Alguien me dijo una vez que no le gustaba Silvio Rodríguez porque en tiempos de hacer canciones de amor, había cantado canciones protesta, y cuando hacían falta las políticas, Silvio había hecho canciones de amor. Uno siente curiosidad, entonces, cuando en la Cuba de 2016 el trovador estrena una compilación que se titula Amoríos.
Son catorce temas del pasado, escritos originalmente entre 1967 y 1980, cuando se vivió en Cuba una etapa que entre los intelectuales se conoce como el quinquenio gris. Tomamos así este pretexto para escuchar a Silvio, a través de un intercambio por correo electrónico.
Tiene fama de que no le gustan las entrevistas, y alguien me dijo que hasta graba sus conversaciones, cuando accede a alguna, para que luego no lo tergiversen. Para muchos, Silvio es un hombre sin pelos en la lengua, que gusta de cantar verdades incómodas.
Hay a quien le gusta el Silvio de antes, el joven soldado y su guitarra, y otros le hicieron la cruz después de que pidiera al público no acompañarle mientras él cantaba en un concierto. Hay a quien no le gusta su voz, pero sus letras sí. Muchos hemos arreglado una mañana gris con una de sus melodías.
Para mí, que descubrí a Silvio cuando alguien por casualidad me pasaba un día una y luego otra de sus canciones, su manera de decir tan diáfana, me quedaría siempre con el Silvio que va a cantar en las cárceles o en los barrios marginales. Me quedo con la calavera y la flor que se tatuó a bordo del barco Playa Girón, cuando compuso ese himno que es su Ojalá.
Me quedan también las ganas de preguntarle a Silvio por qué una flor, por qué una calavera en la muñeca, cómo cambian un hombre, sus ideas, sus obsesiones, mientras se transforman el país y el mundo que le rodean.
Pero en esta vida uno no siempre puede preguntar todo lo que quisiera.
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Cuando uno escucha las canciones de Amoríos tiene la sensación de escuchar al Silvio joven, como en las grabaciones de televisión en blanco y negro, cuando empezaba. Teniendo una obra tan extensa, ¿cómo fue el proceso para seleccionar las canciones incluidas en este disco?
Es que era bastante más joven cuando compuse todas las canciones de Amoríos. Los títulos los fui escogiendo pensando en cierta variedad dentro de la misma temática, canciones que se pudieran trabajar con diferenciaciones sonoras y a la vez ajustadas al patrón de las relaciones de pareja.
¿Pudiera contar brevemente la historia de este nuevo disco?
Amoríos es la intención de hilvanar un discurso con canciones de amor y de desamor. Es un trabajo que hace muchos años tenía en mente. Entre otras razones porque cuando hice mi primer disco ya había compuesto muchas canciones y me fue duro escoger sólo 12 temas. Desde entonces sigo teniendo canciones pendientes y siempre que puedo invento un espacio para saldar esa deuda que se me ha ido acumulando.
Al tratarse de canciones creadas en el pasado, ¿cómo mira el Silvio trovador y ser humano de ahora al Silvio de antes, al que compuso las canciones que ahora se estrenan? ¿Qué ha cambiado con los años y qué conserva de aquel joven soldado, que componía sus primeras canciones en el servicio militar?
Conservo de aquel muchas ideas y el gusto por la palabra y por la música. Incluso le agradezco haber logrado canciones que todavía merecen la pena retomar.
¿Cómo es para Silvio una buena canción de amor? ¿Qué diferencia una canción de amor y una política?
Posiblemente todas las canciones sean de amor y también todas sean políticas. Pero, hablen de lo que hablen, deberá haber un nivel de realización y un equilibrio en ellas. Eso es lo que yo encuentro de interesante en las canciones: que las ideas, tanto musicales como textuales estén bien expuestas, con belleza, y que dentro de lo posible haya sorpresas y hallazgos, como si fuera una aventura. Eso es lo que a mí siempre me ha animado de mi oficio.
Las canciones de Amoríos habían permanecido inéditas hasta ahora y son hermosas, ¿ha sido publicado ya lo mejor de Silvio, o está aún por descubrir?
