domingo

MUJERES QUE CORREN CON LOS LOBOS (CONCLUSIÓN 234) - CLARISSA PINKOLA ESTÉS


CONCLUSIÓN

EL CUENTO COMO MEDICINA (3)

En la tradición de las cuentistas / cantadoras, hay padres y abuelos y, a veces, madrinas y padrinos, y estas personas son la que te ha narrado el cuento y te ha explicado su significado y su impulso, la que te lo ha regalado (la madre o el padre del cuento) y la persona que se lo enseñó a la persona que te lo enseñó a ti (el abuelo la abuela del cuento). Así es como debe ser.

El hecho de pedir explícitamente permiso para contar el cuento de otra persona y atribuirse dicho cuento, en caso de que se conceda tal permiso, es de todo punto necesario, pues de esta manera se conserva el ombligo genealógico; nosotros estamos en un extremo y la placenta que da la vida en el otro. En alguien debidamente educado en la narración de cuentos es una señal de respeto y una muestra de buenos modales pedir y recibir permiso (7), no apropiarse de la obra que no se ha otorgado y respetar el trabajo de los demás, pues el conjunto de su obra y su vida constituye la obra que entregan. Un cuento no es simplemente un cuento. En su sentido más innato y apropiado, es la vida de alguien. El numen de su vida y su conocimiento directo de los cuentos que narra son la "medicina" del cuento.

Los padrinos del cuento son los que han dado una bendición junto con el regalo del cuento. A veces se tarda mucho tiempo en contar los antecedentes del cuento antes de dar comienzo al cuento propiamente dicho. Esta enumeración de la madre, la abuela, etc. del cuento no es un largo y aburrido preámbulo sino algo que está salpicado a su vez de pequeños cuentos. El cuento más largo que los sigue se convierte entonces en algo así como el segundo plato de un banquete.

En todos los verdaderos cuentos y las tradiciones curativas que yo conozco, la narración de la historia empieza con la mención del contenido psíquico tanto colectivo como personal. El proceso exige mucho tiempo y energía tanto intelectual como espiritual; y no es en modo alguno una práctica ociosa. Cuesta mucho y lleva mucho tiempo. Aunque a veces se producen intercambios de cuentos, en los que dos personas que se conocen muy bien se intercambian cuentos a modo de regalos, ello se debe a que han desarrollado, en caso de que no la tengan con carácter innato, una relación de parentesco. Tal como debe ser.

Aunque algunas personas emplean los cuentos como simple entretenimiento y, aunque la televisión en particular utilice a menudo argumentos de cuentos que describen la necrosis de la vida, no por eso las narraciones dejan de ser cuentos en uno de sus más antiguos significados, el del arte curativo. Algunas personas son llamadas a la práctica de este arte curativo y las mejores a mi juicio son las que se han acostado con el cuento, han descubierto en su interior las partes equivalentes y en lo más hondo de su ser han tenido un mentor, han recibido una prolongada enseñanza espiritual y se han pasado mucho tiempo perfeccionando las enseñanzas. Estas personas son inmediatamente reconocibles por su sola presencia.

Cuando utilizamos los cuentos manejamos una energía arquetípica que podríamos describir metafóricamente como una especie de electricidad. Esta corriente eléctrica puede animar e ilustrar, pero si se transmite en el lugar, el tiempo o la cantidad equivocados, mediante el narrador equivocado, el cuento equivocado, el cuentista equivocado -es decir, una persona que sabe en parte lo que tiene que hacer pero ignora lo que no tiene que hacer-, (8) la corriente, como todas las medicinas, no tendrá el efecto deseado o tendrá incluso un efecto perjudicial.

A veces los "coleccionistas de cuentos" no saben lo que piden cuando solicitan un cuento de esta dimensión o intentan utilizarlo sin haber recibido previamente la bendición.

El arquetipo nos hace cambiar. El arquetipo nos infunde una integridad y una resistencia reconocibles. En caso de que no se produzca un cambio en el narrador, significa que no ha habido fidelidad, ni auténtico contacto con el arquetipo, ni transmisión sino tan sólo una traslación retórica o una interesada exaltación de la propia persona. La transmisión de un cuento es una larga responsabilidad de mucho alcance. Si quisiera detallar todos sus parámetros y describir los procesos curativos en su totalidad, tendría que llenar varios volúmenes, utilizando el cuento como un simple componente entre otros muchos. Pero, en el reducido espacio de que aquí dispongo, me limitaré a señalar lo más importante: tenemos que cerciorarnos de que las personas estén total y absolutamente conectadas con la electricidad de los cuentos que llevan consigo y narran a los demás.


Notas

(7) A veces hay también ramificaciones legales.
(8) Éste es el máximo principio de las profesiones curativas. Si no puedes ayudar, no hagas daño. Para no hacer daño, hay que "saber lo que no se debe hacer".

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