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LECCIONES DE VIDA (3) - ELISABETH KÜBLER-ROSS Y DAVID KESSLER


1 / LA LECCIÓN DE LA AUTENTICIDAD (2)


¿Cuáles son esas lecciones que la vida nos pide que aprendamos? Cuando se trabaja con los vivos y los moribundos, resulta evidente que la mayoría de nosotros nos enfrentamos a las mismas lecciones: la lección del miedo, de la culpabilidad, del enfado, del perdón, de la rendición, del tiempo, de la paciencia, del amor, de las relaciones, del juego, de la pérdida, del poder, de la autenticidad y de la felicidad.

Aprender lecciones se parece un poco a alcanzar la madurez. Uno no se siente de repente más feliz, rico o poderoso, pero comprende mejor el mundo que lo rodea y se siente en paz consigo mismo. Aprender las lecciones de vida no consiste en hacer que nuestra vida sea perfecta, sino en ver la vida como es. Como dijo un hombre: “Ahora me maravillo de las imperfecciones de mi vida.”

Venimos a este mundo para aprender nuestras propias lecciones. Nadie puede decirnos cuáles son, y descubrirlas forma parte de nuestro viaje personal. Durante este viaje se nos ofrecen muchas o sólo unas pocas de las cosas que tenemos que resolver, pero nunca más de las que podemos asumir. Alguien que necesite aprender sobre el amor quizá se case muchas veces o ninguna. Y alguien que tenga que superar la lección del dinero quizá no tenga nada o tanto que no pueda ni contarlo.

En este libro hablaremos de la vida y de vivir y descubriremos cómo se ve la vida a las puertas de la muerte. Aprenderemos que no estamos solos, sino que todos estamos conectados; descubriremos cómo crece el amor y cómo nos enriquecen las relaciones. Esperamos rectificar la percepción de que somos débiles, y nos daremos cuenta de que no sólo tenemos poder, sino que en nuestro interior está todo el poder del universo. Aprenderemos la verdad sobre nuestras ilusiones, la felicidad y la grandeza de quiénes somos realmente. También aprenderemos que se nos ha dado todo lo que necesitamos para que nuestras vidas funcionen de maravilla.

Cuando las personas con las que hemos trabajado se enfrentaron a la pérdida de un ser querido, se dieron cuenta de que el amor era lo único que importaba. En realidad, el amor es la única cosa que podemos poseer, guardar y llevar siempre con nosotros. Aquellas personas dejaron de buscar la felicidad en el exterior, y aprendieron a encontrar la riqueza y el sentido en lo que son y en las cosas que tienen; aprendieron a profundizar en las posibilidades que tienen a su alcance. En resumen, echaron abajo los muros que las protegían de la plenitud de la vida. Ahora esas personas ya no viven para el mañana, a la espera de un ascenso, las vacaciones o de buenas noticias del trabajo o la familia, sino que han encontrado la riqueza en el presente porque han aprendido a escuchar a su corazón.

La vida nos ofrece lecciones, verdades universales que nos enseñan los aspectos básicos del amor, el miedo, el tiempo, el poder, la pérdida, la felicidad, las relaciones y la autenticidad. Si hoy no somos felices no es debido a las complejidades de la vida, sino a que echamos de menos su sencillez fundamental. El verdadero reto consiste en encontrar en esas lecciones su puro significado. Muchos de nosotros creemos que sabemos algo sobre el amor, pero en realidad no nos llena porque no es amor de verdad, sino una sombra oscurecida por el miedo, las inseguridades y las expectativas. Estamos todos juntos en el mundo, pero nos sentimos solos, desamparados y avergonzados.

Cuando nos enfrentamos a lo peor que puede ocurrir en una situación, crecemos. Cuando las circunstancias están en su peor momento, sacamos lo mejor de nosotros mismos. Y cuando encontramos el significado verdadero de esas lecciones, descubrimos vidas felices y significativas. No perfectas, pero sí auténticas, porque viviremos la vida en profundidad.

Quizá la lección primera y menos obvia sea esta: ¿Quién aprende esas lecciones? ¿Quién soy yo?

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