ya no es lo fundamental de la composición, lo fundamental es la ‘idea’. (…) Cage emplea el término ‘idea’ en la misma línea que lo hace M. Noll al afirmar que ‘la historia del arte ha estado dominada por el objeto, (…) el logro aparente del objeto era lo que determinaba en lo inmediato el logro artístico. La idea siempre permaneció más o menos en la sombra’.” (2)
En síntesis, parecería ser que la concepción del arte de estas corrientes es que cualquier cosa puede ser arte, siempre que se la designe como tal, y la obra no tiene por qué interpelar por sí misma al espectador, sino que el espectador tiene que hacerse de determinados conceptos para asignarle significado a la obra y así poder entablar un diálogo con ella.
Ahora bien, existen otras concepciones de arte que se enfrentan a esta.
Felisberto Hernández (escritor y pianista uruguayo) en su Explicación falsa de mis cuentos, refiriéndose a la racionalidad por él denominada conciencia, planteaba lo siguiente:
“(sus cuentos) no son completamente naturales, en el sentido de no intervenir la conciencia. Eso me sería antipático. No son dominados por una teoría de la conciencia. Eso me sería extremadamente antipático, Preferiría decir que esta intervención es misteriosa. Mis cuentos no tienen estructuras lógicas. A pesar de la vigilancia constante y rigurosa de la conciencia, esta también me es desconocida.” (3)
Aquí podemos notar una concepción artística en la cual la razón (conciencia) tiene la función de organizar y estructurar, pero no la de ser el principal elemento creativo. Es decir que la razón supervisa a la creación pero no la determina.
De la entrevista que realizamos a Hugo Giovanetti Viola (4) (escritor y compositor de canciones uruguayo) podemos desprender una concepción en la que el arte es “la tensión, condensación y vibración que logra hipnotizar y enervar un interior sosegadamente eterno”, y esto se logra con “la fecundación del verbo ‘sobre las aguas’ (tomando como ejemplo el mito bíblico), donde el verbo es lo racional, el logos, lo vertical, lo fálico, y las aguas son la intuición, el inconsciente, lo horizontal , lo femenino”. Es decir que la razón tiene un papel importante, pero tanto como la intuición o el inconsciente, o esa otra parte de la obra que no es mera técnica. “Si es todo racional, y no hay elementos del inconsciente -la parte femenina-, no se puede fecundar nada, y el arte es eso, es una fecundación que genera vida nueva en quien lo aprecia, que lo conmueve. Lo mismo pasa cuando todo es intuición, y no hay técnica que estructure la obra, si hay sólo ‘aguas’ y no hay ‘verbo’ tampoco hay fecundación (eso puede tener tendencia a pensar a pasar en algunas corrientes como el surrealismo, en donde el inconsciente y lo onírico tienen el papel principal)”.
Notas
(1) Díaz de la Fuente, A. (2005). Estructura y significado en la música serial y aleatoria. Dpto. de Filosofía y Filosofía moral y política.
(2) Ibid, p. 102.
(3) Hernández, F. (1955). Explicación falsa de mis cuentos. 19/10/2016, de Fundación Felisberto Hernández. Sitio Web.
(4) Entrevista realizada en formato de audio el 15/10/2016.
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