CAPÍTULO 4 (22)
Organización (3)
Si para le élite dominadora la organización es la de sí misma, para el liderazgo revolucionario la organización es de él con las masas populares.
En el primer caso, la élite dominadora organizándose estructura cada vez más su poder con el cual cosifica y domina en forma más eficiente; en el segundo, la organización corresponde sólo a su naturaleza y a su objetivo si es, en sí, práctica de la libertad. En este sentido no es posible confundir la disciplina indispensable a toda organización con la mera conducción de las masas.
Sin liderazgo, disciplina, orden, decisión, objetivos, tareas que cumplir y cuentas que rendir, no existe organización, y sin esta se diluye la acción revolucionaria. Sin embargo, nada de esto justifica el manejo y la cosificación de las masas populares.
El objetivo de la organización, que es liberador, se niega a través de la cosificación de las masas populares, se niega si el liderazgo manipula a las masas. Estas ya se encuentran manipuladas y codificadas por la opresión.
Hemos señalado ya, mas es bueno repetirlo, que los oprimidos se liberan como hombres y no como objetos.
La organización de las masas populares en clases es el proceso a través del cual el liderazgo revolucionario, a quienes, como a las masas, se les ha prohibido decir su palabra, (128) instauran el aprendizaje de la pronunciación del mundo. Aprendizaje que por ser verdadero es dialógico.
De ahí que el liderazgo no pueda decir su palabra solo, sino con el pueblo.
El liderazgo que no procede así, que insiste en imponer su palabra de orden, no organiza sino que manipula al pueblo. No libera ni se libera, simplemente oprime.
Sin embargo, el hecho de que en la teoría dialógica el liderazgo no tenga derecho a imponer arbitrariamente su palabra, no significa que deba asumir una posición liberalista en el proceso de organización, ya que conduciría a las masas oprimidas -acostumbradas a la opresión- a desenfrenos.
Notas
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