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TABARÉ RIVERO - “LA TABARÉ HA TENIDO LA CARACTERÍSTICA DEL RIESGO”


por Mariana Peralta

Con una gran cantidad de recitales por todo el país y Buenos Aires, LA TABARÉ viene paseando sus tres décadas con la música. Una historia que nació en el Teatro Circular allá por el año 1985. Para celebrar estos 30 años, Tabaré Rivero y su banda brindarán un gran show el sábado 14 de noviembre en el Teatro de Verano para reencontrarse con sus fanáticos.
A pocos días del festejo el líder de la banda brindó una extensa entrevista, habló del rock, de la cumbia cheta, y si imagina LA TABARÉ sin Tabaré Rivero.

¿Si tuvieras que definir a LA TABARÉ, cómo lo harías?

Definir a La Tabaré es muy difícil porque musicalmente ha abarcado todos los estilos, si bien está dentro del rock porque tiene guitarra, bajo, batería y tocamos enchufados, también hemos tocado acústicos, también mezclamos bandoneones, charangos, otros instrumentos, de pronto aparecen cuerdas… hemos transitado varios estilos musicales, la única manera que tengo de definirla a LA TABARÉ es diciendo que es mi pasión, pero no se puede definir artísticamente.

Creo que es una banda que si el rock no fuese un negocio tan sucio, LA TABARÉ podría ser rock.

¿Qué momentos recordás de tus comienzos en el Teatro Circular?

En los años 80 aprendimos todo lo que no había que hacer (risas), eso sí, aprendimos a tocar mejor, eso sirvió (aclara).

También aprendimos que hay cosas que no se deben decir o que no queda bien decirlas, que no son artísticas y uno que está persiguiendo el arte últimamente... en aquellos tiempos había mucha rabia, energía, desazón, y todo eso lo traspasábamos al público… y si se quiere, aprendí que no sirve hacer catarsis con esto, sino que lo que sirve es tratar de comunicarle a la gente lo mejor y lo peor de uno pero no que la gente oficie de psicólogo del artista, al contrario, el artista tiene que decir su verdad y si alguien se prende dentro de ese lenguaje o sensibilidad que el artista está mostrando , bienvenido sea, pero de ninguna manera utilizar al público.


¿Qué tiene LA TABARÉ que ha logrado conquistar a tres generaciones a través de su música?

No sé qué es lo que tiene, creo que es un misterio. Es un misterio para mí. Yo sé que no soy un gran cantante, pero con el correr del tiempo he aprendido a afinar, creo que las canciones son muy honestas, que la música que hacemos es muy honesta, y que siempre nos hemos mantenido en el borde, entre lo que el público no quiere escuchar -igual lo cantamos-, de un modo tal que se convierte a veces en poesía, en una linda canción, que se convierte en un lindo espectáculo a pesar que a veces el espectáculo puede ser hiriente o traspase una línea.

Creo que LA TABARÉ ha tenido la característica del riesgo y nos hemos adelantado a mucha cosa y durante toda la década de los 90 hemos sido la banda que ha mantenido el espíritu del rock vivo.

¿Qué etapa de tu carrera artística fue la más difícil?

Seguramente todas, todas las etapas son difíciles artísticamente. Este es un país difícil para el arte, uno tiene que empezar cada año como si fuera la primera vez.

No es “hazte fama y échate a dormir”, es todo lo contrario, aquí hay que estar constantemente demostrando que uno está activo, vivo componiendo constantemente, renovándose. Por suerte, no es armar un mito y que la gente se acostumbre a esa estrella y después lo siga sin importar lo que esa estrellita haga. Por suerte el público uruguayo es bastante crítico y eso ha servido para mantenerlo a uno en actividad y creatividad constante.

Has dicho que el rock se ha convertido en un negocio ¿cómo hacer para mantenerse en el mercado de la música y no sucumbir ante ese negocio?

En Uruguay es fácil no sucumbir ante ese negocio porque no es un negocio multimillonario. Las cosas acá pasan de otra manera, hay que estar creando y peleándola. El resto del mundo ha logrado convertir al mundo artístico del rock y lo vació, y han quedado algunos sobrevivientes que todavía resisten a esa estupidización de lo que es el arte.

En el caso del rock, es el claro ejemplo y notorio de cómo lo han transformado en algo banal algo sencillo, y en Uruguay también hay mucho de eso, pero en definitiva, el que hace rock banal en Uruguay lo hace por fama y no por dinero. Y por una fama efímera, y bastante absurda.

Los que hace tiempo que estamos en esto sabemos que hacemos rock para transmitir cosas. El artista lo que quiere es estar, crear y comunicar sin importar demasiado el negocio ni esa oficina del rock -que muchas veces es detestable y muchas veces muy tonta-.

¿Cómo ves al rock uruguayo actualmente?

El rock uruguayo ha pasado por muchos estados, algunas bandas siguen fieles a su idea inicial a la búsqueda de la canción, del sonido y después están las otras bandas que se prenden a lo que está de moda.

