martes

SUPLEMENTO DEL TALLER LITERARIO DEL CUARTEL ARTIGUISTA de LEPANTO (17)

ANNA RHOGIO

(XIV)

-Dibusario… dibusiario… dibusaurio…
Venía por el sendero murmurando palabras incomprensibles.
-¿Qué dice, don? ¡Así no lo entiende ni Mandinga!
-Vecina, no lo nombre a ver si se nos aparece entre las sombras noturnas… usté dijo una palabrita que no me acuerdo muy bien y sonaba como eso.
-¡Amalaya! ¡Qué bruto es, canejo! ¡Yo dije dinosaurio!
-¡Esplíqueme!
-¡En todo caso, es explíqueme y nocturnas! ¡Hable bien! Mejor le pedimos a abue que alquile una película sobre aquellos bicharracos.
-¿Eran bichos?
-Eran.
Entonces, ante nuestro pedido, abuela trajo dos películas sobre los grandes saurios y una de aventuras. Él se metió tan adentro del “Valle perdido de los dinosaurios” y con tal entusiasmo, que olvidó los pasteles convidadores de roja jalea casera de membrillo y dorada mermelada de manzana perfumadas con canela y clavo:
-¡Cuidado ahí, don! ¡Está escondido atrás de las rocas! ¡Se lo va a comer enterito! ¡También! ¡Con semejante boca llenita de dientes! ¡Salga de ahí, bicho maula! ¡Cavernario, pelee como buen cristiano y dele unos garrotazos por el lomo pa que aprenda! ¡Opa! ¡Opa! ¡No muestre esos dientes bicharraco! ¿Qué animalito de Dios se comió que le cuelgan restos de los colmillos? ¡Ayyyyyyyyy! ¡Qué horrible!
Cuando terminó, se quedó allá en el valle, alucinado y mudo como la noche del buey de los Camargo.
-¿Y? ¿Qué le pareció el asunto? -le dí un suave codazo para traerlo a la realidad.
-¡Que usté me lo podía haber contado pa que no me agarrara desprevenido!
-¿Cómo se lo iba a contar? ¿Me hubiera creído, paisano?
-Capaz que  sí.
-Capaz que nada, che. ¡Podría haberle dicho un animal grande y alto como un edificio de ocho pisos y no me lo hubiera creído! Coma los pasteles que con la boca ocupada, terminará de decir burradas.


ANTONIO GARCÍA PINTOS

HUESOS Y ESPEJOS (1)

1 / Los huesos nada dicen.
     Son terror y espanto hasta que nos hablan.

2 / Los huesos hablan de memoria hasta llegar la razón delirante de la verdad.

3 / Huesos desperdigados o excusa macabra de olvido.

4 / Los huesos invisibles y desnudos dejan de pertenecernos porque soslayan lasvidas y no vidas que vivieron.

5 / Los huesos como espejos vacíos constituyen la fuga viva de la muerte: la sombra inaudita de lo que fuimos.

6 / Los huesos pelados constituyen el último rasgo vivo de lo que no fue.

FEDERICO RODRIGO

DE CUANDO QUERÍA SER LO QUE SOY (AHORA)



Me alivia tu sueño ingenuo entre mi encandilado insomnio
Compás de tu encanto de armonías
Entre anzuelos y aguijones
Aprendí que el miedo no iba a detener al tiempo
Ni viceversa.

Ese: al que miras, sonríes y no entiendes
(Como a una vida que no fue hecha para ti)
Tiene un cementerio de palabras garganta abajo.
Y pide piedad a la poda.
Sí, ese: al que miras, sonríes y quizás nunca entenderás.

Ese cree que cambiar no es hacer trampa
Ni trozar el triunfo de nadie.
Son solo pliegues de un mundo hecho de plasticina
Que algún loco distraído también puede cambiar.



Secarme las lágrimas me da ganas de llora
Y ahí ver tanto barco sin vela insultando al viento.
Colecciono un intacto recuerdo
Y cuando mirando lo quito: me deja ser vida
Verdad que se puede.



Hay alguien que te mira: mi amado desconocido.
Alguien aún más descosido que no habla de lástima
Lástima que a veces se le van las horas
En ese dialogo que tantas veces tuvimos
en mi cabeza y del que nunca supiste.

