domingo

NOCHE OSCURA (37) - SAN JUAN DE LA CRUZ


LIBRO SEGUNDO

DE LA NOCHE OSCURA, TRÁTASE DE LA MÁS ÍNTIMA PURGACIÓN, QUE ES LA SEGUNDA NOCHE (PASIVA) DEL ESPÍRITU.

CAPÍTULO 9 (2)

Cómo, aunque esta noche oscurece el espíritu, es para ilustrarle y darle luz.

5 / Y, porque el alma ha de venir a tener un sentido y noticia muy generosa y sabrosa acerca de todas las cosas divinas y humanas, que no cae en el común sentir y saber natural del alma -porque las mirará con ojos tan diferentes que antes, como difiere el espíritu del sentido y lo divino de lo humano-, conviénele al espíritu adelgazarse y curtirse acerca del común y natural sentir, poniéndole por medio de esta curativa contemplación en grande angustia y aprieto, y a la memoria remota de toda amigable y pacífica noticia, con sentido interior y temple de peregrinación, y extrañez de todas las cosas, en que le parece que todas son extrañas y de otra manera que solían ser.

Porque en esto va sacando esta Noche al espíritu de su ordinario y común sentir de las cosas, para traerle al sentido divino, el cual es extraño y ajeno de toda humana manera.

Aquí le parece al alma que anda fuera de sí en penas. Otras veces piensa si es encantamiento que tiene o embelesamiento, y anda maravillada de las cosas que ve y oye, pareciéndole muy peregrinas y extrañas, siendo las mismas que solía tratar comúnmente.

De lo cual es causa el irse ya haciendo remota el alma y ajena del común sentido y noticia acerca de las cosas, para que, aniquilada en este, quede informada en el divino, que es más de la otra vida que de esta.

6 / Todas estas aflictivas purgaciones del espíritu para reengendrarlo en vida de espíritu por medio de esta divina influencia las padece el alma, y con estos dolores viene a parir el espíritu de salud; porque se cumpla la sentencia de Isaías, que dice: De tu faz, Señor, concebimos, y estuvimos como con dolores de parto, y parimos es espíritu de salud (26,17-18).

Demás de esto, porque por medio de esta Noche contemplativa se dispone el alma para venir a la tranquilidad y paz interior -que es tal y tan deleitable, que (como dice la Iglesia) excede todo sentido-, conviénele al alma que toda la paz primera deje, que, por cuanto estaba envuelta con imperfecciones, no era paz (aunque a la dicha alma le parecía -porque andaba a su sabor- que era paz, paz dos veces, esto es, que tenía ya adquirida la paz del sentido y del espíritu, según se veía llena de abundancias espirituales), que esta paz del sentido y del espíritu (que, como digo, aun es imperfecta) sea primero purgada en ella y quitada y perturbada de la paz; como lo sentía y lloraba Jeremías en la autoridad que de él alegamos para declamar las calamidades de esta Noche pasada, diciendo: Quitada y despedida está mi alma de la paz (Thren. 3,17).

7 / Esta es una penosa turbación de muchos recelos, imaginaciones y combates que tiene el alma dentro de sí, en que, con la aprehensión y sentimiento de las miserias en que se ve, sospecha que está perdida y acabados sus bienes para siempre.

De aquí es que trae en el espíritu un dolor y gemido tan profundo, que le causa fuertes rugidos y bramidos espirituales, pronunciándolos a veces por la boca, y resolviéndose en lágrimas cuando hay fuerza y virtud para poder hacer, aunque las menos veces hay este alivio. David declaró muy bien esto, como quien tan bien lo experimentó, en un salmo, diciendo: Fui muy afligido y humillado; rugía del gemido de mi corazón (37,9). El cual rugido es cosa de gran dolor, porque algunas veces, con la súbita y aguda memoria de estas miserias en que se ve el alma, tanto se levantan y acercan en dolor y pena las afecciones del alma, que no sé cómo se podría dar a entender sino por la semejanza que el profeta Job, estando en el mismo trabajo de él, por estas palabras dice: De la manera que son las avenidas de las aguas, así el rugido mío (3,24). Porque así como algunas veces las aguas hacen tales avenidas que todo lo anegan y llenan, así este rugido y sentimiento del alma a veces crece tanto, que anegándola y traspasándola toda, llena de angustias y dolores espirituales todos sus afectos profundos y fuerzas sobre todo lo que se puede encarecer.

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