Porque ahora es muy fácil confundirse, en los canales de televisión de rock te pasan un músico absolutamente under o cool y luego te ponen un cantante de música melódica disfrazado de rockero… y así van las cosas.

En general todos los estilos musicales tienen su lado honesto y su lado deshonesto, yo nunca hablo de música buena y música mala, a mi no me importa que un músico no sepa tocar mucho la guitarra mientras tenga algo que decir, eso importa más. Lo peligroso es cuando un gran músico no tiene nada que decir.

Hay gente en Uruguay que está disfrazada de rockero y que no se da cuenta, suceden esas cosas, igual no hay una definición del rockero.

¿Qué opinas de la cumbia cheta?

Desde que tengo memoria, siempre hubo en todas las expresiones artísticas la parte tonta y la parte arriesgada. Por ejemplo, para el canto popular, Los Nocheros son la parte vergonzosa del folclore. Quizá para la cumbia de los Wawancó escuchar la cumbia cheta sea absolutamente vergonzoso.

Quizá para los rockeros de ley, sea absolutamente incomprensible, y hasta a veces de mucha rabia… yo pienso que mas allá de la cumbia cheta o los estilos musicales, como me crié en el teatro independiente, lo que más aprendí fue a saber por qué uno tenía que pararse en las tablas a hacer arte.

Uno tiene que pararse en las tablas -con la suerte de que hay un montón de gente que lo está atendiendo- y tiene la obligación de brindar algo de su vida, de sus verdades, de jugársela, arriesgar, incluso opiniones a riesgo de que alguien decida no escucharlo más. Lo que no puede ser muy válido es la persona que repite el esquema veinte mil veces, achatando la sensibilidad de la gente, achatando el pensar de la gente.

Yo no me he dejado llevar por la masa repitiendo lo que los grandes medios de comunicación pretenden que uno consuma.

Más que preocuparme la cumbia cheta, me preocupa toda expresión artística que no sea hecha con la verdad, desde adentro de uno, aunque esa verdad esté equivocada. Que el artista vuelque su alma y no piense en cómo hacer el dinero fácil.

Lo más preocupante también es la gran cantidad de público que no tiene ganas de pensar absolutamente nada y consume lo primero que le ofrecen. En definitiva… me duele… es algo que verdaderamente me duele, ver que el mundo que nos rodea a veces está un poco abierto a otras sensibilidades.

¿Cómo es el público de LA TABARÉ?

Por suerte ahora es muy amplio. El público de los años 80 eran aquellos rockeros medio punks y un poco agresivos -a veces agresivos de más-. Hoy han emigrado, crecido, han tenido familia, ahora hay una cantidad de gente desde público de 70 años, a muchachitos pre-adolescentes que nos escuchan.

Es muy difícil definirlos como público pero me parece que es gente que está atenta, que quiere hurgar en los lugares no comunes donde puedan alimentarse el alma, el espíritu. Creo que LA TABARÉ y una cantidad de bandas y artistas están en la misma, en ese recorrido para ofrecerle a la gente algo que la gente no sabe que existe porque no se lo muestran.

¿Cómo vivís estos días previos al gran show en el Teatro de Verano?

Celebramos los 30 años en el Teatro de Verano es un gran festejo, siempre me negué a poner la palabra fiesta pero en este caso la verdad que es una gran fiesta. Primero porque tengo muchas ganas de festejar, me siento muy feliz y dichoso.

No puedo expresar lo raro que es sentir que hay un montón de gente que durante 30 años escuchó las canciones de LA TABARÉ , para mí eso es maravilloso.

De pronto me olvido, pero cuando tomo conciencia me digo a mi mismo: ¡Ah, es como para verdaderamente celebrar! (risas). Al show de este próximo sábado 14 de noviembre invito a cantar a una gran cantidad de músicos que pasaron por la banda y también invito a músicos de otras bandas que tienen una sensibilidad especial con LA TABARÉ.

Estos treinta años han sido difíciles, porque querer hacer cualquier tipo de arte honesto siempre es una tarea difícil y contra viento y marea.

¿Imaginás LA TABARÉ sin Tabaré Rivero?

La verdad me la imagino… a mi me gustaría en algún momento que LA TABARÉ siguiera sin mí. Yo no creo que ninguno de los músicos que pasó por la banda sea absolutamente imprescindible, para mí fueron imprescindibles aquellos que tenían buen humor. A la hora de lo que el público recibe, ningún músico -ni siquiera yo- es imprescindible.

Lo que sí sería imprescindible, es que se mantuviera el estilo de honestidad, el estilo de respeto a la gente, el estilo de la banda de probar y vincular todas las artes, desde la danza, el teatro, los títeres de La Ovidio Titers Band, la murga, el candombe, inclusive la salsa, y todo lo que sea de honestidad, un vómito de alegría (risas). Lo que no sirve es que LA TABARÉ continúe y se vaya por otros caminos, ahí no me imagino a LA TABARÉ sin mí. Una vez que me jubile (risas) que venga cualquiera, que además seguramente va a cantar mejor que yo (risas).

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