Es que me emana vivir. Y preferir
Que si tiene que doler: duela tu daño y no tu ausencia.
Es que me hermana vivir y más que a morir espero
Sufrir por ser feliz y no morirme 0 a 0


FEDERICO COORE

Te veo la cara en las baldosas húngaras.
Te estoy viendo comer las semillas.
Te estoy viendo en calvas ondeantes
Con huesos de carne.
Te veo estar siendo
Como si fueras un viento Rojo,
Un grito de charrúa.
Te veo entre Liszt y los faroles.
Y la voluta de humo ya no existe.


JOSÉ LUIS MACHADO

1 TEXTO DE FUERA DEL TABLERO

Una vez, hace muchas partidas, un rey salió de su cuadro sin protección alguna; de pronto, se dio cuenta que empezaba el ataque. Pensó que debía volver al resguardo de su reina, hizo un movimiento fugaz hacia atrás y se arrepintió. No era para tanto, después de todo él era el rey. Puso un caballo delante y quiso montarse para tomar más velocidad, pero no pudo. Quiso subirse a una torre para ver a lo lejos y prevenir un nuevo embate, pero no pudo. Quiso pedir ayuda a los peones, pero no pudo; ya estaban paraditos en la caja, a un costado del tablero, alentando a la distancia, con su silencio e inmovilidad, el ataque de los otros, quienes sin piedad destrozaban las defensas ante la mirada indiferente de la reina y de un par de alfiles cobardes escondidos en las esquinas más distantes del reino.


SANTIAGO MANSSINO

ELEGÍA

Apenas conocí su misterio.
El tiempo se detenía ante su hechizo.
Era de la raza que adoró el pueblo egipcio.
Era el hermano mestizo de aquel que anunció un crimen.
Era cadencioso como la dialéctica.
Era mago como un poeta.
El tiempo sin tiempo lo acogió.
Y yo lo quise bajo su embrujo,
bajo la ternura agazapada.
Dos o tres instantes mantuve su carga de sol y madrugada
dentro de mis manos donde cabía su estatura.
No recuerdo su nombre. Recuerdo su conjuro indecible.
Escribía un lenguaje mágico sin palabras ni sonidos,
mentaba la totalidad del universo y cada cosa contenida en el cosmos,
era el tiempo y el espacio, lo micro y lo macro,
el cambio y la nada.
Era el absoluto moviéndose con dulzura
entre los puf y las sillas,
una epifanía con todas las respuestas.
Corrió y lo encontró el destino, al negro y blanco,
presentándose en infierno de ruido y fierros, de llantos cobardes.
Todo Macondo se entristeció, hasta el coronel Aureliano.
Apenas lo conocí, pero su claridad no dejaba lugar a preguntas.
Dolió que el mago se fuera tras la niebla, dolió que robaran su secreto de vida.
No recuerdo su nombre, pero sus silencios rítmicos estarán por siempre.
EL GATO, el gato de Magallanes, apenas visto, pero amigo siempre.


HAUGUSSTO BRAZLLEIM

REVISTA NEGRA (FRAGMENTOS)

Cierra suavemente el libro y besa sus tapas de cobre.
La Torre de la Tormenta está ahí y todos lo saben.
Los ojos de la Torre de la Tormenta me enseñaron a no pestañear.
La Torre de la Tormenta a veces no sabe si es la Bolsa o el Boxeador.
La Torre de la Tormenta se escribió entre el Ocaso y el Anochecer y se corrigió entre el Alba y el Amanecer.
La Torre de la Tormenta perfumará los martillos y las manos de quienes la quieran derribar.


MARCELO SOSA

GURIDI

A la memoria de Valerio Guridi Ojanguren

A sus hijos y nietos (y bisnietas)


Allá a lo lejos

hay una casa y un escudo,
restos de hidalguía pasada,
herencia orgullosa de una familia
de larga casta.


Acá a lo cerca

hay una herencia de trabajo,
de tozuda voluntad,
de mansas maneras,
de abrazo grande.


Hidalgo caballero

era mi abuelo, que no el dinero,
sino el amor guiaba. 
Hombre que me dejó en herencia
una gran nariz torcida,
jamás rendirme
y honrar mi casa.


He de firmar su apellido,

de llevar una txapela 
y decir un día,
frente a la centenaria casa
“dejaste en alto el nombre
como hidalgo hijo

de larga casta”.

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