martes

NOCHE OSCURA (32) - SAN JUAN DE LA CRUZ


LIBRO SEGUNDO

DE LA NOCHE OSCURA, TRÁTASE DE LA MÁS ÍNTIMA PURGACIÓN, QUE ES LA SEGUNDA NOCHE (PASIVA) DEL ESPÍRITU.

CAPÍTULO 5 (2)

Pónese el primer verso y comienza a declarar cómo esta contemplación oscura no sólo es noche para el alma, sino también pena y tormento.

5 / Cuanto a lo primero, porque la luz y la sabiduría de esta contemplación es muy clara y pura, y el alma en que ella embiste está oscura e impura; de aquí es que pena mucho el alma recibiéndola en sí, como cuando los ojos están de mal humor, impuros y enfermos, del embestimiento de la clara luz reciben pena.

Y esta pena en el alma a causa de su impureza es inmensa cuando de veras es embestida de esta divina luz, porque embistiendo en el alma esta luz pura, a fin de expeler la impureza del alma, siéntese el alma tan impura y miserable, que le parece estar Dios contra ella, y que ella está hecha contraria a Dios. Lo cual es de tanto sentimiento y pena para el alma, porque le parece aquí que la ha Dios arrojado, que uno de los mayores trabajos que tenía Job cuando Dios le tenía en este ejercicio era este, diciendo: ¿Por qué me has puesto contrario a ti y soy grave y pesado para mí mismo? (7,20). Porque viendo el alma (claramente) aquí por medio de esta pura luz (aunque a oscuras) su impureza, conoce claro que no es digna de Dios ni de criatura alguna. Y lo que más le pena es que piensa que nunca lo será, y que ya se le acabaron sus bienes.

Esto le causa la profunda inmersión que tiene de la mente en el conocimiento (y el sentimiento) de sus males y miserias; porque aquí se las muestra todas al ojo esta divina y oscura luz, y que vea claro cómo lo suyo no podrá tener ya otra cosa.

Podemos entender a este sentido aquella autoridad de David, que dice: Por la iniquidad corregiste al hombre e hiciste deshacer y contabescer su alma, como la araña se desentraña (Ps. 38,12).

6 / La segunda manera en que pena el alma es a causa de su flaqueza natural y moral y espiritual; porque, como esta divina contemplación embiste en el alma con alguna fuerza al fin de la ir fortaleciendo y domando, de tal manera pena en su flaqueza, que poco menos desfallece, particularmente algunas veces cuando con alguna más fuerza embiste, porque el sentido y espíritu, así como si estuviese debajo de una inmensa y oscura carga, está penando y agonizando tanto, que tomaría por alivio y partido el morir. Lo cual habiendo experimentado el profeta Job decía: No quiero que trate conmigo con mucha fortaleza, porque no me oprima con el peso de su grandeza (23,6).

7 / En la fuerza de esta opresión y peso se siente el alma tan ajena de ser favorecida, que le parece, y así es, que aun en lo que solía hallar algún arrimo se acabó con lo demás, y que no hay quien se compadezca de ella.

A cuyo propósito dice también Job: Compadeceos de mí a lo menos vosotros, porque me ha tocado la mano del Señor (19,21).

Cosa de grande maravilla y lástima que sea aquí tanta la flaqueza e impureza del alma, que, siendo la mano de Dios de suyo tan blanda y suave, la sienta el alma aquí tan grave y contraria, con no cargar ni asentar, sino solamente tocando, y eso misericordiosamente, pues lo hace a fin de hacer mercedes al alma, y no de castigarla.

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