SEXTA PARTE: DESCUBRIENDO A
EN EL CAMINO: EL LADO OSCURO DE LA RELIGIÓN Y LA ESPIRITUALIDAD
22: EL DIABLO EN EL TAROT (2)
Sallie Nichols
El Diablo lleva también una
espada pero la sostiene cuidadosamente con la mano izquierda. Es evidente que
su relación con el arma es tan inconsciente que sería incapaz de utilizarla de
la manera adecuada, lo cual significa simbólicamente que su relación con el
Logos masculino es igualmente torpe. En esta versión del Tarot, el arma que
Satán porta consigo es peligrosísima porque no está bajo su control. Tengamos
en cuenta que el crimen organizado actúa lógicamente y que, por consiguiente,
puede rastrearse y descubrirse mediante la investigación sistemática. Hasta los
crímenes pasionales tienen una cierta lógica emocional que los hace humanamente
comprensibles e incluso, en ocasiones, hasta predecibles. Sin embargo, ante la
destrucción indiscriminada -el asesinato callejero injustificado o el
francotirador enfurecido, por ejemplo. Nos encontramos completamente
indefensos. Esas fuerzas operan en el dominio de las tinieblas que descansan
más allá de la comprensión humana.
El Diablo es una figura
arquetípica cuya estirpe se remonta, directa o indirectamente, a la antigüedad,
donde solía representarse como una bestia demoníaca más poderosa y menos humana
que la imagen que nos ofrece el Tarot. Set, por ejemplo, el dios egipcio del
mal, se representaba como una serpiente o un cocodrilo. En la antigua
Mesopotamia, por su parte, Pazazu, (el rey de los espíritus malignos del aire,
un demonio portador de la malaria que moraba en el viento del suroeste)
encarnaba algunas de las cualidades que hoy atribuimos a Satán. Nuestro Diablo
también ha heredado algunas cualidades de Tiamat, la diosa babilonia del caos,
que asumía el aspecto de un murciélago con garras y cuernos. Fue en la época
judeocristiana cuando el Diablo empezó a aparecer en forma definitivamente
humana y a llevar a cabo su nefasta actividad de manera más comprensible para
nosotros, los humanos.
El hecho de que la imagen del
Diablo haya ido humanizándose con el correr de los siglos representa
simbólicamente que hoy en día estamos en mejores condiciones para considerarla
como un aspecto oscuro de nosotros mismos, que como un dios sobrenatural o un
demonio infernal. Quizás también signifique que ya nos encontramos en
condiciones de enfrentarnos a nuestro lado más oculto y satánico. Pero aunque
su apariencia sea humana -e incluso hermosa- el Diablo sigue sin haberse
despojado todavía de sus enormes alas de murciélago.
Es más, el hecho de que en el
Tarot de Marsella esas alas sean mayores y más oscuras todavía, parecen
indicarnos que la vinculación de Satán con el murciélago es especialmente
importante. Detengámonos, por tanto, en este punto para prestarle una atención
especial.
El murciélago es un ave
nocturna. Durante el día rehuye la luz del sol y al llegar la madrugada se
retira a una oscura caverna y se cuelga boca abajo para recuperar la energía
necesaria para sus correrías nocturnas. Es un chupador de sangre cuyo aliento
pestilente emponzoña el ambiente. Se mueve en la oscuridad y, según la creencia
popular, tiene una especial tendencia a enredarse con los cabellos de los seres
humanos y a desatar sus ataques de histeria.
También el Diablo vuela
durante la noche, cuando las luces de la civilización se extinguen y la mente
racional dormita, cuando el ser humano yace inconsciente e inerme y más
expuesto se halla a la sugestión. A plena luz del día, sin embargo, cuando la
conciencia del ser humano está despierta y mantiene toda su capacidad
discriminativa, el diablo se retira hacia las zonas más oscuras del psiquismo
donde cuelga boca abajo, esconde sus contradicciones, recupera su energía y
espera pacientemente a que llegue el momento. Metafóricamente hablando, el
Diablo chupa nuestra sangre y consume nuestra esencia. Los efectos de su
mordedura son contagiosos y llegan a contaminar a comunidades o incluso a
países enteros. Así pues, del mismo modo que el vuelo del murciélago puede
desatar el pánico irracional de un nutrido grupo de personas, el Diablo puede
revolotear sobre la multitud, enredarse en sus cabellos, desarticular su
pensamiento lógico y desatar un ataque de histeria colectiva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario