jueves

HUASIPUNGO (4) - RICARDO AROCENA


3. El debate en América Latina

Desde fines de los ´70 comienza a verificarse en nuestro continente una pérdida de terreno por parte del marxismo en los campos de la sociología y la ciencia política. Al respecto el sociólogo norteamericano Scott Mainwaring escribía que "los aportes más sólidos se han alejado del tema de la dependencia y del análisis de clase".

Paradojalmente, en momentos en que por estas latitudes la dependencia se acentuaba y cuando el peso de la deuda externa quebraba hasta los cimientos de las sociedades latinoamericanas, resurgía la tendencia a la ruptura con los viejos postulados que ubicaban al imperialismo como parte intrínseca de nuestros males. Y nuevas categorías sociológicas irrumpían, desalojando a las anteriores, con nociones como "valores", "cultura", "instituciones", entre otras.

Hasta ese momento se reconocía que en el Tercer Mundo predominaba una cultura e instituciones poco democráticas, lo que era vinculado a la correlación de clases, a la herencia colonial, a los modelos socioeconómicos predominantes, etc. Desvincular una cosa de la otra, suponía resbalar hacia un estructural funcionalismo con vetas racistas, que encontraba natural que el "bon sauvage" poseyera una "cultura autoritaria" que se expresaba en golpes de estado y dictaduras de todo tipo.

Sin embargo esta clase de conceptos cobra fuerza y comienzan las ciencias sociales a ser refractarias de posturas como las de Paul Lewis, quien por ejemplo refiriéndose a Paraguay, manifestaba que en ese país existía una cultura autoritaria, porque "la geografía ha contribuido a formar la tradición pretoriana" y "porque los partidos políticos tienden a basarse en agrupamientos familiares".


4. La insoportable levedad...

¡Pobre América Latina, tan lejos de Dios y tan cerca de ciertos "cientistas sociales""!, podríamos apuntar, parafraseando la conocida expresión de uno de los héroes de nuestra independencia. Hacia mediados de los ´80, junto con la tan esforzadamente conseguida apertura democrática, cobraron fuerza innovadoras propuestas ideológicas: entre ellas el denominado "esencialismo de estado", que sostenía que los aparatos estatales no están en condiciones de desempeñar un papel progresista, por lo cual eran necesarias "una sociedad civil siempre vigilante" y alianzas "orientadas inclusivamente, (a la) concertación o articulación de la sociedad civil con la sociedad política".

En otras palabras y sintetizando, el nuevo camino pasaba por la reformulación del "locus" de la política y de sus objetivos y el desarrollo de una "sociedad civil". Era el cuestionamiento al rol de los partidos, lo que en la práctica suponía que... las clases dominadas debían refugiarse en los intersticios de la cotidianidad, mientras quienes las dominaban hacían exactamente lo contrario y al timón de un estado que no abandonaban, lo utilizaban a su servicio cuando así les convenía. ¿Vale la pena poner ejemplos?

Verdadero manifiesto pre-posmodernista, el "nuevo" pensamiento surgido por aquel entonces, hacía hincapié en las experiencias de cambio molecular, en la preocupación por la vida personal o por los problemas de la afectividad y el "desarrollo interior", como base de las reformas estructurales.

Es por demás significativo que aquellos planteos, que abandonaban el tema del poder, que dejaban de lado los problemas generados por la penetración del capital extranjero, que renegaban de las teorías que ponían el acento en la dependencia, el subdesarrollo y la dominación económica, política y cultural, aparecieran justo a la postre de la nefasta experiencia de las tiranías militares que sacudieron en particular al Cono Sur latinoamericano. ¿No habrán sido expresión, en el plano social, de una adaptación al terror, puntos de retirada ante lo vivido? Terror que, por otra parte, aún en estas "florecientes" democracias latinoamericanas, continúa como espada de Damocles, pendiente sobre la cabeza de todos.

Al fin, cabe preguntarse, ¿existen estas democracias de hoy en día, sólo por la voluntad democrática prevaleciente, o porque además es lo que coyunturalmente más conviene al poder internacional para su discurso de dominación? ¿No será que ante la derrota de la "gran promesa" que supusieron las teorías anteriores, y que atrajeron una violenta reacción, las nuevas propuestas, más arriba detalladas, se conforman simplemente con una "gran resignación"?

Con la globalización, los cambios mundiales, el rol hegemónico de los países ricos, la unipolaridad, el pensamiento único, el poder de los medios, etc., ese chantaje (porque no otra cosa es), ha sido llevado a su expresión más extrema No solamente conspira el viejo terror contra cualquier necesidad de cambio, sino el nuevo marco mundial, todopoderoso, que muestra sus "democráticos dientes", cada vez que alguien osa decir lo contrario. ¿Es necesario poner ejemplos, o hacer demostraciones empíricas, cuando las bombas se han sucedido en Yugoeslavia, en Irak, en Siria, cuando la intervención militar de "fuerzas de paz" hace trizas cualquier consagrado ideal de soberanía, cuando las conspiraciones militares, aparecen como un sucedáneo del ALCA, etc.?

(*) El presente trabajo fue realizado hace más de una década para que sirviera como ayudamemoria de una ponencia realizada en un marco académico. Mucho ha cambiado nuestro continente desde aquel entonces, pero por considerar que lo sustancial del contenido continúa vigente decidimos publicarlo para que sirva como aporte para la discusión sobre el particular momento histórico por el que transitamos.

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