jueves

LA TIERRA PURPÚREA (64) - GUILLERMO ENRIQUE HUDSON


XVI / LA ROMÁNTICA HISTORIA DE MARGARITA (6)

“¿Podría usted, amigo, podría cualquiera adivinar lo que quería pedirme Tránsito antes de morir?

“Señalándome a su hijita, dijo: ‘No ves que Margarita hereda aquella funesta hermosura que me granjeó una vida de esplendor, amargura de corazón y una temprana muerte? Luego, quizás, antes de que yo muera, no faltará alguna señora Romero que se haga cargo de ella, y que al fin la venderá a algún hombre rico y cruel como lo fui yo; pues, ¿cómo es posible ocultar su belleza por largo tiempo? Fue con miras muy distintas para ella que abandoné París a escondidas y volví acá. Durante todos aquellos infelices años que allá pasé, pensé más y más en mi infancia en aquella solitaria playa, hasta que cuando caí enferma, resolví volver a ella y pasar mis últimos años donde había sido tan feliz. Era mi intención buscar alguna familia campesina que se hiciera cargo de Margarita y la criara como suya, sin que ella jamás supiese la posición de su padre, ni la vida que llevan los hombres en las ciudades. El Sitio y mi salud quebrantada han hecho imposible que pueda llevar a cabo mi proyecto. Aquí debo morir, mi querido amigo, y nunca jamás veré otra vez aquella solitaria playa donde tantas veces nos hemos sentado juntos contemplando las olas. Pero sólo pienso ahora en mi pobre Margarita, que luego quedará sin madre: ¿no quieres tú ayudarme a salvarla? Prométeme llevarla a algún lugar apartado donde sea criada como la hija de un campesino, y donde su padre nunca pueda hallarla. Si me prometes esto, te la entregaré ahora mismo, y arrostraré la muerte aun sin el triste consuelo de verla hasta el fin, a mi lado.”

“Le prometí cumplir todos sus deseos, y también de ver a la niñita tan seguido como las circunstancias lo permitieran; también de encontrarle un buen marido, cuando fuera grande. Pero no quise entonces privarla de la niñita. Le dije que en caso que muriese, Margarita sería conducida a bordo del buque francés surto en la bahía, y, en seguida, adonde yo estaba, y que sabía dónde colocarla con campesinos llanos y de buen corazón, quienes me querían y obedecerían todos mis deseos.

“Quedó tranquilizada, y dejándola, fui a hacer los arreglos necesarios para llevar a cabo mis planes. A las pocas semanas murió Tránsito, y me trajeron a la niñita. Entonces la mandé al rancho de Batata, donde, ignorando el secreto de su cuna, ha sido criada como lo quiso su madre. ¡Dios quiera que jamás caiga, como la desdichada Tránsito, en las garras de una bestia rapaz en forma humana!”.

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