Ignoro que es “lo mejor de Silvio”. Yo he escrito canciones tratando de trasmitir sentimientos e ideas. Como cualquier persona he pasado por verdes y por maduras. Espero que al cantar haya habido un predominio de mi mejor parte.
¿Qué sensaciones le ha hecho sentir este disco, interpretar sus canciones?
Me he sentido haciendo un recorrido, como con todos mis trabajos.
En los últimos años ha realizado su gira de conciertos en los barrios, llegando hasta los rincones donde pocos artistas llegan. ¿Cómo ha influido ello en su relación con el público? ¿Qué le ha aportado la experiencia de llevar el arte hasta los cubanos más humildes, hasta las cárceles, hasta sitios muchas veces marginales?
Yo empecé cantando para amigos y familiares, para reclutas del servicio militar, todas personas humildes. Cuando ocurrió aquello de la nueva trova hacíamos festivales e íbamos a los pueblos, a los centros de trabajo y estudio, a las cárceles, a todas partes donde hubiera alguien dispuesto a escucharnos. Los conciertos en los barrios y en las prisiones son una consecuencia de una ya larga dedicación. Pero, antes que yo, otros lo hicieron. Yo vi a Alicia Alonso bailando en una calle. El documental de Octavio Cortázar, “Por primera vez” trataba de la impresión del cine en lugares remotos, a donde nunca se había llevado. César Vallejo decía que el arte viene del pueblo y va hacia él.
Desde que abriera su blog Segunda cita, este se ha convertido en un espacio para debatir sobre cuestiones polémicas, acontecimientos que muchas veces no se visibilizan en los medios oficiales. Desde allí muestra su interés por participar, por debatir, por la diversidad de criterios. Así ha sido en casos recientes como la situación de los cubanos en Costa Rica, donde incluso intercambió con el presidente de ese país solicitando una solución a la crisis. ¿Cuál es su opinión sobre la blogosfera cubana y la manera en que desde allí los cubanos reflejamos nuestras realidades?
Me gustan sobre todo planteos de algunos jóvenes como los de “La joven Cuba” y “A mano y sin permiso”. Un blog es un medio de largo alcance para proyectar toda una variedad de contenidos. Hay que luchar por que haya más Internet en Cuba. Una de las cosas más interesantes es que no es un soliloquio, porque lo que se dice puede enriquecerse con aportes de otros. En ese sentido es democrático, y por eso, además de servir para mostrar, se aprende.
¿Cómo sería la canción protesta del siglo XXI en Cuba? ¿Considera que pueda hablarse en estos términos sobre el panorama de la música cubana de los últimos años?
El hip-hop cubano en general tiene un discurso combativo, aunque también hay canciones combativas. Lamentablemente los estilos rapeados son más promovidos últimamente que la trova. Por otra parte es muy difícil escribir algo conformista, mucho más cuando se es joven. Hasta en las canciones de amor hay líos y contradicciones. Y es que la vida es así, y la canción, sea del siglo, del lugar o del estilo que sea, también va a seguir siendo así.
¿Cómo imagina y cómo le gustaría ver a Cuba y los cubanos en los próximos cinco, diez años? ¿Qué papel ocuparían los Estados Unidos en dicho escenario?
Espero que Cuba sea entonces, y siempre, como decidamos los cubanos que sea. Cuba tiene una muy larga y hermosa historia de redención. En ese sentido somos un pueblo que se ha ganado a sangre y fuego, y con muchos sacrificios, el derecho a la autodeterminación. Espero que los Estados Unidos y Cuba siempre tengan una relación de respeto y consideraciones mutuas.
¿De qué manera pueden o deben aportar la música, el arte y los medios de comunicación a construir esa Cuba futura?
Tenemos ingredientes étnicos similares, muy notables en la música y en zonas de la idiosincrasia. Por eso siempre han fluido con naturalidad los intercambios en el terreno de la cultura, a pesar de diferencias de otro tipo. Hay que dejar actuar la cultura, que es inteligente y sanadora.
¿Cómo imaginaría al Silvio de los años 70 u 80 en la Cuba actual?
Trabajando, como hace el Silvio actual.
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